La destrucción de la industria del gas

La crisis del gas, que también afecta a los líquidos, no se explica sólo por la caída de las exportaciones a Brasil. La producción de líquidos ha ido en picada desde 2005. Eso provocó un desabastecimiento que puede acentuarse si el Gobierno no inicia ya mismo la importación de gasolina y gas licuado.

Editorial El Nuevo Día.

Por más vueltas que se le han dado a las ecuaciones de la industria energética boliviana, tiende a consolidarse una drástica disminución en las exportaciones de gas a Brasil y Argentina, lo que automáticamente se traducirá en muy poco tiempo, en una caída, también importante, en la producción de líquidos, especialmente de gasolina y gas licuado de petróleo.



La capacidad máxima de producción de gas de Bolivia es de alrededor de 41 millones de metros cúbicos y el tope requerido en la actualidad no llega a los 33 millones, pese a que Brasil decidió situar en 24 millones su demanda y no en 19 millones como lo había anunciado al principio. Argentina estuvo bombeando 6,2 millones sólo por unos días y ha tenido que bajar a 1,2 millones debido a problemas laborales en una planta de refinación. Las negociaciones para retomar los envíos de gas a Cuiabá están en curso, pero todo indica que los requerimientos no llegarán al millón de metros cúbicos. Las petroleras que operan en el país se han visto obligadas a reinyectar parte del gas en los pozos, pero ese es un paliativo que no resuelve el problema central. También se está priorizando la extracción de los campos con mayor presencia de líquidos. Otro parche.

Es un hecho entonces que, en términos globales, Bolivia tendrá que bajar su producción de gas y por ende la de condensado del petróleo, del que se extrae gasolina, diesel y gas licuado. El ministro de Planificación Carlos Villegas ya confirmó que se están tomando las previsiones para importar estos productos y por supuesto, incrementar las compras de diesel, un carburante deficitario desde hace años.

Las autoridades nacionales pueden atribuir esta caída a los problemas coyunturales originados en la reducción de las importaciones brasileñas, sin embargo, la producción de combustibles líquidos ha ido en picada desde el 2005, debido al derrumbe de las inversiones petroleras y a la incapacidad del Gobierno de mejorar las perspectivas de la industria después de la nacionalización. Hace tres años Bolivia producía casi 51 mil barriles diarios, cifra que bajó a 48 mil barriles en el primer trimestre del 2008. Los datos más recientes hablan de 46,6 mil barriles. En realidad este es el origen del desabastecimiento que se ha estado viviendo en los últimos meses y las malas noticias que llegan de Brasil no hacen más que agudizar el problema.

El caso más dramático tal vez es el del gas licuado, producto que alcanzó su cifra tope en el 2002 con 1.200 toneladas y hoy apenas sobrepasa las 700 toneladas. YPFB ha anunciado que, con las inversiones que se harán este año, el país pasará a exportar este combustible. La meta parece algo menos que imposible, pues las cosas tienden a empeorar.

¿Qué puede ser peor? Además de la disminución de los volúmenes también se prevé una caía en los precios del gas de exportación de alrededor del 50 por ciento. También se ha identificado que el valor calórico del gas (la calidad), también ha disminuido y eso puede incidir también en lo que paga Brasil.

La crisis del gas, que también afecta a los líquidos, no se explica sólo por la caída de las exportaciones a Brasil. La producción de líquidos ha ido en picada desde 2005. Eso provocó un desabastecimiento que puede acentuarse si el Gobierno no inicia ya mismo la importación de gasolina y gas licuado.