El MAS y el estilo chimpancé

image Jorge Landívar Roca

Carlos Matus (19311998), ingeniero Comercial, especializado en Alta Dirección y Planificación Estratégica, Ministro de Economía del Gobierno de Salvador Allende, en su libro ‘Estrategias Políticas’ establece estilos distintos de gobernar una sociedad y para ello presenta: 1) el estilo Gandhi, 2) el estilo Macchiavello, y 3) el estilo chimpancé. Para ello, Matus, utiliza el estudio sobre el comportamiento de los simios realizado por el antropólogo holandés Frans B. de Waal.

Según esta clasificación, el ‘estilo Gandhi sería el más desarrollado, pues el chimpancé se encuentra en la fase de humanización, aunque ya tiene conciencia de lo que es ser humano. Los valores y la ética pasan a primer plano y se reconoce que el hombre tiene derechos que abarcan al oponente, el cual no debe ser tratado como enemigo. La fuerza moral y el consenso mandan sobre el proyecto y el proyecto manda sobre el líder, el que no se reviste de ninguna imagen superior ni reclama poderes especiales. Difícilmente en este estilo pudiéramos identificar la acción política del presidente Morales.



Según Matus, un estilo menos desarrollado es el ‘estilo Machiavello’, pues en él, el chimpancé recién se alfabetiza, desarrolla su inteligencia, acomoda sus valores a la lucha despiadada y construye un proyecto para el grupo, es decir, transita del fin personal al social y la acción del jefe queda subordinada a la guía de un proyecto que lo trasciende. En este estilo, lo que importa es el objetivo y este es superior al individuo. Los medios y la ética deben acomodarse a este propósito. El jefe está al servicio del objetivo y se encarna en él de modo íntimo. El jefe no es el proyecto, pero el proyecto parece imposible sin ese jefe. Tampoco en esta catalogación podemos acomodar al presidente boliviano.

Matus, finalmente describe el ‘estilo chimpancé’, el modo más primitivo de hacer política, cuya característica es la relación dominación-sometimiento, del poder por el poder, de alianzas y coaliciones tácticas, transitorias e instrumentales y de una rivalidad permanente por la jefatura de la manada, alternada con períodos de reconciliación. En esta intención son frecuentes las intimidaciones y las correspondientes reacciones.

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Este estilo es el que más identifica la actitud política de Evo Morales para dirigir a los bolivianos hacia ninguna parte. La supuesta concertación con la oposición y la generación de alta tensión en el país son sólo pretextos para consolidar el sometimiento a su gobierno. Se trata de un juego suma cero donde el proyecto es Evo y Evo es el proyecto. Los bolivianos deben acatar sumisamente sus decisiones mientras él los guía a su capricho e instinto. Para nadie es extraño el individualismo extremo del presidente y la hiper-valoración de la fuerza, la agresión racial constante y el alto valor de la amenaza como criterio de superioridad.