Un pésimo año para el periodismo

Hay abundantes motivos para temer que el año que se avecina será muy difícil para todos, pero especialmente para los medios de comunicación, para el periodismo libre e independiente

Los Tiempos

Editorial



Llegado el momento de hacer evaluaciones sobre el año que concluye, hay un hecho que de ningún modo puede pasar desapercibido. Es que el año 2008 fue, para la libertad de prensa, para el periodismo independiente en general, el peor desde los años de las dictaduras militares. En más de una ocasión, los ataques contra los medios de comunicación trajeron a la memoria aciagos tiempos como los que, poco después del triunfo de la revolución de 1952 derivaron en la destrucción de este matutino en manos de las huestes organizadas por el MNR.

Es verdad que no se ha llegado a esos extremos, pero la tendencia parece apuntar en esa dirección. Ya son varios los atentados perpetrados con artefactos explosivos, y no han sido pocos los ataques ejecutados por turbamultas, alentadas por importantes dirigentes del MAS, contra las instalaciones de varios medios y, lo que es peor, contra periodistas agredidos mientras cumplían sus labores cotidianas.

Peor aún es el hecho de que esas agresiones callejeras realizadas por vulgares delincuentes contra el periodismo libre hayan sido opacadas por las protagonizadas nada menos que por el Presidente de la República quien, en cuanta oportunidad y escenario se le presenta, hace gala de su desprecio por toda forma de periodismo que no sea la oficial.

Por todo lo visto durante el año que concluye, se puede afirmar que está cada vez más nítido el modelo hacia el que el Gobierno se propone encaminar su relación con los medios de comunicación. Uno en el que la ciudadanía no tenga más fuente de información que la elaborada por los batallones de comunicadores oficiales. Es decir, un país en el que la información sea sustituida por la propaganda. Los contenidos informativos de los medios estatales, por una parte, y la ira que en círculos gubernamentales provoca el periodismo independiente, por otra son dos claras señales.

Pero tan penoso como el saldo arrojado por el año que concluye, es el panorama que se prefigura hacia lo porvenir. Es que como lo han dicho una y otra vez los principales mandatarios del país, ellos están convencidos de que los medios de comunicación, con la Iglesia católica, son los dos últimos bastiones de la oposición. Se ha utilizado en más de una ocasión la palabra “enemigos” para referirse a quienes difunden información y opiniones que no son del agrado de quienes gobiernan y se ha dicho también que 2009 será el año en que se consolide su pleno control del poder estatal.

Hay pues abundantes motivos para temer que el año que nos espera será muy difícil para todos, pero especialmente para los medios de comunicación, para el periodismo libre e independiente. Razón más que suficiente para redoblar esfuerzos en defensa de uno de los pilares fundamentales de la democracia.