De pandillas y “pandillitas”

SUSANA Susana Seleme Antelo

Cuando el Vicepresidente calificó a algunos cruceños como “Pandillita de vivos, pillos y mafiosos que ha querido ensangrentar Santa Cruz", dudé de su calidad de estadista, porque el uso del lenguaje político serio está reñido con el insulto chabacano, y siempre punitivo. Claro que la seriedad política nunca fue un atributo de los hombres del gobierno, mientras el Vice parece haber perdido su pasado acopio intelectual. Aquella andanada es la confirmación de la política de confrontación, también cínica, del MAS empezando por el Presidente.

Usar un lenguaje a la altura de sus investiduras no les importa, pues lo que persiguen es su reproducción de poder, al amparo de una estudiada sociología de masas y de comunicación: causar un impacto demoledor para estigmatizar, amedrentar y acomplejar a Santa Cruz y a su gente. El Vice acudió al término “pandillita”, como una distinción del resto, pero queda : “vivos, pillos y mafiosos que han querido ensangrentar a Santa Cruz” ¿Quiénes y cuándo la ensangrentaron? Los que asesinaron a tres extranjeros en un hotel cruceño, no fueron los de esa supuesta “pandillita”, sino los propios hombres del gobierno, ayudados por su aparto represivo y un conocido apoyo externo.



Hay que gritar con convicción que el supuesto magnicidio-terrosismo-separatismo es un invento gubernamental. Hay que gritarlo aquí, al resto del país y a la comunidad internacional. Sobre el supuesto magnicidio, nadie picó el anzuelo por repetitivo. Pero el terrosismo-separatismo fue un hábil montaje, desde la ‘importación’ de Rosza, denunciada por una periodista española, a dos día de la matanza en el hotel de marras. Esa importación está comprobada con la fotocopia del pasaje de Rosza a Bolivia –con el nombre de su alias- pagado por la omnipresente embajada venezolana, fotocopia presentada por Carlos Valverde en su programa “Sin Letra Chica”. Nadie lo ha desmentido.

A los aventureros los trajo el gobierno y aquí hubo algunos que escucharon a un orate para hacer autodefensa. Desatino quizás, pero no terrorismo.

Al único que el solícito fiscal Sosa debe convocar es al cuarteto que gobierna este país: el Presidente, el Vice, el ministro de la presidencia y el de Gobierno. ¿Cómo calificarlo? Hay muchas calañas de pandillas.

Ellos diseñaron la estrategia de aproximaciones sucesivas para ver cuál tenia mayor impacto, y llegaron al terrorismo y luego al separatismo. Machacan con citaciones violando normas procedimentales y Derechos Humanos, para hacer interrogatorios sobre un mismo libreto: 97 preguntas iguales para todos los convocados, a partir de lo que dijo el aleccionado testigo clave, porque no tienen argumentos jurídicos para acusar ni condenar a nadie. Disponen, eso sí, de abogados que “le meten nomás”, para judicializar un asunto político que nunca existió, y que les conviene mantener hasta las elecciones de diciembre, como efecto distractivo, pero de alta sensibilidad política.

Aquí no hubo ni hay terrorismo-separatismo, sino manipulación del cuarteto para menoscabar al adversario cruceño, en aras a su reproducción de poder.

Utilizan a Santa Cruz como amenaza a la unidad de Bolivia, que nunca la amenazó, cuando esa unidad, si está en entredicho, es por aquello de que la “identidad aymara es expansiva… Su identidad es un hecho político” ( A. García Linera Tinkazos # 20.La Paz 2006). Ese meollo aymara indigenista es una verdadera amenaza por excluyente, antidemocrática y ahistórica.