Hoy están en juego la democracia e inherente a ella el ámbito de lo político, que es todo aquello que concierne al Estado, al gobierno de sociedades diversas, sus instituciones, la economía, ideologías, religiones, artes, entre otros temas. Pero el espacio donde lo político se realiza, es en la política, es decir, en la práctica política referida al ejercicio del poder y a las políticas que se ejecutan desde del poder, frente a los conflictos de intereses que existen en toda formación socioeconómica diversa, pluri-multi.
Lo político y la práctica política están hoy en juego ante la arremetida autoritaria del binomio Morales-García Linera, amén de lo indígena-originario-campesino, que representa apetitos sindicales y corporativistas populares, manipulados por los masistas en aras de su reproducción en el poder, vía la mascarada de ir a elecciones generales con un padrón contaminado de fraude. Si el presidente de la Corte Nacional Electoral reconoce que un 30% de ese padrón está con problemas ¿cómo es que el presidente Morales se ufana de que tiene la aprobación de organismos internacionales? O no se lo han dicho quienes debieran decírselo, o no le importa. El ‘le mete’ nomás, para concentrar todo el poder político, militar, económico y social.
Los sectores populares están en su derecho de tener cualquier apetito. Pero nadie tienen el derecho de someter a toda la sociedad boliviana a la ‘voluntad del pueblo’, Morales dixit, porque esa ‘voluntad’ emerge de elecciones fraudulentas. ¡Vaya gracia: una voluntad hecha a sopapos a la democracia! El padrón está con ‘problemas’ admitidos apenas hoy por la Corte, cuando hace rato el analista Carlos Valverde lo viene denunciando, como el presidente del Senado, Oscar Ortiz, con otros contundentes datos. En sociedades preciadas de demócratas, esas denuncias invalidarían cualquier resultado. Pretender que vayamos a elecciones con un padrón contaminado y a favor de la dupla Morales-García Linera es una degradación de la política. Claro que no les importa, pues saben que sólo con ese padrón tramposo ganarán elecciones.
No es el bien común lo que les interesa, pues lo supeditan a su estrecha visión de la política y a su inflexible voluntad de reproducirse en el poder contra viento y marea. Como tienen la enfermiza tendencia a generar violencia, desconocen la concertación, desechan el diálogo y optan por la ruptura. Así quedó demostrado el pasado Jueves Santo, en el Congreso, cuando se trataba de acercar a las partes para hacer una viable Ley Electoral Transitoria. Una vez más, el Vice, hablando con un cinismo que avergüenza, pateó el tablero y sometió a votación dicha ley, sin tomar en cuenta el diálogo y los acuerdos logrados. Que un senador hoy afecto al MAS, le hubiese exigido que se incorporaran esos acuerdos, hace a la forma, no al fondo. El fondo es el desprecio a la pluralidad y a la práctica política en democracia.
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La huelga de hambre de Morales es el recurso del que echó mano para hacerse ‘el victima’ y seguir presionando, dado que más cercos punitivos al Congreso o la renuncia de sus parlamentarios, o el cierre del Parlamento, no hubiesen sido bien vistos por el mundo.
Estamos en presencia de la degradación de la política, pues en nombre de una revolución que no han hecho, o del llamado ‘proceso de cambio’ que muy poco ha cambiado, salvo la corrupción, Morales-Linera, están erradicando el Estado Democrático de Derecho, en vez de erradicar la coca excedentaria.