Ocaso moral en el país

image Manfredo Kempff Suárez* en La Razón.

El dramático desenlace en el que perdió la vida el empresario tarijeño Jorge O’Connor Taborga ha conmovido a toda la sociedad boliviana y la ha llevado a una conclusión: Bolivia está moralmente destruida. Es suficiente leer la prensa, oír la radio, ver la televisión, escuchar las quejas de la gente, para darse cuenta que el país está pudriéndose sin remedio. Pasaron los gobiernos militares entre un mar de acusaciones de deshonestidad e ineficiencia, y transcurrió la llamada democracia formal también acusada de corruptelas arteras y de repartijas entre pocos de los despojos del Estado. Llegó la democracia participativa, inédita y santona, predicada por un cocalero mesiánico, y Bolivia siguió hundiéndose en el lodazal de la corrupción.



De nada valió que Evo Morales anunciara una nueva era basada en el “ama sua”, “ama llulla”, “ama quella”, conjunto de tres normas prehispánicas que castigaban el robo, la mentira y el ocio. De nada valió porque justamente este Gobierno se ha convertido en el más corrupto de la era democrática, sacándole ventaja, en picardías y artimañas, a todo lo anterior. No se cumple con la honestidad anunciada a los cuatro vientos por S.E., porque resulta que los “originarios” habían sido igual o más codiciosos que sus conquistadores. Todo había sido cuestión de oportunidad. Los masistas, más pobres que los políticos tradicionales, creen que les ha llegado la hora de llenar sus arcas, y no están perdiendo el tiempo. Tal vez con la desventaja que son menos duchos y discretos en el oficio de desmantelar el Estado.

El hecho desgraciado y lamentable del asesinato de O’Connor no hace sino confirmar a una Bolivia mafiosa. En este país no existe negocio posible, no hay inversión, no sucede emprendimiento que pueda sortear un círculo que es similar a la cosa nostra. Sobre todo a la omertá o ley del silencio cómplice. Es decir que extorsionan y roban algunos, los capos, y nadie es culpable, porque la mafia gubernamental calla respetando la omertá, el siciliano secreto pactado. Jamás se van a delatar, jamás van a declarar la verdad ante un juez, nunca se van a traicionar, porque sería un estigma para el traidor a la nueva Bolivia incorruptible, íntegra, justa, proba, distinta, que anunció S.E.

Empezando por el fraude político, que es una oprobiosa manera de corrupción, pasando por el quebrantamiento y sojuzgamiento del Poder Judicial, que deja indefensa a la sociedad, a este gobierno se lo recordará mal. Se lo recordará mal por todos los negociados de YPFB (incluido el último que costó la vida de O’Connor); por el descarado contrabando que viene de antaño, pero sin la desfachatez de los 33 camiones en Pando que han quedado en la nebulosa; por el asalto a las tierras de Santa Cruz que es un robo descarado de loteadores oficialistas y que va a costar vidas; por recibir y repartir los cheques venezolanos que no pasan por ninguna fiscalización sino que van directamente al Palacio.

Pero, lo más grave de todo, es el narcotráfico. Esa es palabra maldita y prohibida en Bolivia. Todo el mundo sabe que el narcotráfico ha crecido tanto como los cultivos de coca. Se sabe hasta quiénes están en el negocio porque los sorprenden con las manos en la pasta. Pero se impone el silencio. La omertá. El mundo entero sabe que el dinero del narcotráfico está por todos los rincones del país. Se sabe de nuevos ricos como en los años en que la droga estaba en su auge. Y no ha sido precisamente el MAS ni S.E. quienes han frenado este flagelo terrible. Peor, quieren convencer a la humanidad que la coca no es dañina y que nada tiene que ver con la cocaína. Acuden a los organismos internacionales para buscar un certificado de buena conducta a la madre del monstruo.

Vamos, directo, a convertirnos en una Narco-República. Y estamos ciegos. Una Narco-República y queremos que todos quienes nos miren estén ciegos. Se ha despejado de incordios el Chapare sólo para fabricar cocaína, no por asuntos de soberanía. Va a nacer, ciertamente, la nueva Bolivia. Ya se la ve asomar desde el Chapare.

*Escritor y diplomático.