La esperanza sobre el miedo

Mucho de lo dicho por Obama en su discurso inaugural debe llegar a todos los pueblos del mundo y no sólo al estadounidense

Editorial Los Tiempos.

Con un discurso que tuvo en el triunfo de la esperanza sobre el miedo la idea central, Barack Obama juró ayer como el 44° presidente de los Estados Unidos ante la atenta mirada de cientos de millones de personas que a lo largo y ancho de la tierra lo escucharon conscientes de estar asistiendo a un momento crucial de la historia contemporánea.



“Estamos aquí reunidos porque hemos escogido la esperanza sobre el miedo”, dijo, expresando con esa frase los sentimientos que embargan no sólo al pueblo estadounidense, sino a los habitantes del planeta entero.

“Miedo” y “Esperanza” fueron las palabras principales del mensaje de Obama pues si bien reconoció que abundan las razones para lo primero, son más los motivos que inducen a mantener viva la fe en la posibilidad de que sus conciudadanos, como toda la especie, sabrán sobreponerse a las adversidades y salir airosos de los desafíos que deben afrontar en el futuro inmediato.

Fueron dos las causas del miedo identificadas por el flamante Presidente: la crisis económica, cuya magnitud no puede ser subestimada, y “la guerra contra una red de violencia y odio”, entrelazadas ambas por la crisis energética.

Pero tan trascendente como la identificación de los problemas actuales fue la exposición de sus generadores para que, pese a los varios y grandes que son, se opte por la esperanza. Así, abogó por la recuperación de la confianza en los valores e ideales de libertad, democracia y espíritu emprendedor que durante más de dos siglos constituyeron la base de la prosperidad estadounidense, así como por la firme decisión de defenderlos con todo vigor ante los ataques de quienes desde afuera se les oponen y desde adentro los socavan.

Como un anuncio de la firmeza con que se propone actuar, dirigió duras palabras a “los cínicos (que) no pueden entender que el suelo bajo sus pies ha cambiado; que los argumentos políticos rancios que nos han consumido por tanto tiempo ya no son aplicables”. Y no escatimó advertencias “a los dirigentes a través del mundo que buscan sembrar el conflicto, o imputan los males de su sociedad al Occidente”, al igual que a “aquellos que se aferran al poder por medio de la corrupción, el engaño y reduciendo la oposición al silencio”. “Sepan que sus pueblos los juzgarán con base en lo que puedan construir y no de lo que destruyan", les dijo, ofreciéndoles sin embargo extenderles la mano “si abren los puños”.

Elocuentes palabras que ojalá sean comprendidas por sus destinatarios que, como mucho de lo dicho por Obama son los pueblos del orbe y no sólo el estadounidense.