José Miguel Insulza Salinas

image Por Juan Boliviano

Me pregunto: ¿Por qué me ocupo de este siniestro personaje? En verdad, lo hago con desagrado. Pero, ni modo… hay que hacerlo; este sujeto está ensuciando el ambiente político latinoamericano y, ahora, está investido nada menos que por la Asamblea General de la OEA para lidiar con la crisis hondureña.

Pero antes veamos algunos de los antecedentes de este Insulza: se inscribió en 1961 en el Partido Demócrata Cristiano de Chile. En 1969, siguió a su suegro, Rodrigo Ambrosio, y se alineó con el MAPU, sector disidente radical de la democracia cristiana que, en 1972, se declaró marxista. Ya en 1985, ingresó en el Partido Socialista. ¡Buena la carrera del tránsfuga!



Insulza, que fue Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro del Interior de Chile, estaba entre los duros cuando se trataba de Bolivia. Cáustico, prepotente y grosero, siempre se refería con desdén insultante a la causa boliviana de retornar al mar. Ese es su estilo rústico, que le valió que sus conmilitones le bautizaran como “Panzer” –no por su panza– porque, parecía un tanque, acostumbrado a llevarse a todos y a todo por delante; lo típico del trepador.

Cuando se produjo la temprana dimisión del Secretario General de la OEA, el costarricense Miguel Ángel Rodríguez, el gobierno chileno de Ricardo Lagos lanzó la candidatura del ya socialista Insulza para ocupar esta posición, con el afán de “posicionar a Chile… como líder latinoamericano”. La elección fue reñida. A Insulza se enfrentó el candidato mexicano, al que el gobierno boliviano apoyó militantemente –fue uno de los errores de la estridencia política de Carlos Mesa, al fundar su oposición sólo por la nacionalidad chilena del candidato, restando seriedad a la posición– y, al final, luego de varias votaciones que resultaron empatadas, el chileno fue electo, con el voto decisivo del gobierno de Hugo Chávez Frías.

En enero de 2006, Evo Morales asumió el gobierno boliviano. Chile puso en marcha un plan de acercamiento al nuevo régimen, con resultados espectaculares.  Evo Morales, fue encandilado y abandonó su conocido y virulento antichilenismo. Ya neutralizado Morales, la Moneda lo usa.

Insulza ya había llevado, como su favorito en la administración de la secretaría general, a un boliviano, militante de un partido inscrito en el Foro de San Pablo, el MBL. Pero se necesitaba más. Entonces, el inefable Insulza comenzó a favorecer abiertamente al régimen populista de Morales, olvidando su papel de funcionario internacional imparcial. Impúdica y deshonestamente, afirmó que el proyecto de constitución política del Estado propuesto por el MAS, no ofrecía problemas para la democracia aunque él no lo había leído. Después vino la historia del lamentable Dante Caputo, sectario y sinuoso, que Insulza envió a Bolivia para banderizarse con el oficialismo.

Hasta aquí los antecedentes.

Insulza, no es un hombre con honradez funcionaria. Tiene en la piel el germen del sectarismo, que nunca debe aflorar cuando se ejerce un cargo internacional. Pero su condición de político venal y acomodaticio, lo induce a pagar deudas a Chávez que, en una de sus habituales rabietas, lo llamó “pendejo”, y el “venerable” secretario general, se tragó el sapo.

Ahora está envalentonado. En una pobre OEA, ya capturada por el populismo y contando con la timidez y acomplejamiento de tantos representantes, opina, resuelve y pide castigos, en este caso a Honduras. No quiere saber la verdad. Se niega a escuchar, viaja orondo y se presenta como fuente de sabiduría.

UnoAmérica ha pedido, con razón, la destitución de Insulza. Pero no lo hará la devaluada organización. Hay poca honestidad, y el pragmatismo cipayo de muchos, contribuyen a que se imponga sobre representaciones arrinconadas que otrora eran ejemplo de moderación y sensatez. El chavismo de Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Paraguay y algún caribeño despistado, se impone ya a los estadounidenses, canadienses, mexicanos, colombianos, peruanos, uruguayos, brasileños y hasta chilenos. Predomina el marasmo y el argentinismo ”no te metás”.

Mientras tanto, Insulza, medra…