Las cumbres de Brasil

En Latinoamérica se está inaugurando una nueva era en la que los antiguos paradigmas económicos y políticos son sustituidos por otros.

Editorial Los Tiempos

En medio de un ambiente signado por la consciencia de que Latinoamérica, como el resto del planeta, está ingresando a una nueva etapa de la historia cuya principal característica es la reconfiguración del escenario político mundial, en Brasil acaban de realizarse simultáneamente cuatro reuniones presidenciales para asumir de manera conjunta los inmensos desafíos del futuro inmediato.



Entre ellos, el más importante sin duda es el relativo a la necesidad de actuar coordinadamente para mitigar el impacto de la crisis económica global y sus previsibles secuelas políticas, entre ellas la pérdida del poder hegemónico que durante las últimas décadas detentó Estados Unidos. Este hecho da lugar a que en cada región emerjan nuevas potencias que aspiran a llenar en sus respectivas áreas de influencia el vacío que va dejando la nación norteamericana.

En ese contexto, Brasil surge en Latinoamérica, junto a Rusia, India y China, como aspirante a un lugar privilegiado en el plano multipolar que sustituye al unipolar que va quedando atrás. Esos cuatro países — denominados BRIC, por las iniciales de cada uno de ellos– sin perder tiempo y acicateados por la crisis global, han comenzado a ejercer su flamante papel.

Brasil, evidentemente, ha hecho un excelente trabajo, tanto que a pesar de las muchas discrepancias que no llegaron a ser saldadas en las cumbres mencionadas, se ha consolidado como el líder indiscutible de toda la región. Ha asumido la iniciativa, es el nuevo árbitro de las disputas y se yergue, sin rival al frente, como el eje articulador de una integración que incluye nada menos que el factor militar.

El hecho de que ésta hubiese sido la primera vez que una reunión de esta naturaleza se realice sin la participación de Estados Unidos o de la Unión Europea es de por sí significativo. El que se haya incluido a Cuba en el Grupo de Río y apoyado a ese país en su demanda contra el embargo comercial que le fue impuesto hace ya varias décadas, no lo es menos. Son señales de los nuevos tiempos que corren.

En lo que a Bolivia se refiere, es también indudable que el gobierno de Evo Morales logró anotarse una victoria diplomática más al haber conseguido que el “informe Mattarollo” sobre los enfrentamientos ocurridos en Pando sea plenamente respaldado pese a los argumentos que ponen en duda su idoneidad.

Ante este panorama, resulta innegable que en Latinoamérica se está inaugurando una era en la que los antiguos paradigmas económicos y políticos son sustituidos por otros frente a los cuales sólo cabe un enorme esfuerzo de adaptación. Y por lo que se ve, la izquierda socialista, en sus diversas vertientes, toma la delantera.