Dos versiones

image Gastón Solares Ávila

En Perú está ocurriendo lo mismo que en Bolivia. En nuestro país, sobre el tema terrorismo, hay definitivamente dos versiones: la oficial, que asegura que el terrorismo es real y que es obra de la oposición que pretendía iniciar su acción con un magnicidio, y la de la oposición que coincide con la de Emilio Martínez, autor de “El ciudadano X1 y X2”, que acaba de poner a la venta un nuevo libro titulado: “La masacre del hotel Las Américas”, en el que afirma que es un montaje del gobierno del Presidente Morales.

En el país vecino, los ciudadanos están viendo con verdadero estupor la matanza de policías que fueron degollados por los indígenas. Los titulares de la presa limeña parecen propaganda de películas de terror.”La Nación” afirma que Alan García masacra a los nativos y que durante 55 días su gobierno dilató la solución del conflicto y culpa de supuestos terroristas a etnias selváticas a las que habría ordenado exterminar. En cambio, el presidente peruano, asegura que se trata de una conspiración internacional y, sin nombrarlos, identifica a Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia, como los autores de esta intromisión interesada en evitar el progreso peruano, versión que tiene mayor credibilidad por las encuestas realizadas. El diario Expreso” se refirió ayer a una carta dirigida por Evo Morales a indígenas peruanos instándolos a “pasar de la resistencia a la rebelión y de allí a la revolución”.



En Bolivia, continúan las dudas sobre lo que realmente ocurrió con la muerte del hijo del inmigrante húngaro llamado Eduardo Rozsa y de la gente de su grupo, extraños personajes que siendo “terroristas” supuestamente profesionales contratados, hicieron declaraciones a la prensa, se sacaron fotografías con diversas armas, se alojaron en hotel de cinco estrellas y permitieron ingenuamente que se les grabe conversaciones en las que se lamentaban no haber sabido algo que todos sabían, como era la reunión de gabinete en el Lago Titicaca, para proceder con el asesinato de las más altas autoridades nacionales. Además, simultáneamente, pretendían matar a gente del gobierno y de la oposición, dentro de la que estaría inclusive el ilustre cardenal boliviano y el prefecto cruceño. Cosas, ciertamente, que van contra toda lógica.

“El Correo” limeño, da cuenta de que el “valiente” Alberto Pizango, “el líder indígena más buscado del país por incitar a una protesta sangrienta que acabó con la vida de veinticuatro policías, se quitó la careta y demostró que no enfrentará a la justicia, ya que se asiló en la embajada de Nicaragua, país centroamericano aliado de Hugo Chávez”.

El Presidente Alan García, en un mensaje televisado, pidió calma y serenidad y denunció el complot internacional. Varios periódicos se refieren al apoyo que estaría otorgando Bolivia al proceso insurreccional peruano, cuyo impulsor sería el perdedor de las últimas elecciones de apellido Humala, hombre de la simpatía de los presidentes Chávez y Morales. Según el congresista Luis Gonzáles Posada, el mensaje de Evo Morales a los representantes de las comunidades nativas y campesinas que participaron en una cumbre realizada el pasado 29 de mayo en Puno, confirma la infiltración ideológica en hechos que sólo competen a los ciudadanos peruanos, afirmación que agrava las relaciones entre Perú y Bolivia. A todo ello, se suma la declaración de Luis Vásquez Villamor que en Lima expresó que “Chávez gobierna Bolivia y quiere lo mismo en Perú”, lo que se destaca en los principales diarios limeños.

En síntesis, en el Perú se cree que el origen del conflicto Perú-Boliviano, nada tiene que ver con el asilo otorgado a ex ministros “sin importancia” del gabinete del ex presidente Sánchez de Lozada, sino que se trata del pretexto para desestabilizar al régimen de Alan García, contrario a las políticas de Chávez y Morales ya que el Perú está empeñado en encauzar el camino del desarrollo económico y social de integración a los grandes circuitos comerciales y económicos de Estados Unidos, Europa y Asia.

Lo que está ocurriendo en Perú y Bolivia, países bajo gobiernos de absoluta divergencia ideológica, responden a dos versiones diferentes de una misma realidad. En ambos casos, se distorsiona la verdad y se atenta contra la lógica. Sólo un análisis objetivo y sereno permitirá al ciudadano encontrar la verdad.


Recibido de A.D. x email