José Manuel Lara Bosch, presidente del Grupo Planeta
XAVI AYÉN – Barcelona – LA VANGUARDIA
Los alumnos del máster de Edición de la Universitat Pompeu Fabra apuntaron ayer en sus libretas frases que tal vez utilicen en su futuro profesional. Recibían la lección de clausura del curso de José Manuel Lara Bosch (Barcelona, 1946), presidente del Grupo Planeta, el mayor conglomerado editorial del mundo en lengua española. Justo antes de su experiencia en el aula, el editor concedió una entrevista a este diario.
Su padre empezó comprando una editorial por la prensa…
Sí, vio un anuncio en el diario: la editorial Tartessos buscaba un comprador. Le cambió el nombre por el de Lara, pero tuvo problemas y al poco se la vendió a Janés. En 1949 fundó Planeta…
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… que hoy factura…
… las industrias culturales del grupo unos 3.000 millones, aproximadamente, de los cuales 1.800 proceden de los libros y 1.200 de los medios de comunicación.
¿Qué porcentaje del entorno español ocupan ustedes?
En librerías, estamos por encima del 20%. Si suma usted ventas a crédito, quioscos… ya llegamos al treinta y mucho, casi el 40%.
¿Qué editorial pasará antes a engrosar sus filas, Anagrama, Tusquets o Ediciones B?
Nuestros planes no son comprar más sellos en España. Y esos ejemplos que usted cita… sinceramente, Jorge Herralde podría decir lo mismo que Luis XIV: ´Anagrama c´est moi´. La editorial es él y no se ha preocupado de crear un equipo que le suceda. Y, sin Herralde, ¿qué vas a comprar? ¿El fondo? Si las ventas de fondo son el 20% de una editorial…
¿Tiene tiempo para leer?
Eso no me lo quita nadie. Tengo vocación de estudiante. El fin de semana me leí cuatro libros.
¿Cuáles?
Las galeradas del libro de Manuel Conthe donde explica su estancia en prisión. El ensayo de Javier Cercas sobre el 23-F, Anatomía de un instante. El de José María Calleja sobre El Valle de los Caídos. Y unas pruebas de una novela de Maria de la Pau Janer.
¿Y no le ha hincado el diente al último Larsson?
Sí, sí, voy por la página 350. Ya he roto el libro y todo.
¿Cómo?
Sí, estos libros tan gordos los rompo para poder leerlos mejor, en tres o cuatro partes. Luego, si me ha gustado, me compro otro para la biblioteca de casa. Antes, de joven, los rompía muy fácilmente, con la fuerza de la mano me bastaba, pero ahora me cuesta más. De hecho, con este Larsson tuve que pedirle un estilete a mi secretaria para cortar el lomo. Se quedó muy extrañada al verme proceder: "¡¿Pero qué hace?!"
Usted, a diferencia de Herralde, sí que ha pensado en su sucesión y ya tiene a su hijo trabajando en el grupo.
Sí, hace cinco años. No voy a cumplir los 70 como presidente ejecutivo del grupo. Presidiré la junta de accionistas, tendré un cargo honorífico y, hala, que me saquen en las procesiones: para los premios Planeta, entrevistas…
¿Y qué hará?
Me quedaré una de las editoriales más pequeñas y rupturistas del grupo para volver a hacer de pequeño editor, decidir las cubiertas de un libro, pisar la imprenta, sentir los olores… Cuando me dediqué plenamente a ello fue la época de mi vida más divertida. Dejaré de ser empresario para volver a ser editor de calle. Tengo fecha, pero no se la diré.
¿La piratería le preocupa?
Absolutamente, es un grave problema cultural. Ya no se hacen grabaciones en estudio de grandes orquestas filarmónicas como las que hacía Von Karajan, porque ya no hay quien recupere la inversión. No podemos consentir el precio cero, un mundo donde no exista la propiedad intelectual y no sea delito robar. No soy partidario de culpar al usuario, sino al que piratea, a los señores que, por ejemplo, tienen las 40 webs que hay en España desde donde se bajan el 80% de las copias piratas de cine, porque se sabe quiénes son, tienen nombre y apellidos, y ellos sí hacen negocio, poniendo anuncios en sus webs de empresas vinculadas a los grandes operadores de telefonía. Al usuario no hay que putearle, sólo concienciarle de que, si no paga un poquito, los músicos no van a poder grabar discos.