Hay dos temas que me llaman permanentemente la atención en el comportamiento humano: uno es el recuerdo obsesivo de las cosas malas o negativas, olvidando extrañamente las buenas y gratas.
Y la otra, la prevalencia de la ilusión, de lo mágico como solución a nuestras carencias y problemas. Este permanente deseo que las cosas se nos den sin la necesidad de conseguirlas con el trabajo cotidiano arduo y tedioso conlleva aceptar las promesas, aun las más descabelladas, antes que la dura realidad. Actitud esta que explica también el éxito del populismo.
En relación a lo primero, el recuerdo de los malos momentos (aunque se los recuerda bastante distorsionados), parece ser una característica de nuestra mente. Los estudiosos creen que el conservar mejor los malos recuerdos es una táctica evolutiva para protegernos contra futuras amenazas o contra eventos negativos. Como dice el dicho “De buenos recuerdos se vive, De malos recuerdos se aprende”.
El problema es que todos, de mayor o menor manera, vivimos agobiados y culpando a los otros por los errores del pasado, mientras el futuro parece no preocuparnos. Esto es magnificado por el actual gobierno para hacernos creer que todo lo hicimos mal y que ellos son la esperanza, el cambio.
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Por el contrario. como sociedad, con esfuerzo, con apresuramiento y cometiendo múltiples errores, hemos realizado importantes avances durante los últimos años. No olvidemos que estos son procesos sociales y económicos que requieren de un largo proceso de maduración y el tiempo necesario para ajustarse y asimilarlos a la realidad e idiosincrasia del pueblo.
También tropezamos con un problema de actitud y de enfoque; mientras los países ahora desarrollados han logrado su progreso con trabajo y esfuerzo propio, aprendiendo de sus errores, en procesos de cambio paulatino y con permanente construcción de capacidades individuales e institucionales, los países pobres echan la culpa de sus males a otros y sueñan con la solución revolucionaria, que de la noche a la mañana y mediante un acto heroico logra el bienestar de todos los ciudadanos.
Si hacemos memoria debemos convenir que especialmente durante el periodo democrático a partir del 83, se han logrado grandes avances para los bolivianos y esto en todos los campos. De inicio se controlo una de las inflaciones más grandes de la historia y se lo logro sin mayores traumas. Se vivió un proceso de renovación del Estado, se modernizaron las instituciones, teníamos un Banco Central independiente con Presidentes probos e idóneos, que velaba por la estabilidad monetaria y el equilibrio macroeconómico, lo mismo ocurría con la Contraloría y la Corte Electoral que eran entidades confiables.
Pese a la mentalidad centralista que tienen y han tenido todos los Presidentes, se logro una profunda descentralización con la Ley de Participación Popular, que llego hasta los Municipios con recursos y competencias y municipalizo el país en toda su extensión. Lamentablemente por esa citada mentalidad centralista se obvio conformar los gobiernos Departamentales y ese fue un lamentable error.
El proceso de inclusión social iniciado con la Revolución del 52 se continúo, la participación en la política de todos los sectores fue amplia e irrestricta, se incremento la participación de los grupos de origen indígena en la economía y la política; la llamada burguesía chola, es la mas prospera del país y los indígenas con las TCO son, con mucho, los mayores propietarios privados de la tierra. El mayor ejemplo de este proceso de inclusión y participación es la elección democrática de Evo Morales, que ahora funge como indígena originario.
Durante este periodo democrático ahora tan denostado, convivíamos en paz y sobre todo seguros, también la gente podía a salir a la calle a trabajar, a compartir, sin que una jauría de fiscales y jueces pretenda llevárselo al campo de concentración de La Paz, para acallar sus opiniones o evitar una posible candidatura.
Otro logro importante, ahora vituperado por todos, ha sido la capitalización, que no solo significa recursos financieros, sino tecnología, información, capacidad de gestión, conocimiento del mercado internacional, practicas de control de calidad y métodos de certificación de operaciones. Gracias a la capitalización se logro el descubrimiento de reservas importantes de hidrocarburos que abrió la posibilidad de negociar con el Brasil la venta de gas con la garantía de estas reservas y posicionar a Bolivia como un proveedor seguro y confiable, calificación que ahora lamentablemente hemos perdido.
Con la capitalización de Entel, entramos en la modernidad de las comunicaciones, el teléfono celular llego a todos, el Internet se convirtió en un instrumento de información y conocimiento. Se inicio la reforma del sistema de pensiones y con la creación de las AFP, por primera vez se administraban en forma transparente y profesional los ahorros de los asegurados.
También se mejoro el sistema democrático, con la instauración del Tribunal Constitucional y la elección de magistrados por dos tercios. Se estableció el sistema de regulación sectorial y se introdujo el concepto y políticas de Desarrollo Sostenible que permitió grandes avances sobre todo en el tema forestal.
Como todo proceso, la capitalización tuvo problemas y ellos fueron fundamentalmente de gestión. La elección de los Directores y Síndicos para las empresas capitalizadas se la realizo sin un marco de transparencia y descuidando los principios de probidad e idoneidad; simplemente se eligió a los amigos del Presidente y éstos, salvo excepciones, no asumieron su rol de representantes del Estado ejerciendo su autoridad en las políticas y el control técnico y administrativo de la empresa y mas bien actuaron como cipayos de las empresas extrajeras, preocupándose de hacer sus propios negocios o simplemente viviendo de las canonjías que les daba la pega de Directores y Síndicos.
Hay muchos avances y hace falta muchos mas y la opción democrática y autonomista permite ir mejorándolos y perfeccionándolos. Para ello necesitamos estabilidad y gente que crea en el país, un país que podamos construir con trabajo y con equidad y donde el país somos todos los bolivianos.
No es posible construir algo sobre la base de la confrontación y con la derrota y exclusión de una parte importante del pueblo. Es imposible construir un pais sobre recetas fracasadas una y mil veces, como la del comunismo y las estatización de las empresas. Empresas “nacionalizadas” que sabemos y vemos todos los días solo sirven para enriquecer a los dirigentes y distribuir pegas, pero que quiebran indefectiblemente.
Debemos trabajar sobre bases reales y practicas, una de ellas y que no ha funcionado bien es la de hacer efectiva la inclusión social, la que solo se logra a través de la educación y el acceso al trabajo y la propiedad.
Nuestras instituciones públicas son cada vez más ineficientes y burocráticas y los partidos en buena parte la han utilizado para dar pegas a sus seguidores. El pueblo debe exigir y lograr que estas cuenten con Servidores Públicos idóneos y probos, seleccionados en base al conocimiento, la honestidad y sobre todo el compromiso con la nación boliviana.
El país puede ir adelante, hay gente capaz y los que tiene vocación de servicio deben incursionar en la gestión política, en los partidos políticos, pues son estos los que hacen posible la democracia. En ninguna parte existe democracia sin partidos políticos, sin alternancia en el poder y sin oposición.
No debemos dejarnos engañar con la estrategia masista que necesita polarizar cada vez más la población para asegurar su permanencia en el gobierno. Permanencia que no puede justificar con su gestión de gobierno, que la vemos incapaz e ineficiente, sino con sus ofrecimientos y promesas de una mejor vida, especialmente con bonos desde ya insostenibles, pero que alientan en el pueblo falsas ilusiones.
El del MAS es un proyecto que para sobrevivir necesita estar permanentemente convocando e incitando a la violencia a través de su discurso radical, sembrado de odio, odio racial, odio regional, odio entre campo y ciudad y que puede tomar cualquier rumbo y contenido.
Esta claro que en su lógica de poder el MAS no busca acabar con la pobreza, porque su existencia y proliferación le garantizan el insumo necesario para promover el socialismo o comunitarismo falaz y miserable.
Para mantenerse, porque la plata de Chávez se acaba, necesita estimular la economía informal vinculada a la cadena coca, cocaína, contrabando y es nos convertiría en un país delincuente y pasto de la violencia de los carteles y la drogadicción.
Estamos frente a las elecciones de Diciembre y solo nos queda enfrentarla todos juntos y unidos, presentando un solo proyecto de país democrático, de base realista y de progreso económico y social para todos, pues de lo contrario sufriremos los efectos del proyecto castrochavista – indigenista, que terminara por destruir y hacer miserables a todos lo bolivianos.