Fascista, racista… ¡y contrabandista!

El Deber.

Cayetano Llobet * ®® Entre Paréntesis…



Poderosa señora ha resultado ser la derecha de este país. No se cansa de conspirar y sus recursos son inagotables. Nos hizo creer a todos que había sido derrotada y resultó que sólo era una perversa estratagema para volver al ataque con más fuerza y con un objetivo ambicioso y maldito: acabar con el ministro más poderoso y columna de integridad del Gobierno de Evo.

Es obvio que no lo ha logrado y como ha dicho el Presidente -celebrando el Día Internacional de la Lucha Contra la Corrupción- su ministro está más fuerte que nunca. Pero los elementos desplegados por la derecha para su contraofensiva -sigo al ministro de Gobierno- son dignos de un tratado magistral de conspiración. Esa derecha fascista y racista -sigo al Presidente de la República- ha sido capaz de montar -mejor, inventar- un operativo de contrabando no para llevar mercancía ilegal, ‘sino para desviar la atención’. La misma derecha que imaginó un atentado terrorista en Yacuiba, inventando -vuelvo al Presidente- a un supuesto subteniente. Derecha inescrupulosa, pero tan hábil, que logró la explosión de un gasoducto ¡sin utilizar explosivos! ¿Cómo no va a ser temible?

Pero surge la pregunta estratégica: ¿por qué a su ministro más importante? Cito al Presidente: porque fue él, el ministro Quintana, el que investigó y descubrió toda la red de financiamiento que Usaid había montado para apoyar la conspiración de la derecha. Es decir que fue el autor de uno de los golpes más certeros y fatales para la presencia del imperialismo en Bolivia… ¡no es moco de pavo!

¿Alguien creyó que Estados Unidos se iba a quedar quieto y resignado? Por supuesto que no, y se puso a mover todas sus piezas para implementar su plan de venganza. ¿Quién, sino el imperio, puede disponer de 33 camiones cargados de mercancía para un solo operativo, teniendo al frente a todo un Comando Conjunto? Más grave aún: una quinta columna de la derecha logró ingresar en las instalaciones del mismísimo Palacio de Gobierno (donde la CIA tenía oficina). Se aprovechó groseramente de la ingenuidad y la inocencia de la nueva izquierda nacional y -sigo al ministro Quintana- logró confundir las cosas, de tal modo que el propio ministro tuvo que confesar su perplejidad: “Unas veces son comerciantes y otras veces contrabandistas…”. ¡No se puede engañar así a un ministro: es un acto de mala fe!

Pero la contraofensiva racista y fascista cubrió más frentes: ¿cómo no utilizar a los medios? “Nuestro colega Quintana -y sigo al ministro San Miguel- es objeto de una campaña mediática”. Pero es que no podía ser de otra manera: los dueños de los medios de comunicación tienen que cumplir las órdenes de los grandes intereses oligárquicos, y sus rubios jefes, en Washington, les dibujan la estrategia. Y los gringos saben el enorme valor del ministro Quintana: ellos le han enseñado de táctica y estrategia, allí mismo, en Estados Unidos, ¡por eso pudo pescar a Usaid!, es un enemigo muy poderoso. Hay que poner en su sitio a los medios.

Hay que emplazar en Palacio al periodista y dejarlo mal. Y lo que en otras partes -donde gobiernan las oligarquías- sería un vulgar acto de matonaje presidencial, aquí es un escarmiento merecido: ¡que estos fascistas sepan de una vez por todas lo que es una verdadera revolución, carajo!

Cito al Presidente: “Como no me pueden tumbar, entonces inventan el tema del contrabando”. Jodida esta derecha: fascista, racista… ¡y ahora contrabandista!

* Analista político