No solo miente, también aburre

Alguien decía, con cierta dosis de cinismo, que se puede mentir al pueblo pero nunca aburrirlo. Y el presidente Evo Morales hizo ambas cosas durante su “informe” de gestión ante el Congreso Nacional el pasado 22 de enero. Mintió y aburrió de manera irremediable y repitió de forma inmisericorde las sandeces a las que nos tiene acostumbrados.

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El presidente de la República, Evo Morales durante su informe a tres años de su Gobierno al pleno del Congreso Nacional (ABI)



 

Definitivamente el presidente Morales debía tener un poco más de consideración hacia nosotros que nunca le hicimos nada y no somos culpables de nada, excepto, quizás, de haberlo llevado a la Presidencia y eso, hay que reconocerlo, es un crimen por el que ya estamos pagando bastante caro y lo continuaremos haciendo en el futuro.

Por suerte este año, el informe “solo” duró cuatro horas pero que de por si resultan excesivas cuando no se dice absolutamente nada y cuando mediante lecturas de abultados informes mal hilvanados se quiere ocultar algo que ha sido característica de estos tres años de gobierno: la absoluta falta de gestión.

Es claro que alguien le dijo a Evo que es un excelente orador y el se lo creyó. No se puede evitar que venga a la memoria el cuento de aquel reyezuelo al que le vendieron una tela que solo podía ser vista por gente inteligente. Es evidente que a Evo lo engrupen con facilidad extraordinaria al punto de que está convencido de que el mundo no podría existir sin su presencia.

La demagogia intrínseca a su personalidad está llegando a niveles patológicos y vive en un mundo de ilusión que le han diseñado para él sus colaboradores y algunas ONG´s que financian indigestos libros y películas sobre su vida, para el consumo de incautos.

Ha convertido al Palacio de Gobierno en una “isla de la fantasía” donde él puede hacer realidad todas sus atrabiliarias ambiciones rodeado de sus cortesanos que vitorean y aplauden todas sus barrabasadas y con eso garantizan que seguirán recibiendo las migajas del poder.

Se cuenta que Evo siempre acabó desplazando a todo aquel que tuvo en alguna oportunidad la osadía de criticar algunas de sus medidas. Esto le resulta particularmente intolerable en un mar de adulones en el que destaca Juan Ramón Quintana que ha llegado a convencerlo de que es un tipo pintudo, gracioso e inteligente y que tiene una nariz respingona.

Nada raro que de ser aprobada la constitución masista, esta sea reformada de inmediato para declarar fiesta nacional el día del cumpleaños de Evo y establecer la obligatoriedad para todos los bolivianos de peregrinar por lo menos una vez en la vida al pueblito donde nació, Orinoca.