Bolivia y el canto de la cigarra


Aún no es del todo demasiado tarde para cambiar, pero es difícil pensar que la gente que nos gobierna modifique su actitud…

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Editorial de La Prensa

¡Era feliz la cigarra cantando en verano! El sol brillaba y había abundancia. Una mañana, la cigarra fue despertada por un frío intenso. Y exclamó: “¿Qué va a ser de mí? Este invierno durará mucho, moriré sin nada que comer y sin una casa”. Y se dijo: “¿Por qué no pedirle ayuda a mi vecina la hormiga?”. Y llamó a la puerta de la hormiga. “¿Qué quieres?”, preguntó ésta cuando vio a la cigarra. La cigarra le dijo lastimosamente: “Tengo hambre y frío”. La hormiga respondió: “¿Ah, sí? ¿Qué hacías en verano mientras yo juntaba alimentos para el invierno?”. “Cantar era lo importante para mí”, dijo la cigarra. “¿Cantabas? Pues, ¿por qué no bailas ahora?”. Y con esta tajante respuesta, la hormiga cerró su puerta. La cigarra al poco rato murió congelada y hambrienta.

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Moraleja: en tiempos buenos hay que prepararse para los malos tiempos que algún día vendrán. Esta verdad elemental fue pasada por alto durante los tres años de gestión gubernamental y parece que en este 2009 recién iniciado se pretende continuar con lo mismo. Mientras en Bolivia sigue la política marcando el paso, el mundo entero ya se prepara para el más crudo invierno financiero que se haya visto desde la gran depresión de 1929. Comenzando con Estados Unidos y la Unión Europea, para terminar con los vecinos y otros países emergentes, todos se preparan para resistir a la crisis. ¿Bolivia? No, acá se cree que el verano durará toda la vida.

Los mejores años que tuvo Bolivia en décadas enteras se están terminando de perder ante la falta de políticas de Estado coherentes y de largo aliento. Lo único que valió y vale es la política, acompañada ésta de la implacable consecución de intereses ideológicos. No importan las consecuencias, importa la “nueva Bolivia”, aunque nadie defina con precisión nada acerca de esta propuesta.

Mientras esa irresponsabilidad se acentúa y se habla formalmente de diálogos en tanto que en la práctica se observa una larga serie de imposiciones, vemos que Bolivia está cada vez más aislada, pierde mercados, pierde oportunidades e inversiones.

Aún no es del todo demasiado tarde para cambiar, pero es difícil pensar que la gente que nos gobierna modifique su actitud. Tienen un plan trazado y parece que no les importa la destrucción de todo lo actual. El problema radica en que el “paraíso” que pretenden construir y prometen a sus hipnotizados seguidores no tendrá ningún asidero.

En nuestra periferia inmediata, Argentina, Ecuador y Brasil aplican medidas de protección a sus mercados por los efectos de la crisis mundial y eso afectará a nuestras exportaciones. Las “hormiguitas” del vecindario realizan su trabajo de previsión. A todo esto, la cigarra boliviana continúa cantando, aunque ya se comienzan a sentir los efectos negativos de tanto canto y de la falta de acciones preventivas concretas.

Tarde o temprano, los errores de hoy pasarán su dura factura. Para desgracia nuestra, el canto de la cigarra sigue y sigue. Bolivia corre el riesgo de terminar igual o peor que el insecto de la fábula. Penoso.