Los DD.HH y la declaración marxista de Evo

En la cita, Evo desafió a uno de sus mejores amigos y aliados, otro de los funcionales y serviles al proyecto oscurantista, me refiero a José Miguel Insulza, a quien retó a que por tan “noble acto  intelectual de reconocimiento de postura ideológica (?)”, Bolivia sea desafectada de la OEA

image Por Cayo Salinas – Columnista – Los Tiempos 19/04/2009

En la semana que termina, la Fundación Libertad y Democracia y la Federación de Profesionales de Santa Cruz, dentro el programa “Coloquios Democráticos”, me invitó a ser parte del panel de comentaristas de la ponencia “Diagnóstico de los Derechos Humanos en Bolivia” a cargo del Dr. Hugo Achá, presidente de Human Rights Foundation Bolivia (HRF).



Compartí testera con Susana Seleme, con quien intercambié visiones, perspectivas  y puntos de vista respecto  al diagnóstico que oímos y a lo que está aconteciendo en Bolivia en esta materia.

El evento fue auspicioso y marca un elemento que corresponde sea destacado: después de 1982, los derechos humanos pasan por su peor momento y no a causa de militares ni de grupos afines al quebrantamiento constitucional, sino a consecuencia de acciones directas del gobierno.

Episodios recogidos por HRF respecto al  ejercicio abusivo del poder que afecta directamente la vida de los ciudadanos para colocar lo más atingente y, la restricción a otro tipo de derechos como los de libertad de opinión, expresión, acceso a la justicia imparcial, sometimiento al juez natural, etc. que ciertamente plantean un cuadro de situación impensable en democracia, corroboraron lo que la mayoría de los bolivianos percibimos como un hecho irrefutable. En efecto, con 61 muertos fruto del abuso del poder político y de la falta de respeto a elementales principios de orden constitucional, en Bolivia andamos muy mal en esta materia.

El representante de HRF relató con amargura  el testimonio de  padres, hijos, esposas, esposos y hermanos de cientos de ciudadanos que en diversos lugares del país, sufrieron la embestida brutal de fuerzas de represión  policial y militar al amparo del gobierno que se halla emborrachado con la idea que tiene de que representa a la mayoría y que el poder les durará por siempre.

Bajo esa lógica, el arremeter contra todo aquel que no esté de acuerdo con lo que la nomenclatura masista piensa y ordena, marca el inicio de un oprobioso proceso de  ostracismo  y proscripción de los derechos humanos en la medida que, éstos y lo que conlleva su protección, respeto y fortalecimiento, representa para la consolidación del sistema democrático.

Sin derechos humanos no hay democracia y su defensa no pasa, por ejemplo, por el accionar de ONG´s como la Apdhb, que recordará Ud., cobijaba a ciudadanos que  atacaban y no comulgaban con administraciones pasadas y que sí lo hacen con ésta sin disimulo y pudor. Por tanto, los derechos humanos,  su obediencia y resguardo no dependen de éste tipo de asociaciones  o por lo que en algún momento vaya a decir el gobierno a través de sus articuladores. Ni la Defensoría  del Pueblo que tiene una función legal definida, representó la seguridad del respeto de las garantías de las personas. De ahí que luego del diagnóstico presentado por el Dr. Achá y de la exteriorización del parecer de  Susana y del mío, lamentablemente la regla nos está enseñando que en este rubro, hemos retrocedido en una secuencia casi geométrica  y que es el poder político el responsable de ser el que en mayor medida vulnera preceptos, principios, garantías y derechos de orden constitucional.

Lo peor de todo, que la consecuencia del terrorismo de Estado que estamos viendo, se reduce al objetivo de garantizar la reelección de Evo. No importa a qué precio y a qué costo, importa, por objetivos internos y externos, mantener en el poder al Presidente de la República y repito, a costa, incluso, de la conculcación de los derechos de los ciudadanos. Para eso, no importa cuánto deba hacerse, cuánta gente deba perseguirse,  cuánta tramoya deba urdirse y cuánto disparate se hable. Si no, reparen en la confesión que Evo acaba de hacer al declararse “marxista, comunista y leninista” en la Cumbre del ALBA, el grupo de amigos de Chávez que siguen creyendo que vivir en el oscurantismo dándole la espalda a la integración, al desarrollo y al conocimiento es la mejor forma de perpetuarse en el poder.

En la cita, Evo desafió a uno de sus mejores amigos y aliados, otro de los funcionales y serviles al proyecto oscurantista, me refiero a José Miguel Insulza, a quien retó a que por tan “noble acto  intelectual de reconocimiento de postura ideológica (?)”, Bolivia sea desafectada de la OEA.

Evo no sólo se abanica en su rol de funcionario público de mayor jerarquía en representación de un país, —no del MAS ni de los cocaleros y sus amigos—, sino que nos coloca nuevamente en una situación de absoluta vergüenza colectiva. Debería  importar un cacahuate si es marxista, si leyó alguna vez a Marx o si se reconoce un jacobino. Nos importa de él que tenga la capacidad de administrar el Estado y que lo haga preocupándose porque los derechos humanos sean respetados y porque se hagan los esfuerzos necesarios para que las personas no pasen hambre, desempleo, inseguridad ciudadana y para que las arcas públicas dejen de ser saqueadas.

En todo caso, si no se impone el sentido común y la eficiencia a la hora de hacer gestión, seguiremos pasando papelones como éstos y los DD.HH permanecerán donde están.