El artista de los ingredientes


Nació con un solo brazo, pero eso nunca fue un obstáculo. Luego de estudiar Gastronomía y Artes Plásticas en España regresó al país para abrir una fundación en pro del arte y la cultura. Su obra va desde lienzos hasta finos platillos.

image• DESTREZA • Con ayuda de un cuchillo, el chef del restaurante Villaserena se apresta a picar un tomate.



Una cabeza de cebolla blanca es reducida a pequeños trozos en menos de 10 segundos. La misma suerte corren tres aceitunas y unos cuantos tomates. Los vegetales, sumergidos previamente en aceite de oliva, son colocados dentro de una copa de cristal depositada sobre un plato.

Sólo resta esparcir un poco de orégano molido sobre la mezcla y decorarla con placas de queso parmesano fundido para que Juan Pablo Villalobos Oroza —chef del restaurante Villaserena— termine de preparar la “ensalada perfecta”: que primero deleite la vista del comensal y, luego, conquiste su paladar.

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Juan Pablo, de 29 años, no es un chef común. No sólo llama la atención su habilidad para la cocina pese a tener una sola mano, sino además resalta el hecho de que es un apasionado por el arte. Debido a esto es que desde niño desarrolló el gusto por la música y la pintura.

La música también está presente. El chef cambia el cuchillo, la sartén y los aderezos cuando se dedica a su más antigua afición: interpretar el bajo. Hace poco volvió a tocar en una banda luego de cinco años. Se trata del grupo de death metal (rock pesado) Taparacu.

A pesar de haber nacido con un solo brazo, fruto de un síndrome no identificado, su madre Isabel Oroza cuenta que “es una persona que en su vida jamás ha tenido un “no puedo” por delante.

Ella aún conserva las ilustraciones que hizo su hijo a los cuatro años; así como los animales que forjó en plastilina. “Hizo todo lo que tenía que hacer un niño travieso: subir árboles y cerros”.

En 1999, tras finalizar sus estudios en el colegio Calvert, Juan Pablo emigró a Barcelona (España).

Allí estudió Gastronomía en la Escuela Hofmann y Artes Plásticas en la Escuela de Diseño y Artes (EINA). Luego cursó la especialidad de Cerámica en la Escuela Llotja.

“Me sorprende lo similar que son la cocina y la cerámica; en ambas trabajas con el fuego y la temperatura, y en base a recetas”, afirma el artista.

En Europa además encontró el amor: Montserrat Esteban Alaix (nacida en Barcelona), su esposa y dentro de seis meses, la madre de su primer bebé.

En octubre del 2006, ambos decidieron retornar a Bolivia. Los movía un sueño: abrir un centro cultural que cobije a aquellos artistas que no siempre encuentran cabida para exponer su obra en galerías comerciales.

El anhelo tomó la forma de una casa de más de 100 años de antigüedad, ubicada en la avenida Ecuador, esquina Pedro Salazar (Sopocachi).

En ese lugar funciona hace dos años y dos meses el Centro Arte y Culturas Bolivianas. Además están ahí el restaurante Villaserena y el café Luna Llena; donde tangos, música criolla, trova y latinoamericana tienen espacio reservado cada viernes y sábado.

Según Juan Pablo, ambos negocios surgieron para que el proyecto cultural sea autosostenible. “Ese momento aún no ha llegado, pero estamos en el camino que nos trazamos”.

Las tres salas de exposición del centro son de uso gratuito para pintores, escultores, fotógrafos, escritores y otros. Sin embargo, las expresiones artísticas traspasan esos límites y están presentes en cada rincón de la casona.

Máscaras de cerámica adornan la entrada y esculturas y pinturas al óleo invaden los ambientes del pub, en la planta baja. Mientras, Cecilio Guzmán de Rojas, Franz Tamayo y otros grandes autores observan desde el techo del primer piso, donde Gunar Quispe y Mariana Mendieta los retrataron como parte de un mural.

Villaserena no es la excepción. “Cada plato es como una pequeña escultura en su presentación”, dice Juan Pablo. “La cocina es un arte bastante amplio porque trabajas con los sentidos: el gusto, el olfato y la vista”.

El restaurante incorpora la cocina de autor, la de fusión y la nueva cocina boliviana, que consiste en preparar platos contemporáneos con ingredientes autóctonos del país.

“Es increíble la versatilidad que tiene Juan Pablo. Aplica un carácter artístico y creativo a todos los ámbitos de la vida”, dice Montserrat, que junto con Isabel se encarga de administrar el centro cultural de Sopocachi.

La otra función social de la entidad es impulsar “Hormigón Armado”, el periódico escrito por profesionales voluntarios que es entregado a lustrabotas para que generen ingresos económicos con su venta. La iniciativa surgió de Jaime Andrés Villalobos, hermano de Juan Pablo.

“La cocina es un arte bastante amplio porque trabajas con los sentidos: el olfato, el gusto y la vista”.
JUAN P. VILLALOBOS, artista y chef.

“(Juan Pablo) es una persona que en su vida jamás ha tenido un ‘no puedo’ por delante”.
ISABEL OROZA, administra el centro artístico cultural. La Razón