¿A donde nos llevan?

Debe ser la inquietante pregunta que se están haciendo los bolivianos a la luz de acontecimientos que no son deseables. El atentado contra el domicilio del cardenal Julio Terrazas es otro signo alarmante del rumbo que está tomando el país.

imageEvo y Álvaro gobiernan y los otros, los dirigentes, aplican la presión y la violencia a discreción

Antes fue un atentado contra un medio de comunicación en Yacuiba, en el que estuvo involucrado un militar del servicio de seguridad del palacio de gobierno, por lo que el asunto quedó sin sanción ni esclarecimiento alguno. Luego tenemos la toma violenta de la casa del exvicepresidente Cárdenas, hecho frente al cual el gobierno mostró una complaciente negligencia.



El atentado contra el domicilio del cardenal Terrazas adquiere contornos más que preocupantes si se toma en cuenta que el MAS, el presidente Morales y sus colaboradores se han mostrado intolerantes con la Iglesia Católica y sus ataques contra ella han sido recurrentes.

Estos y otros hechos muestran el evidente sesgo autoritario que está asumiendo el gobierno del MAS y que solo se ve medianamente atenuado por la coyuntura político electoral que lo obligan a ocultar su intolerancia para intentar recuperar a una clase media que le esta dando la espalda.

Las turbas para amedrentar a los opositores, el cierre del congreso planteado por dirigentes y apoyado por el propio presidente, los atentados terroristas contra quienes cometan el error de disentir y las amenazas y expulsiones de periodistas de los enclaves masistas como El Alto, Achacachi y otras comunidades rurales, no son más que diversas expresiones de una misma concepción fascistoide que no tolera el más mínimo disenso.

El cardenal Terrazas vino reflexionando en el último tiempo sobre diversos aspectos que preocupan a todos los bolivianos cumpliendo su labor pastoral y esto molestó mucho al gobierno quien considera que la Iglesia debe limitarse a sus funciones espirituales o convertirse en un apéndice del MAS como ha ocurrido con varias organizaciones sindicales.

Curiosa coincidencia entre un gobierno que se proclama de izquierda y las dictaduras del pasado que consideraban subversivo que la Iglesia levantara la voz contra la pobreza y contra las violaciones de los derechos humanos.

El atentado contra el cardenal Terrazas y el aumento de las amenazas contra periodistas y medios de comunicación independientes, no solo es una advertencia para que se callen sino que es también una advertencia contra todos los bolivianos de que en el futuro no se tolerará expresiones discordantes al régimen.

Que se calle el cardenal Terrazas es dudoso. Quien conozca su talante está seguro que continuará con su labor esclarecedora, que el gobierno con su mentalidad simplista e intolerante, considera que es parte de una campaña orquestada por la derecha y la oligarquía.

No está demás recordar la sacrificada defensa que hizo el cardenal Terrazas cuando era obispo de Oruro y arriesgaba su propia vida para proteger a los perseguidos durante la dictadura de Luis García Meza. Eso se lo recordó a Evo el propio Filemón Escobar, quien también ha sido rebajado a la categoría de “traidor” por haber disentido con quien fuera su discípulo en el pasado.

El presidente en el transcurso de su “huelga de hambre” denunció, curándose en sano, que en Santa Cruz existían grupos paramilitares y que tenían la intención de atentar contra su vida. Si es cierto lo de los paramilitares, Evo pasó por alto un pequeño detalle, el objetivo de estos grupos no es él sino los opositores reales o ficticios contra su gobierno.

Muy malos vientos soplan desde hace tiempo en el país. Son los vientos de la demagogia, la corrupción y la intolerancia. Sin embargo la sabiduría popular afirma que quien siembra vientos, cosechará tempestades.