Los empresarios en la mira

Editorial Los Tiempos.

Es encomiable que la Federación de Entidades Empresariales haya salido en defensa de uno de sus afiliados, pues la solidaridad es más necesaria que nunca



Como para confirmar que cada uno de sus actos responde a una estrategia consistente en provocar uno tras otro conflictos con diversos sectores de la sociedad, el gobierno central, después de arremeter durante las últimas semanas contra la Iglesia católica y los medios de comunicación, ha abierto un nuevo frente de lucha, esta vez contra los empresarios privados de nuestro país.

El primer paso de esta ola de ataques ha sido la intervención de la Zona Franca de Cochabamba (Zofraco), valiéndose de un pretexto absolutamente inconsistente. Pero como ya se sabe, eso no importa. De lo que se trata es de destruir las bases económicas de un sector que por su misma naturaleza, es incompatible con un proyecto político que tiene entre sus principales objetivos la estatización de la economía. El sector privado es visto como un enemigo al que derrotar, y para lograr ese objetivo no se escatiman esfuerzos.

Durante los últimos meses, la ofensiva se concentró en el pilar más sólido del empresariado boliviano: la agroindustria cruceña, y principalmente la dirigida a la exportación. Así, mediante una serie de medidas, como el sabotaje a la provisión de combustibles y las restricciones a las exportaciones, logró en gran proporción su doble objetivo: en lo económico, asestó un golpe mortal a los productores cruceños y en lo político, consecuencia de lo anterior, dejó en la lona a un sector que jugó un papel protagónico en la defensa de la libertad económica.

Con la esperanza de ponerse a buen recaudo de modo que ese tipo de agresiones no le lleguen, el sector empresarial cochabambino intentó mantenerse al margen de la pugna. No sólo que no se solidarizó cuando más falta hacía con sus pares orientales, sino que, inclusive, optó por “tender puentes” de acercamiento con el régimen imperante. Como se ve, de nada valieron esos esfuerzos pues, cuando se tiene al frente a un gobierno con objetivos precisos, entre los cuales está la destrucción del sector privado, la condescendencia no es buena consejera.

En este contexto, aunque algo tarde, resulta encomiable que la Federación de Entidades Empresariales haya salido a la palestra en defensa de uno de sus afiliados asumiendo el riesgo que eso conlleva. Hacen bien los representantes sectoriales, pues a estas alturas ya no cabe dudar sobre los verdaderos motivos que alentaron la intervención de Zofraco. No es difícil prever que ese es sólo el inicio de una serie de actos similares, por lo que más que nunca resulta imprescindible la unidad del gremio y la más plena solidaridad de quienes, aun sin ser empresarios, no han perdido la fe en la posibilidad de defender la libertad, en este caso la libertad de empresa. Sólo así se podrá detener la sistemática destrucción del aparato productivo nacional.