Cardenal Julio Terrazas

El Mundo. El Director.

Tengo que confesar que soy un cristiano de aquellos que nunca entran a los templos porque sostengo que uno debe de ser templo, que cada una de nuestras acciones se enmarque en las enseñanzas de Dios, que nuestro corazón esté libre de maldad, de odio, de rencor y resentimiento, nunca me confesé ente los hombres porque cuando peco (con mucha frecuencia) le pido perdón a Dios, no comulgo porque sostengo que una mezcla de harina y agua no perdona nuestras ofensas, jamás me golpeo el pecho pidiendo perdón para salir y volver a hacer lo mismo, pero tuve una madre que durante los años le entregó sus plegarias a Dios para que guíe mis pasos, cada día que salgo de mi hogar salgo con bendiciones, en si soy un simple católico, soy un hombre crítico, sostengo que no todos los sacerdotes son el mejor ejemplo de la integridad, que no practican la humildad como el Hermano Francisco de Asís (por eso es Santo), y algo que no podemos negar es que la curia apoyó al poder, incluso a los que no se respaldaban con la voluntad popular.



Pero no puedo negar mi respeto por la trayectoria de Julio Terrazas, un provinciano cuyo apostolado fue reconocido por Juan Pablo II que lo convirtió en Cardenal, el primer cardenal Boliviano. Julio Terrazas cada domingo nos sorprende con homilías profundas que desnudan las causas reales de la insondable crisis moral que sufre el país, su palabra desde el pulpito nunca es para adornar a los poderosos sino para reclamar por los pobres, los enfermos, nunca toca la puerta de los políticos -son ellos los que buscan su mediación-, y nunca se niega a contribuir.

De un tiempo a esta parte el gobierno encuentra en sus palabras ataque, cuestionamientos, críticas, cuando en el fondo Julio Terrazas da luces para que el gobierno ataque los males y las causas de nuestros constantes enfrentamientos por no hallar razones que nos unan sino que nos dividan.

En el dialogo de Cochabamba Julio terrazas fue maltratado por el Presidente, el calló, no cuestionó, simplemente se refugió en sus oraciones, hace dos días Julio Terrazas dio un grito de alarma sobre el crecimiento del narcotráfico y sus peligros por ser una actividad que no tiene ni ley ni Dios lo que nos convierte en víctimas indefensas de sus ataques, fue una homilía que daba la oportunidad a todos -gobernantes y gobernados- de abrir los ojos y enfrentarnos para derrotar un mal que nos amenaza con quitarnos la vida, la dignidad y la moral de todos los Bolivianos, Julio Terrazas no acusó, no responsabilizó a nadie, menos al gobierno, de ser cómplice o responsable del crecimiento de una actividad que nos pone en peligro incluso como nación.

Esta homilía significó una acusación para el vocero gubernamental Sacha Llorenti quien: “rechazó, a nombre del Gobierno del presidente Evo Morales, los conceptos vertidos por el Cardenal, quien, en su homilía de este domingo, dijo que Bolivia se va convirtiendo en el espacio donde están dominando los narcotraficantes, sin Dios y sin ley”.

Las Palabras de Sacha Llorenti son un homenaje a la estupidez oficial, asume que hablar del narcotráfico es acusar al gobierno, Julio Terrazas no lo dijo ni lo insinuó, entonces que es lo que pretende hacer este ex defensor de “derechos humanos” al curarse en sano, se debe tener cuidado con las acciones de defensa de los portavoces gubernamentales pues hacen poco favor al gobierno que representan, y dejan abierta una posibilidad de dudar de sus actos, de sus acciones, de su política.

¿Por qué atacar a un hombre que acaba de ser reconocido internacionalmente como un hombre justo y probo?, en su casa, en su país le lanzan un fardo de odio y rencor de los que esconden la verdad que nos amenaza.