Corrupcion YPFB: los Córdova, de pobres a un clan con poder y dinero

Los Córdova eran el vínculo con Santos Ramírez.

La Fiscalía acusó y liberó a los Córdova desde jóvenes.

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Involucrados • Arriba, los cuatro supuestos delincuentes presentados por la Policía. A la der., los hermanos Luis Fernando y Ernesto Córdova. (foto archivo de 30 enero 2009)

La Razón

Los hermanos Córdova Santiváñez llegaron de Potosí a La Paz muy pequeños. Comenzaron a trabajar recogiendo basura de las casas de su barrio y desde muy jóvenes se involucraron en negocios presuntamente ilícitos, lo que les permitió acumular una fortuna y tomar contacto con círculos de poder. Hoy, dos de los siete hermanos están encerrados en la cárcel de San Pedro.

Una persona que conoció a los Córdova en la zona de la Periférica y que pidió mantener su nombre en reserva, contó a La Razón que los hermanos cobraban para recoger la basura de sus vecinos.

Aproximadamente en 1986, los padres de los hermanos Córdova deciden separarse. Miguel Ángel, Ernesto, Juan Carlos, Luis Fernando, Leydi y Patricia se quedaron a vivir con su madre, mientras que Marco Antonio, el actual diputado por Podemos, optó por permanecer junto a su padre, relató un allegado a la familia. “Los hermanos que se quedaron con la madre estudiaban en colegio particular, en cambio Marco Antonio en colegios fiscales”, contó.

La señora Córdova ofrecía el servicio de té en la estatal YPFB desde hace unos 15 años, según la declaración que Ernesto Córdova hizo a la Policía.

Transcurridos los años, Ernesto y Luis Fernando conformaron una pandilla que era conocida desde la avenida Periférica hasta la Pérez Velasco: los Jodi’s. El grupo infundió temor en las personas que rondaban por esa zona y Ernesto, que era conocido como el Papi’s, era el más “cráneo, él planeaba todo”, según las fuentes. Luis Fernando era el Ticoco y a Miguel Ángel le decían Micky.

La separación de sus padres no impidió que los hermanos estén en permanente contacto. Según personas que conocieron la pandilla, el ahora diputado de Podemos, al que le decían Mijail , también formaba parte de ella, aunque el congresista lo negó.

En esa etapa de sus vidas comenzaron a ganar dinero fácil y rápido. “Vendían celulares robados, los daban por Bs 100 y no duraban ni una hora; luego Ernesto se dedicó a vender facturas, con las que logró acercarse a gente de mucho poder”, relató una de las fuentes que los conocía.

Para aquel entonces, los hermanos no sobrepasaban los 22 años de edad, pero ya habían denuncias en la Policía en contra de cuatro de los Córdova.

“Era raro ver a changos de 17, 20 años con autos modernos. Tenían modelos que no habían en el país”, contó una de las fuentes. Gente que conoció muy bien a la familia Córdova aseveró que “cuando le iba bien en los trabajos que hacía Ernesto, a la semana ganaba como $us 1.200, que por lo general era lo que recaudaba”.

Marco Antonio, Ernesto y Luis Fernando estudiaron Derecho. El primero logró obtener maestrías y diplomados en el exterior, según sus allegados, mientras que Ernesto no culminó la carrera. El último habría terminado sus estudios y aparentemente ejerció su profesión de abogado.

El 27 de enero, el empresario Jorge O’Connor D’Arlach fue asesinado en la puerta de un domicilio en la avenida Tejada Sorzano. Le robaron 450 mil dólares y estaba acompañado de su asesor legal, Luis Fernando Córdova. Ese dinero, aparentemente, estaba destinado a pagar una coima, que involucra al ex presidente de YPFB, Santos Ramírez.

Las investigaciones en este caso revelaron que Luis Fernando Córdova también figuraba como asesor de la empresa estatal del petróleo, lo que muestra su cercanía con el ex presidente de YPFB. La Policía identificó a Ernesto y Luis Fernando como autores intelectuales del hecho.

El hermano del presidente Evo Morales, Hugo, admitió esta semana que conocía a los Córdova, pero negó vínculos con ellos.

Un pariente de los hermanos señaló a este medio que sus familiares lamentan que Ernesto y Luis Fernando no hayan pensado en sus padres y en sus hijos antes de involucrarse en estos hechos, que finalmente, tras varias denuncias sobre actividades ilegales, les costó la libertad.

“Los hermanos siempre estuvieron metidos en actos sucios, vendían autos robados, facturas, celulares, traficaban con mujeres, con menores de edad y con drogas, pero siempre tuvieron el apoyo de los cargos medios de la Policía, no tenían miedo a la Policía”, relató otra fuente.

El entrevistado contó que los hermanos habían encontrado apoyo en la Policía, en la Alcaldía y en el ámbito político. “Pagaron como $us 50 mil para que su hermano, Marco Antonio, sea diputado por Podemos, cuando ese cargo se encontraba destinado a un ex militante del MNR”, afirmó la fuente. El movimiento económico que generaron no fue suficiente para los hermanos, quienes vieron en los locales nocturnos el verdadero negocio.

“Como ya tenían plata, comenzaron a frecuentar locales de mujeres, iban muy seguido a El Caracol, que era un boliche en Villa Fátima. Ahí se hicieron amigos del dueño y comenzaron a ayudarle con sus contactos en la Alcaldía. Así evitaban que cierren su boliche preferido”, relató.

Luego, como empresarios, porque así son denominados por algunas autoridades ediles, abrieron sus propios locales.

“Ernesto abrió el Azabache, que estaba en la avenida Armentia, era un local de ‘remate’ y no tenía licencia ni nada, había tragos adulterados”, informó a este medio un funcionario de la Alcaldía, quien prefirió mantener su identidad en el anonimato.

Inmediatamente abrió El Caballito, local que aún continúa atendiendo a sus clientes en la zona de Villa Fátima. “Ese local fue intervenido como 15 veces, pero nunca fue clausurado. Cuando íbamos a cerrar el local, encontrábamos menores de edad, tragos, palos de picotas y, como eran las cinco o seis de la mañana, cuando se hacían los operativos, estaban ahí Ernesto y Luis Fernando, en estado de ebriedad, hasta parecían que estaban drogados”, contó.

Más tarde, Luis Fernando abrió el bar Ticoco’s. “Ese local sí tiene todo en orden, la licencia de funcionamiento, aunque tiene una tarjeta amarilla, porque se excedió en la hora de atención”, sostuvo.

La fuente edil señaló que cuando se encontraba con los hermanos Córdova, “Ernesto era muy dejado, impresionaba su apariencia, tenía marcas en el rostro; en cambio Luis Fernando era más empresarial, más pulcro, era más fácil hablar con él”, dijo.

Como los negocios prosperaron, abrieron más clubes nocturnos, la Media Naranja por ejemplo, que era de Ernesto. Abrieron también el night club Anaconda, que tiempo después fue cerrado por la Alcaldía.

Otra autoridad señaló que los Córdova hallaron protección en ciertas esferas del municipio paceño. Otra fuente aseguró que los Córdova conocían a la concejal Rosario Aguilar, pero ella afirmó que hasta ahora nunca había oído hablar de ellos.

Ernesto Córdova Santiváñez, considerado como uno de los más grandes proxenetas de la ciudad de La Paz y actual dueño de un local de “remate” y prostitución llamado El Caballito, llegó a manejar nueve bares ilegales ubicados en diferentes zonas de la urbe paceña, según confirmaron autoridades de la Alcaldía.

“Desde el año 2002 hasta el 2004 tenía aproximadamente unos nueve locales. Que yo recuerde, tenía uno que estaba en la calle Armentia, otro en Villa Pabón, dos en Villa Fátima, inclusive han llegado a instancias judiciales porque han traficado con dos menores de edad que hacían de meretrices”, afirmó la autoridad municipal que pidió el anonimato por seguridad.

De acuerdo con las denuncias, Ernesto trabajaba con mujeres jóvenes y de procedencia extranjera. “Traían mujeres de Paraguay, Brasil, ofreciéndoles trabajar como meseras. Les pagaban los pasajes, las alojaban y luego las extorsionaban. Les decían que podían irse cuando quieran, pero después de pagar por el traslado y el alojamiento, con lo que las forzaban a ser damas de compañía en sus locales”, sostuvo una fuente policial.

Los relatos de personas que llegaron a conocerlo coinciden en que Ernesto Córdova no podía administrar solo sus lenocinios y, por ello, sus familiares le prestaban su colaboración.

“Sus hermanos eran los que le ayudaban, por lo menos he visto a tres o cuatro en la atención de los locales. Toda la familia estaba metida en esto, ellos trabajan muchísimo con la prostitución”, complementó otra fuente que conoció de cerca esos ambientes.

Córdova inició el negocio de los locales de remate y prostitución con El Azabache, según fuentes allegadas a él. Este bar estaba ubicado en la avenida Armentia, pero las autoridades lo clausuraron porque no contaba con licencia de funcionamiento.

Así, otros bares de remate como El Charro, ubicado en la avenida Armentia; El Melgarejo, en la calle Estados Unidos; el Media Naranja, situado en la calle Potosí, y otros ubicados en la subida del mirador de Killi Killi, en Alto Miraflores, funcionaron sólo un tiempo y luego fueron cerrados, hasta que Ernesto inició las gestiones para levantar El Caballito.

Ubicado a pocos pasos de la plaza Villarroel, es un local que funciona desde las 4.00. Con la infraestructura de un domicilio particular y un frontis nada revelador, los clientes habituales ingresan a la vivienda donde, escondida tras un mueble, hay una puerta de acceso a distintos ambientes clasificados para todo tipo de gustos y presupuestos.

La Alcaldía intervino ese local unas 15 veces, según revelaron fuentes ediles, y en las requisas hallaron a mujeres menores de edad y bebidas adulteradas, entre otros. “Muchas veces sus hermanos parecían estar drogados y se ponían agresivos cuando se hacía la requisa”, reveló la fuente.

Ahora El Caballito cuenta con todas las licencias de funcionamiento y trabaja hasta en el día.

Para Ernesto, el negocio de la prostitución y las casas de cita fue más provechoso que cualquier otro y su ambición lo llevó a crear un night club de mayor nivel: el Anaconda, ubicado en la calle Capitán Ravelo, a pasos del Puente de las Américas, que albergaba a clientes con mayor presupuesto económico. No obstante, fue clausurado el 2003.

Ernesto Córdova fue involucrado en el asesinato y volteo de 450 mil dólares al empresario Jorge O’Connor D’Arlach. Su hermano menor, Luis Fernando, era socio del fallecido empresario y hoy ambos guardan detención preventiva en el penal de San Pedro, acusados de ser los autores intelectuales del crimen.

De acuerdo con una investigación realizada por este medio, Luis Fernando, el menor de los siete hermanos Córdova, también cuenta con su propio local, El Ticoco’s, ubicado en Villa Fátima. Este bar tiene licencias de funcionamiento, “pero ya tiene tarjeta amarilla, porque se excede del horario permitido, hasta las 4.00” manifestaron en la Alcaldía.

Los Córdova eran el vínculo con el ex titular de YPFB

Los hermanos Ernesto y Luis Fernando Córdova fueron acusados la mañana del jueves 29 de enero de ser los autores intelectuales del volteo de 450 mil dólares, que derivó en el asesinato del empresario tarijeño Jorge O’Connor D’Arlach, dos días antes.

Luis Fernando, el menor de los hermanos Córdova, trabajó como representante legal de la empresa Catler-Uniservice en La Paz —a la que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) adjudicó un proyecto para la habilitación de una planta separadora de licuables en Río Grande, Santa Cruz— y que O’Connor D’Arlach presidía. Según la Policía, Ernesto fue quien habría planificado el volteo del dinero con cinco delincuentes y con la venia de su hermano menor.

La fiscalía sospecha que Santos Ramírez, presidente destituido de YPFB —y aparentemente familiar lejano de los Córdova—, pidió a O’Connor D’Arlach un “diezmo” por cada desembolso que efectuara la petrolera a Catler-Uniservice; es decir, el 10% del dinero que depositaba YPFB a la empresa adjudicada.

Hasta el 27 de enero YPFB habría realizado el tercer desembolso de 5 millones de dólares a nombre de Catler-Uniservice. Ese día O’Connor D’Arlach debía hacer la entrega de casi el 10 por ciento de ese dinero: los 450 mil dólares que iban a ser recibidos por los familiares de la esposa de Ramírez, Jiovanna Navia, en un domicilio de la calle Tejada Sorzano de La Paz.

O’Connor D’Arlach, Luis Fernando Córdova y otros retiraron de una entidad bancaria la suma y se dirigieron a la vivienda en la Tejada Sorzano; sin embargo, el empresario no sospechó que cinco delincuentes, dos de ellos armados, lo esperaban para robarle el dinero.

Según la Policía, Ernesto Córdova contrató a los delincuentes y juntos habrían planificado cómo dar el golpe delictivo.

En una vagoneta negra, el empresario llegó a la puerta del domicilio donde esperaba Gonzalo Aramayo, primo de Jiovanna Navía. Según la declaración de los testigos, O’Connor D’Arlach salió del coche con una parte del dinero e inmediatamente fue interceptado por los delincuentes. El volteo y el asesinato ocurrió a dos cuadras del Caballito, donde la Policía halló días después documentos relacionados con YPFB y una Laptop que habría sido arrebatada a O’Connor.

La resistencia al atraco provocó que uno de ellos le disparara en la boca y lo hiriera de muerte. Con el botín en las manos, los delincuentes se dieron a la fuga en dos vehículos. “Ernesto estaba parqueado en una camioneta blanca a metros de la casa”, reveló una fuente de la investigación.

Según las pesquisas policiales, luego del atraco, los delincuentes retornaron al domicilio de Ernesto para repartirse el dinero. La Policía indicó que uno de ellos recibió 38 mil dólares por el trabajo y quien le disparó al empresario obtuvo 50 mil. A la fecha hay dos personas prófugas.

La Fiscalía acusó y liberó a los Córdova desde jóvenes

Desde muy jóvenes, los hermanos Córdova acumularon antecedentes en la Policía, con denuncias desde falsedad material hasta tentativa de homicidio.

El 6 de enero de 1994, cuando Ernesto Córdova Santiváñez tenía sólo 22 años de edad, fue acusado de tentativa de homicidio, según antecedentes registrados en las oficinas de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen y a los que tuvo acceso La Razón.

Dos años después, el 10 de agosto, en la misma oficina se registró una acusación en contra de Juan Carlos Córdova Santiváñez, quien entonces tenía 21 años, por violación. Entonces Córdova estuvo detenido a pedido del Ministerio Público.

El 23 de junio de 1997, Juan Carlos fue denunciado por falsedad material, pero quedó libre a requerimiento del fiscal que atendió el caso. El 8 de septiembre de 1998, ya de 23 años, Juan Carlos fue denunciado por corrupción de una menor y quedó libre a pedido del Ministerio Público.

En 1997, Marco Antonio, actual diputado de Podemos, fue denunciado dos veces por falsedad material. Ocurrió el 23 de junio de ese año. Asimismo, Luis Fernando, que en aquel entonces tenía 17 años, también fue acusado por el mismo delito.

Ernesto y Luis Fernando se encuentran encerrados en el penal de San Pedro acusados de ser los autores intelectuales del asesinato del empresario Jorge O’Connor D’Arlach y del volteo de 450 mil dólares

El 2007, el Ministerio Público pidió un permiso especial al Parlamento para investigar a Marco Antonio Córdova, por el caso de la entrega de visas para beneficiar a ciudadanos chinos.

El 10 de julio del 2008, el parlamentario fue acusado de poseer tres cédulas de identidad, según datos de la Policía. El primer documento tenía el número 43309461, el segundo el 4521756 y el tercero el 4330946, todos con La Paz como lugar de emisión.

Respecto a Ernesto y Luis Fernando, la Organización Internacional para las Migraciones elaboró un informe sobre la trata y tráfico de menores de edad, en octubre del año 2004. En aquel documento sobresalen los nombres de los hermanos Córdova por ser considerados parte de una de las principales redes de tráfico de menores de edad.

El 5 de mayo del año pasado, la División de Trata y Tráfico de Personas de la FELCC investigó la posible prostitución de niñas de 15 y 17 años en el local El Caballito, que pertenece a Ernesto.

En aquella oportunidad, el director departamental de esa entidad policial, Víctor Hugo Daza, dijo que se llegó al lugar gracias a la denuncia de un ciudadano.

En el momento del operativo se encontró a tres niñas de 15, 16 y 17 años, dos oriundas de La Paz y una del oriente, que trabajaban como damas de compañía.

No tienen relación con el narcotráfico y contrabando

Sobre los hermanos Luis Fernando y Ernesto Córdova pesan una serie de acusaciones referentes a negocios ilícitos, pero ninguna relacionada con el contrabando y el tráfico de estupefacientes, tal y como se publicó erróneamente en un espacio publicitario de La Razón este sábado, en la página A-22.

Pedimos disculpas a nuestros lectores y a los directos afectados por el perjuicio que pudo haber causado este error, incluido en un anuncio publicitario.

Cabe recordar que ambos se encuentran sometidos a procesos penales en instancias judiciales, pero que a la fecha no se ejecutó ninguna sentencia final.

Sus defensores legales, en un contacto con este medio de comunicación, manifestaron que no existe documentación que respalde ese tipo de acusaciones.

El presente informe fue realizado en base a datos obtenidos por personas allegadas a los hermanos Córdova Santiváñez y por información proporcionada por autoridades policiales y municipales que llevaron procesos en contra de los hermanos Córdova en gestiones anteriores.