¡Tienen mucho que esconder!

Aumenta la presión masista contra la prensa libre.

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Evo y sus «estrategas» en comunicación quieren acabar con los ojos vigilantes de los medios.



El gobierno está aplicando en forma sistemática una amplia ofensiva contra los medios de comunicación para restarles credibilidad y evitar las críticas dirigidas contra su constitución política del Estado. Esta campaña tiene varios componentes entre ellos las presiones económicas ya que se quita la publicidad oficial a todos los medios que se han mostrado medianamente críticos.

El caso más evidente fue el alejamiento del periodista Carlos Valverde de la red PAT. El mismo denunció que los directivos del canal fueron fuertemente presionados para sacar el programa “Sin letra chica” en el que diariamente criticaba varios aspectos de la administración gubernamental.

El gobierno es enemigo de la crítica, es natural, por cuanto los jerarcas masistas no se caracterizan por sus convicciones democráticas. Es así que se advirtió a los directores de PAT que se retiraría la publicidad gubernamental en caso de que el programa de Valverde siguiera saliendo al aire.

«¿Tú crees en los medios de comunicación? Yo, no». Esta frase, que apareció pintada en las paredes de varias zonas de la ciudad de La Paz, en la última semana, es otra muestra del escenario en el que se desenvuelve el periodismo en Bolivia.

Por un lado, grupos organizados, afines al gobierno, han emprendido desde hace meses una campaña de desprestigio contra los medios de comunicación privados y sus periodistas.

El resultado es una seguidilla de agresiones. El Observatorio Nacional de Medios (Onadem), de la Fundación Unir y la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación (Aboccs), contabilizó 245 ataques, entre octubre de 2007 y noviembre de 2008, contra periodistas.

El propio presidente de la República , Evo Morales, ha agredido verbalmente a las y los periodistas, argumentando que la información que se publica es falsa. El último incidente, relacionado con un caso de contrabando en el que se vio involucrado su favorito, el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, fue la ocasión para que el mandatario declarara que sólo «el 10% de los periodistas es digno».

El director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica San Pablo, Juan Cristóbal Soruco, cree que la autoría de las pintadas es de «los sectores más radicales del MAS (Movimiento al Socialismo), que son portadores de un proyecto autoritario y que les incomoda la crítica, la fiscalización, la denuncia».

Esta campaña es dirigida desde el mismo palacio de Gobierno y está cargo de dos funestos personajes a quienes nos hemos referido anteriormente en esta columna. Se trata del español Víctor Orduna que se encarga de la elaboración y difusión de los spots en el marco de la campaña “Bolivia cambia, Evo cumple”.

Orduna no solo gana por la elaboración de los spots sino que también exige a los medios se le asigne el 15 por ciento del costo de la difusión. El medio que se niega sencillamente deja de recibir la propaganda.

Otro implicado en esta campaña antidemocrática es el peruano Wálter Chávez, contra quien pesan varios cargos por delitos de terrorismo en su país. Su total falta de escrúpulos es ampliamente conocida y a pesar de no tener un cargo oficial, está permanentemente en palacio de Gobierno y recibe un jugoso salario cancelado con recursos de la cooperación venezolana.

Evo esta decidido a condenar a los bolivianos a ver y oír solo la versión transmitida por los medios estatales y algunos privados que se están sometiendo por conveniencia económica y absoluta falta de ética al gobierno masista.