A contraflecha…

En definitiva la Carta Magna que el Gobierno llevará a referendo el 25 de enero, para lo "plurinacional" y "multiétnico-cultural", tiene por referencia más el presente (equivalente a segundo en el reloj de la historia) que el futuro. Va contra el paso del tiempo.

Por: Mario Rueda Peña. Los Tiempos.

Bajo la acción del paso del tiempo, nada permanece invariable. Basta un siglo y quizás menos para que en toda sociedad políticamente organizada (República) las cosas no sean lo que antes eran. La actual globalización aceleró al máximo la dinámica del cambio, fenómeno al que algunos despistados asocian a causas puramente políticas (afirman que el neoliberalismo le hizo de partera) y no a esa creciente interacción de mercados que provoca la ciencia moderna asentada en la información y la tecnología de punta, reduciendo en forma drástica los espacios geográficos y políticos,



Bolivia no escapa ni escapará al oleaje del cambio por muchos que sean los diques de tipo ideológico-político que se le opongan.

Nos espera un destino de país mestizo. Quedará para el recuerdo lo "multiétnico" y "multicultural", categorías en nombre de las cuales la Carta Magna del Gobierno sepulta con lo "plurinacional" a la coherencia y sindéresis que en lo político, territorial y administrativo, debe darse siempre en cualquier país. ¿Cuándo se dará aquello? A partir de 1953 empezaron a caer las barreras de tipo estructural que a los campesinos indígenas les cerraba el paso a la integración social. Por cierto que se produjo a paso de tortuga este tránsito, pero sus efectos, de todos modos, se vieron reflejados en los resultados de los censos nacionales. Bajaba la cuota parte de lo indígena en la estructura demográfica y subía la de los mestizos. Los barrios populares de las principales ciudades del país se inundaban de aimaras y quechuas dedicados a la economía informal, el comercio ferial , el trasporte y una serie de menesteres menores. Sobre todo en ciertos barrios de La Paz y El Alto, surge una subestructura social aimara en la que por haber acumulado cierto capital y bienes, algunos nativos logran reconocimiento social, mientras otros encajan en el perfil de la clase media urbana y la mayoría en el de los desfavorecidos que viven al día. Pero todos se igualan en la aculturación inherente a la agregación rural a lo urbano. Pierden su identidad cultural original. Olvidan su lengua nativa y solo hablan español. Determinan un notable ascenso cuantitativo del mestizaje…

Se estima que dentro de 100 años, en las zonas rurales del país los indígenas representarán únicamente el 12% de la población total. El 80% de ésta será urbana y mayormente mestiza. Es casi seguro de que se extinga el 95% de las "naciones indígenas" que la Carta Magna del MAS convierte en espacios de soberanía territorial, política, administrativa y judicial dentro del propio Estado. Actualmente, no pocas de esas "naciones indígenas" se hallan al borde de la desaparición, porque sus pobladores migran a las ciudades. Otras, por ser de nómadas, ya se fueron de la selva amazónica boliviana, rumbo al Brasil o Perú.

En definitiva la Carta Magna que el Gobierno llevará a referendo el 25 de enero, para lo "plurinacional" y "multiétnico-cultural", tiene por referencia más el presente (equivalente a segundo en el reloj de la historia) que el futuro. Va contra el paso del tiempo.