La nación imposible…

image Entre paréntesis….Cayetano Llobet T.

Todos han festejado, porque todos se han sentido ganadores. No importa si el gobierno alentó una expectativa muy superior a su votación, o si en el conjunto del país perdió el No.  Evo ha obtenido el instrumento que le permite su permanencia indefinida en el poder, y las regiones su reafirmación como tales. Lo de la refundación, lo del nuevo país, por una parte, y lo de la consolidación de las autonomías y los gobiernos regionales, por otra, son cuentos cercanos al disparate.

Podríamos quedarnos en la observación de lo burdo. Pero para ello bastaría una foto de don José Luis Exeni. Y no es que nos divierta especialmente el ridículo permanente que hace, sino la solemnidad con que lo hace. Y, en tanto más solemne, ¡más ridículo!  Y gracias a su historieta de la tinta “indeleble”, nos enteramos de que se  había lavado las manos, ¡cuatro veces!  Inútil esfuerzo, señor Exeni, porque su imagen es lo más lejano a la de las manos limpias…



Podríamos quedarnos con la lección de Pando. Con la de verdad, que no es la del payaso Mattarollo y la de Bachelet, aliada política de Evo. Bastó un domingo electoral para recordar a los partidarios de la fuerza, a los adoradores de los fierros, que en este país hay una ecuación histórica que no falla: ¡a más violencia, más rabia!  No es poca lección, porque obliga a descartar de la agenda gubernamental la tentación del atropello a lo bruto. Debería haberlo asumido después de su experiencia en Sucre. Pero lo de Pando es más lección, porque hubo planes, despliegues y búsqueda de muertos. Y el halconcito palaciego debería saberlo, porque más de un contacto tenía con los que sí sabían de dictaduras.

El fondo del problema es otro, y no depende de lo sucedido el domingo pasado. El gobierno, con sesenta por ciento y todo, no tiene el Estado suficiente para imponerse en el conjunto de país. Y las regiones, con su votación consolidada, no tienen posibilidad, ¡ni ganas!, de plantear un proyecto de Nación.  Y eso no depende de una votación: la mayoría de Evo no ha pensado en un texto para votar, ¡ni siquiera lo conocía!  El voto rural, determinante, no es el más informado… ¡salvo que el “país libre de analfabetismo” esté haciendo milagros!

El voto por el Sí no es un premio a la gestión  -¿cuál gestión?-, sino la afirmación de su adhesión a Evo, canalizadora de años de frustración y discriminación, hoy transformada en rabia. Y el voto de las regiones es la afirmación de localidad frente al centralismo, independientemente de la vaguedad de los proyectos autonómicos y a pesar de la desastrosa dirección de sus conducciones políticas y cívicas.

Ni el referéndum,  ni el nuevo texto constitucional, han detenido ni van a detener el proceso de desagregación social. Es más probable que la Constitución oficialice ese proceso. Ni, desde luego, las presentaciones presidenciales o vicepresidenciales van a operar el milagro de acabar con el proceso de desinstitucionalización.  Puedo imaginar, en los próximos meses, una Corte Suprema surgida de elección popular y puedo adivinar  -en Bolivia se adivinan los nombres muy fácilmente-, quiénes van a ser los dueños de esos magistrados. Lo que nadie va a poder hacerme creer es que ese va a ser el comienzo de la  nueva institucionalidad nacional.

El momento liberal y el momento movimientista, han sido los dos únicos intentos de hacer Nación, ¡y ninguno ha culminado su objetivo!  No veo ninguna razón, más bien todo lo contrario, para pensar que esté en marcha un proyecto de nación… ¡y ya estoy un poco viejo para comenzar a creer en los milagros!