Nuevamente la pregunta: ¿Para qué elecciones?

MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

Hay que reiterarlo: sin elecciones, no hay democracia y, sin democracia, no hay libertad. Pero elecciones que sean el reflejo de la voluntad ciudadana.

Luego del referendo revocatorio y el de la nueva constitución política del Estado, estuvo claro que el fraude del oficialismo deformó los resultados. El Movimiento al Socialismo (MAS), empeñado en llevar adelante un proyecto político hegemónico y excluyente, no está dispuesto a correr el riesgo de perder una sola elección, una sola consulta popular.



Pero ante la evidencia de los fraudes anteriores, el oficialismo se vio obligado a aceptar un nuevo padrón de electores, el llamado biométrico, que evite inscripciones dobles, de fallecidos y de personas inexistentes que, según cálculos confiables constituían el 30 por ciento del antiguo padrón. Está visto que este compromiso fue aceptado a regañadientes y ya se hace evidente que el objetivo del MAS es seguir con el antiguo padrón deformado y obtener porcentajes fraudulentos en su favor.

Todo indica que el empeño del oficialismo es hacer difícil que el padrón biométrico esté completado para las elecciones de diciembre. Ya hay demoras que hacen sospechar que son fruto del mencionado empeño de usar el padrón del fraude. Esto se advierte en un curioso proyecto de ley presentado en el parlamento por el oficialismo. Se pretende legislar “por si acaso”, por si hay demoras atribuibles a cualquier causa, inclusive a la tardanza deliberada en apropiar fondos para financiar el nuevo padrón biométrico.

Para justificar este proyecto ha salido a relucir un frágil fundamento: es ineludible el cumplimiento de la fecha de elecciones, aunque haya sido fijada sin previsiones razonables: diciembre de 2009. Está claro que el propósito es repetir los fraudes. No se conoce, hasta ahora, nada que  muestre que no es posible ni deseable cambiar una fecha de elecciones si, con esto, se mejora la llamada “transparencia”. Esto de anteponer una fecha a la necesaria pureza electoral, equivale a que hay que “meterle nomás”, en el estilo presidencial de justificar violaciones de las leyes. “Meterle nomás” para conseguir resultados mentirosos, útiles para esconder la pretensión de erigir una autocracia.

Habrá que insistir: las elecciones, son imprescindibles en democracia; pero elecciones conducidas con honradez, en especial por quienes deben organizarlas y financiarlas. No a la cubana, sin partidos competidores.

Hay, entre los instrumentos internacionales que obligan a la Nación, orientaciones y normas sobre elecciones que den contenido a la democracia. La Carta Democrática Interamericana –tan ignorada por el populismo, con la complicidad del secretario general de la OEA- dice: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

No se advierte en el oficialismo, ni convicciones ni voluntad para seguir estos postulados. Entonces: ¿Para qué elecciones?