“Los perros de la guerra”, la versión boliviana de un charlatán español

Un llamativo personaje cayó como paracaidista en Bolivia para avivar la llama de un supuesto plan terrorista. Es ¿periodista, novelista o ex reo por narcotráfico?

imageJ.C.Alonso en entrevista en una radioemisora de Bolivia (izq) y Eduardo Rózsa (der). (foto internet) 

El «periodista» catalán, Julio César Alonso, ha demostrado tener una imaginación exuberante que lo lleva a transitar con gran facilidad por los vericuetos de los hechos saltando a través del tiempo y del espacio alternando personajes cual triste imitador de un García Márquez y su “realismo mágico” y con una desfachatez solo vista en aquellos que venden unguentos para curar todo tipo de enfermedades.



Llegó muy oportunamente para vender la versión de la incursión en Bolivia de un grupo de mercenarios que habían hecho sus primeros pininos en Yugoslavia y que no conformes con esto se les había ocurrido replicar, al influjo de no se sabe quien, su épica experiencia en Bolivia.

Con gran habilidad y visiblemente auspiciado por el gobierno, Alonso ha logrado posicionarse en los medios de comunicación a muchos de los cuales no les ha disgustado ofrecerle grandes espacios para escuchar sus historias e incursionar por los épicos senderos marcados por el supuesto periodista.

La versión de que un grupo de mercenarios haya intentado iniciar una guerra civil en Bolivia no deja de ser llamativa y más que todo conveniente para sustentar el andamiaje ya bastante desacreditado montado por el gobierno para mostrar la supuesta existencia de intenciones separatistas en el oriente del país.

Alonso quiere mostrar a Eduardo Rozsa como un experto en promover guerras civiles, que ya lo habría hecho en los Balcanes y que habría querido probar suerte en Bolivia. Es decir afirma que las guerras civiles, simple y llanamente, podrían responder al estado de humor de determinada persona que un aciago día no teniendo nada mejor que hacer se le ocurrió generar menudo desmadre en un olvidado país de los Andes.

Es más: Alonso se da el lujo de ser preciso y apunta que la guerra civil que buscaba promover Rozsa causaría 25 mil muertos y que frente a ellos, los tres acribillados en un hotel de Santa Cruz, resultan una bicoca, además que se lo tenían bien merecido.

A pesar del tono convincente y la seguridad con la que Alonso expone sus curiosas teorías conspirativas y lanza sus apocalípticas previsiones, es evidente que hoy por hoy, la incursión de mercenarios en un país, por feroces que sean, no corresponde a la realidad imperante en el siglo XXI. Estos grupos sí pudieron hacer de las suyas allá por los años 60 cuando los países africanos, en medio de una gran violencia y descontrol, se deshacían del yugo colonial.

Por otra parte debe recordarse que la disgregación de Yugoslavia respondió a una serie de condiciones históricas muy concretas y que tenían elementos culturales, religiosos, además de geopolíticos, claro está, que cualquier bisoño analista puede darse cuenta que no se reproducen en Bolivia.

Tampoco está demás recordar que los llamados a una guerra civil, no provinieron del oriente del país. ¿Alguien recuerda los gritos de ¡ahora sí, guerra civil!, que lanzaban alteños y achacacheños afectos al MAS?

Frente a todos estos antecedentes tomados a vuelo de pájaro podría concluirse de que Julio Cesar Alonso vino a Bolivia a recoger elementos para una novela que podría inscribirse en la saga de “Los perros de la guerra” escrita por Frederick Forsyth en la que narra las aventuras del coronel Denard en Katanga acompañado de sus aguerridos muchachos muy afectos a meterse donde no los llamaban y a matar negritos.

En este caso Alonso ya tendría gran parte del trabajo hecho. Solo tendría que reemplazar al Congo por Bolivia; a Katanga por Santa Cruz y al coronel Denard por Eduardo Rozsa. Sin embargo encontraría serias dificultades para equiparar a Evo Morales con Patricio Lumumba, el prócer congoleño.

Sin embargo, la hipótesis más creíble, dados los contactos y la coordinación previa que tuvo Alonso con la embajada de Bolivia en España, es que se trata de un desesperado intento del oficialismo para vitaminizar sus versiones sobre los supuestos aprestos separatistas en Santa Cruz y actuar contra sus también supuestos impulsores para despejar el camino político que no se le muestra muy fácil, al punto que en palacio de Gobierno ya contemplan como cierta la posibilidad de una segunda vuelta electoral en los comicios de diciembre próximo.