El terrorismo es un fenómeno ajeno al verdadero ser humano

La violencia brutal ejercitada en Santa Cruz, pone a todos en la necesidad de actuar conforme a sus principios. En ámbito de esa obligación global, el Gobierno está en la disyuntiva de entrar en ese juego o diferenciarse claramente en el ejercicio de la paz y del respeto irrestricto al ser humano.

image Editorial Opinión.

Por lo que ha sucedido ayer, parece que la violencia está destinada no sólo contra el cardenal Julio Terrazas, sino también en relación con otras personalidades nacionales. Los informes de las instituciones correspondientes dicen que el complot tendría un ámbito más grande. Semejante provocación no sólo a las entidades oficiales, sino al país, debe ser respondida mediante una acción global. Está en juego la paz y la tranquilidad de todos los bolivianos. El terrorismo, en su actuar ciego y cruel, no repara en el dolor que puede ocasionar a personas inocentes.



Las experiencias internacionales de los años 70, muestran las dimensiones descontroladas que el terrorismo puede alcanzar y las reacciones y respuestas que genera. Cuando comienza la violencia ciega, desprovista de toda condición humanitaria, nadie está totalmente libre de sus consecuencias. Ese brote, ciertamente monstruoso, nos afecta a todos. Obviamente, la primera responsabilidad corresponde a las autoridades y después a los dirigentes políticos y de organizaciones sociales. A esta altura podemos exigir a quienes tienen la obligación de precautelar la paz y la tranquilidad del país, por lo menos dos acciones imprescindibles.

En primer lugar las investigaciones deben ser rápidas y eficientes. Esto quiere decir que se descubra, sin lugar a dudas, lo que realmente está sucediendo. La población, precisamente, para participar en una respuesta colectiva a la provocación terrorista, exige conocer la verdad, sin deformaciones de ninguna naturaleza. Necesitamos saber, quiénes son los autores, con qué medios y recursos cuentan y qué objetivos buscan. El Ministerio de Gobierno tiene la obligación insoslayable de mostrar con la mayor claridad y precisión a los autores y sus declaraciones.

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Con seguridad hay un contenido político en lo que está sucediendo. La población que sabe analizar y comprende la realidad, conoce el pensamiento y la conducta de las corrientes en juego. No será fácil tergiversar, disimular o utilizar el terrorismo como pretexto para otros fines. La gente no aceptará que tal antecedente sirva para un escalonamiento desmedido de pretensiones sectarias. A pesar de todo no es imposible descubrir la verdad y actuar en consecuencia.

El electoralismo que otra vez envuelve al país en un proceso meramente político, en sí mismo es un acontecimiento que desorganiza, moviliza y enfrenta. Quienes pretenden llegar a la alta dirección del país, tienen que saber que ya no es fácil utilizar la violencia para generar acciones que sin tal antecedente serían inaceptables. Queriéndolo o no el régimen imperante está ante una prueba decisiva, su comportamiento demostrará la ideología que profesa, los métodos que está dispuesto a utilizar y su concepto acerca del ser humano. En estos días demostrará si realmente es democrático, humanista y revolucionario o lo contrario. Difícil momento, pero quizá propicio para que cada uno de los bolivianos asumamos la conducta equivalente a nuestros principios y anhelos.