La credibilidad periodística en juego

image Hernán Cabrera M.

La mentira no es noticia, esto debe quedar claro, demasiado claro para periodistas y no periodistas. La manipulación de un hecho noticioso o declaración de algún entrevistado no es ético, es irresponsable. El periodismo no es un instrumento para generar más confrontación entre los bolivianos y es un golpe bajo a la democracia. La tergiversación informativa es atentatoria a los derechos humanos de cada persona. La calumnia e infamia que propaga una persona que tiene el poder del micrófono no es un género periodístico, sino cualquier cosa. Los rumores que a veces lanzan los sectores en pugna deben ser considerados como la punta del ovillo para que el hombre y mujer de la prensa empiecen a hacer su propia investigación y difundir sus resultados, pero no meros chismes ni comentarios de pasillos.

El oficio periodístico en las actuales circunstancias no puede darse el lujo de equivocarse, ni cometer errores grasos e inmensos. Es igual que el médico que no puede poner en peligro la vida de algún paciente en estado grave o cuando le diagnostican una enfermedad mortal. No tiene derecho a equivocarse porque si lo hace una vida puede irse y será acusado de negligente e incapaz.



En el caso del periodismo cuando hay errores, mentiras e imprecisiones lo que está en juego es la credibilidad, la confianza que el pueblo aún tiene en los medios de comunicación, los cuales tienen que responder a los actuales retos, y que no ocurra que esa credibilidad esté siendo minada por los mismos periodistas y sus jefes. Sin duda, son algunos casos pero en esta guerra mediática y de intereses se viene generalizando estos hechos negativos, teniendo como uno de los protagonistas a los medios de información del Gobierno, que aprovechan los errores de los otros para lanzar toda su artillería, como ocurre al contrario, cuando el Canal 7 comete alguna irregularidad tendrá a sus principales enemigos a los medios privados.

Ahora estamos enfrascados en una guerra mediática, en una confrontación entre los medios privados y los medios del Estado. Cada cual se declara defensor y baluarte de la verdad, de la ética, del compromiso y cuando se cometen errores, sin duda, se aprovecha el escenario y hay que desprestigiar y destruir al adversario. La primera víctima en una guerra es la credibilidad. Y la víctima complementaria a ella en la actual situación en que nos debatimos es la ética periodística.

En los últimos día hemos asistido a una serie de situaciones comprometedoras en algunos canales de televisión y radioemisoras, que por dignidad se debería hacer un acto de análisis, autocrítica y de repensar muchas cosas nobles que tiene el periodismo. Desde las radios comunitarias, el canal estatal y el periódico Cambio, vemos, escuchamos y leemos casi a diario severas acusaciones contra los demás periodistas, aquellos que trabajan en los periódicos, radioemisoras, canales de televisión de índole privado. Esto tampoco es ético y se debe enmendar.

Lo ocurrido con la red PAT cuando se muestran imágenes del supuesto avión Air France accidentado, como si fuera un informe exclusivo, siendo que esas imágenes correspondían a una serie televisiva, debe ser un toque de alerta importante para quienes son parte de este medio televisivo. Más allá que la jefatura de Prensa haya pedido disculpas por el “error involuntario”, queda en la mente del ciudadano y de muchos periodistas la duda, en el sentido, de que si con este hecho han tratado de manipular los sentimientos, ¿cómo será con otros de la vida cotidiana, de los accidentes de tránsito, de las peleas, de la polarización política, de las declaraciones de autoridades del Gobierno, de la Prefectura, de las violaciones, etc?

Si no hubiera sido por las agencias internacionales, la manipulación de PAT hubiera pasado desapercibida, y sin mayores comentarios.

El New York Times despidió a un periodista, a su planta de editores y a otros cuando se descubrió que un tal Jason se inventaba historias de la guerra de Irak, siendo que él estaba en su domicilio particular en Estados Unidos. Este monstruo del periodismo admitió sus errores e hizo una reingeniería para recuperar la credibilidad de los ciudadanos. Hoy a más de cinco años de este hecho sigue con los esfuerzos por recuperar el tiempo perdido.

La Red UNO hace algunos días mostró que la presentadora de Unitel, Jimena Antelo saliendo de un boliche y a una policía declarando que la atropelló y que le iniciaba un juicio. Luego la Red UNITEL este mismo hecho lo mostró de otra manera, señalando que la presentadora y ex modelo era objeto de un acoso policial y de presiones foráneas.

De nuevo la pregunta ¿a quién le creemos? ¿quién dice o tiene la verdad periodística? ¿quién manipula, quién miente?

Ni hablar en algunas radioemisoras de Santa Cruz, como el caso de Radio Oriental, cuyo director, Arturo Mendivil, cada día sólo tiene como lenguaje la acusación, la difamación, la calumnia, los insultos y las groserías: carajo, collas razas malditas, hijos de puta, pacos desgraciados, cruces de llama con piedra, son algunos de los gritos desesperados que se escuchan en esta radio y todo a nombre de la libertad de expresión y de un “estilo de hacer periodismo”. Mientras se jacta de todo ello, Mendivil afronta un juicio laboral por Bs 30.000 por el pago de beneficios sociales a una ex trabajadora, que le prestó servicios por más de 16 años. ¿Es esto periodismo de opinión? ¿La libertad de expresión tiene algún límite o aguanta todo?

A ello hay que agregar todo el aparato de difusión gubernamental y medios con que dispone el Estado, a través de los cuales se viene bombardeando con todo un plan de campaña política, antes que con información, que resulte creíble.

Para afrontar todos estos errores se torna sumamente urgente y necesario que los medios de comunicación cuenten con mecanismos de autorregulación y códigos de ética, tal como lo deja establecido la Constitución Política del Estado en sus artículos 106 y 107. Para el efecto el Consejo Nacional de Ética viene trabajando en un Código de Ética que viene siendo consensuado entre la Asociación de Periodistas de La Paz, la Confederación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia, la Asociación Nacional de la Prensa, la Asociación Nacional de Radiodifusoras y representantes de los canales de televisión.

“La ética es inseparable al periodismo como el zumbido al moscardón”, decía Gabriel García Marquez.