Retratos de la muerte

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Cuarenta días después del desastroso operativo policial de desalojo de la Curva del Diablo, en el que murieron absurdamente 24 policías, IDL-SC ha recabado nuevos testimonios de sobrevivientes que aportan información reveladora sobre lo que realmente ocurrió en la subestación seis- donde diez policías fueron torturados y asesinados- y que grafica la negligencia criminal de las autoridades políticas y policiales que comandaron el operativo.

Además, IDL-SC ha conseguido videos del cinco de junio, que muestran el traslado de los policías destacados en la subestación seis al lugar donde luego serían asesinados, así como imágenes que registran a uno de los helicópteros de la Policía que sobrevolaba la subestación en el mismo momento en que los efectivos sufrían los vejámenes y torturas de parte de los indígenas.



El último video muestra el momento en que fue hallado el cuerpo del comandante PNP Miguel Montenegro, quien estuvo al mando de los 37 policías de la subestación. Estas imágenes son de mucha crudeza. Creemos, sin embargo, que conocer las terribles circunstancias en que murieron estos policías ayudará a determinar quiénes fueron los responsables.

Es así que estos videos y fotografías cobran vital importancia debido a que antes de dejar el ministerio del Interior, Mercedes Cabanillas, negó que los 38 policías que arribaron el domingo 31 de mayo a la subestación seis fueran tomados como rehenes por los nativos. “No han estado de rehenes, eso se va a desmitificar”, indicó Cabanillas a IDL-SC luego de ser condecorada con la medalla ‘Corazón Policial’.

El general PNP José Sánchez Farfán, hasta hoy director general de la Policía, respaldó esta versión: “No hubo rehenes en la subestación seis”.

De otro lado, el jueves pasado, en su columna semanal en Caretas, Gustavo Gorriti publicó el artículo titulado “Reseña de Muertes”. En él narra el contenido de un “documento estremecedor” elaborado por personal subalterno de la PNP, que ha reconstruido- a partir de testimonios e información de primera mano- las circunstancias en que murieron los policías.

IDL-SC ha tenido acceso a dicho documento, que muestra imágenes inéditas y desgarradoras del momento en que fueron encontrados los cuerpos de los policías. Las personas sensibles no deberían verlas.

A continuación, los testimonios de los que hacemos mención líneas arriba:

Calvario.- Diez y treinta de la mañana del domingo 31 de mayo. Al mando del comandante PNP Miguel Montenegro, 37 policías arribaron a la subestación seis, ubicada en el caserío Kuzu Grande, en el distrito de Imaza, para relevar a 36 efectivos. “El comandante Montenegro fue el primero en llegar a la subestación y se reunió con el apu (Simón Wipio) y el ingeniero. En un inicio el apu no quiso dejarnos entrar, pero finalmente se hizo el cambio vía aérea”, relató a IDL-SC uno de los sobrevivientes.

“Cada policía llevaba un fusil AKM con cuatro caserinas. Algunos portábamos pistola, otros escopetas perdigoneras o lanzagas. Cuando nos relevamos no sabíamos nada del acta, ni que íbamos a ser rehenes”, añade el sobreviviente, quien refirió que “el acuerdo decía que solo podían estar armados los policías que estaban de servicio, que eran tres. El resto debía guardar las armas en sus dormitorios”.

El comandante Montenegro formó cuatro escuadras. El cambio de servicio se hacía cada dos horas para cuidar las pozas petroleras. Los nativos habían cortado el agua y la electricidad. Sin embargo, los policías se las habían ingeniado para hacer conexiones clandestinas. Así estuvieron los días previos al operativo.

“Nosotros sabíamos que en cualquier momento se iba a producir el desalojo. El comandante Montenegro conversó por teléfono con el coronel Humberto Lúcar (jefe del regimiento de la Diroes en Bagua) y este le dijo que iban a desalojar la Curva del Diablo. Lúcar le indicó a Montenegro que le avisaría cuándo se desarrollaría el operativo y que llegarían 40 hombres del Ejército para apoyarnos. El comandante le dijo que nos saquen rápido de ahí. Pero Lúcar nunca nos llamó”, asegura otro de los sobrevivientes. (Ver: La llamada que no se hizo)

Todos los días, a las 9:30 de la mañana, el comandante Montenegro daba charlas de derechos humanos, pero el viernes cinco de junio las suspendió. “A las nueve de la mañana mientras repartía pilas a los policías que harían guardia esa noche, el comandante prendió el televisor y sintonizó las noticias. Ahí salía que desde las cinco de la mañana se estaba produciendo el desalojo en la Curva del Diablo”, narró otro policía.

“En ese momento el comandante Montenegro ordena que nos equipemos. A los pocos minutos ya estábamos rodeados de mil 500 nativos. Nos llamaban asesinos”, indicó un sobreviviente, y agregó: “Fuimos hacia el comedor y comenzamos a agruparnos y quisimos practicar un plan de defensa, pero el comandante nos dijo que no lo hiciéramos porque podríamos provocar a los nativos”.

“A algunos colegas les arrojaron un líquido a los ojos. Los dejaron ciegos. Entonces nos agrupamos los que pudimos y el comandante decidió salir al patio para hablar con el apu y el ingeniero. Montenegro les pidió paz, pero el apu hablaba con el resto de indígenas en su dialecto. Los nativos no le hicieron caso y ordenaron a viva voz: quémenlo, mátenlo”, indicó el policía.

Luego, el comandante cayó al piso “porque le clavaron una lanza en las piernas”. El apu perdió el control de la situación y también fue empujado por los nativos. “El policía que estaba en el acceso principal jaló al comandante y lo cubrió con su escudo. Los nativos siguieron llegando con sus mujeres y niños, quienes nos quitaron nuestras armas y artículos personales. En el grupo también había reservistas y encapuchados con polos del Ejército”, relató otro sobreviviente.

Eran las 10:30 de la mañana. Había cuatro policías heridos. “Nos quitaron los borceguíes y nos volvieron a tirar el líquido a los ojos para que no los podamos reconocer. También nos tiraron lanzas en la cabeza. Nos llevaron a un aula de la comunidad. Les pedimos a los nativos que nos dejen llamar al médico que estaba en la subestación para que atienda a los heridos. Un policía encontró una tarjeta con saldo para el teléfono fijo. El comandante Montenegro les pidió permiso para que lo dejen llamar por teléfono. Lo dejaron salir, pero al rato regresó y nos dijo que habían cortado los cables”, agregó el sobreviviente.

Luego, los efectivos fueron sacados del aula y traslados hasta un camión. “Nos obligaron a entrar ahí. El camión avanzó y nos llevaron hasta las pozas petroleras. Hicieron que esperemos hasta la 1y30 de la tarde”, indicó.

“Nos amarraron las manos con unos alambres y con pasadores. En ese momento escuchamos que un helicóptero de la Policía estaba sobrevolando las pozas petroleras. Inmediatamente el comandante le pidió al apu que nos saque al patio para que nos vean, pero no aceptó”, enfatizó otro sobreviviente.

Al cabo de unos minutos, “hicieron que nos paremos y salgamos unos detrás de otro. Se quedaron veinte en el taller y los 18 restantes salimos. Nos llevaron caminando por la carretera unos diez minutos hasta una tranquera. Comenzamos a subir hacia el monte por una trocha. Cada nativo custodiaba a un policía. En ese momento volvió a pasar el helicóptero de la Policía”, agregó.

“Estábamos todos sentados y algunos comenzaron a llorar. El comandante Montenegro los trató de calmar. Varios nativos comenzaron a hablar en su dialecto. Uno pidió fósforos. Querían quemarnos. Luego escuché que rastrillaron las perdigoneras y mis compañeros gritaron. Vi como le clavaban las lanzas a uno de mis colegas y comencé a correr”, contó otro policía.

Mientras los 18 policías eran asesinados, los veinte restantes permanecían en el taller. “Alrededor de las seis de la tarde nos dijeron que nos iban a matar. Querían prender fuego a las pozas, pero se dieron cuenta que ellos también podían morir”, relató un sobreviviente.

A las 9:30 de la noche llegó un apu evangélico e hizo que los policías rezáramos por casi una hora. “En la madrugada llegó otro nativo evangelista y dijo que las cosas se habían salido de control. Preguntamos si sabía donde estaban escondidos los fusiles. Ese nativo nos ayudó y nos llevó hasta a un escondite donde encontramos cinco fusiles y diez caserinas”, agregó el policía.

En la madrugada, los policías pidieron permiso a los nativos para ir al cuartel del Ejército Mesones Muro para pedir ayuda. El apu que estaba a cargo aceptó. “En una camioneta de la compañía petrolera fueron tres colegas armados con fusiles. Llegaron hasta el cuartel y conversaron con el comandante que estaba a cargo del cuartel (comandante EP. David García Cabreros). No quiso ayudarlos, pero un militar llamó a la estación policial siete. Contestó un cocinero y colgó el teléfono”, sostuvo.

IDL-SC intentó contactarse con el comandante García para confirmar esta versión, pero no fue posible.

Al día siguiente, se encontró el cuerpo del comandante PNP Miguel Montenegro. Sin embargo, su cuerpo fue entregado recién dos días después a sus deudos.


Videos: http://www.seguridadidl.org.pe/destacados/2009/15-07/retratos-de-la-muerte.htm

Publicado el 15 de julio del 2009

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