“A Omar Torrijos lo murieron”

image MEXICO – JOAQUIM IBARZ

“A Omar Torrijos lo murieron”, dice su primo hermano y ex secretario, el coronel Roberto Díaz Herrera. En su libro “Estrellas clandestinas”, Díaz Herrera trata de desenredar la madeja del presunto complot para asesinar al general Torrijos. Según el autor, en la trama triangulada desde la Casa Blanca durante la presidencia de Ronald Reagan, participó la agencia de espionaje CIA, “y tuvo como mano ejecutora al general Manuel Antonio Noriega, quien se quedaría con el poder en Panamá”.

Desde que el 31 de julio de 1981 se estrelló el avión en que viajaba, no han cesado las sospechas sobre que Torrijos fue asesinado para frenar el avance de la izquierda en Centroamérica; en aquella época, en Nicaragua habían triunfado los sandinistas, los rebeldes salvadoreños avanzaban y Estados Unidos debía abandonar Panamá. Según Díaz Herrera, la caída de la aeronave no se habría debido a un accidente, sino a un atentado preparado por su lugarteniente, el general Manuel Antonio Noriega.



En conversación telefónica con este periódico, el coronel Díaz Herrera señala que “desde 1976 Noriega tenía ambición de suceder a Torrijos. Un par de veces mi primo me dijo ‘le tengo miedo a Noriega’. Lo decía, pero lo dejaba ahí. ‘¿Cómo aparto al hombre que me puede volar el avión y a la vez, si está contento, aunque sea con sus pecados y vicios, me tiene a raya a la oposición? Más de una vez Omar me comentó: ‘Mi muerte ha de ser violenta como violenta ha sido mi vida’. Torrijos tenía sospechas de Noriega porque ambicionaba el poder”.

Las explosivas acusaciones de Díaz Herrera en 1987 vinculando a Noriega con el narcotráfico propiciaron la aparición de la campaña civilista impulsada por la oposición, que dos años después desembocaría con la invasión de Panamá por EE.UU. El coronel sostiene que es el mejor momento para retomar las investigaciones sobre la muerte de Torrijos. Según él, en la avioneta de Torrijos se colocó un artefacto explosivo que estalló a distancia. “Aún es tiempo de analizar los restos de la aeronave para determinar si hubo o no atentado; parece mentira, pero esa prueba nunca se hizo. Pido reabrir la investigación”, demanda Díaz Herrera.

Todo empezó en octubre de 1968, con el golpe de Estado contra el legendario presidente Arnulfo Arias Madrid. El general Torrijos tomó el poder gracias a un cuartelazo que Díaz Herrera describe como un "movimiento institucional de supervivencia, porque a Arnulfo Arias le valían un ‘pepino’ los escalafones".

Sus posiciones de izquierda, el apoyo a los sandinistas y la recuperación de la soberanía del canal dieron a Torrijos gran prestigio internacional. Políticos como Felipe González y Carlos Andrés Pérez, y escritores como Gabriel García Márquez, pasaban por alto que en Panamá no hubiera un régimen democrático.

Según Díaz Herrera, Reagan (1981-1989) creía que Torrijos era "un izquierdista peligroso para la seguridad en Centroamérica y el control del Canal" a causa de sus buenas relaciones con Fidel Castro y con los sandinistas.

Torrijos, quien llegó al poder en un golpe militar en 1968, "resultaba un estorbo para Washington y para la CIA, y a los estorbos se los elimina, punto", agrega el texto.

El libro asegura que un enviado de la inteligencia estadounidense visitó a Torrijos para pedirle "cooperación" con Washington y así "no tendrían ni él ni sus hijos problema económico alguno", algo que el general desestimó.

"No necesito nada, díselo así a tu gente; y soy un hombre de criterios propios, no estoy en contra de tu país, pero no acepto imposiciones", contestó Torrijos, según el libro.

Díaz afirma que Washington también quería eliminar a Torrijos porque éste no aceptaría apoyar a los contras nicaragüenses, que comenzaban a luchar contra el gobierno revolucionario sandinista.

"Torrijos jamás hubiera aceptado eso", por lo que sería un elemento más para pensar en deshacerse de él, dice Díaz, quien llegó a ser el segundo jefe del Ejército panameño antes de denunciar a Noriega en 1987, lo que lo forzó a exiliarse en Venezuela.

Torrijos firmó en 1977 con el presidente Jimmy Carter los tratados que entregarían la soberanía del Canal a Panamá el 31 de diciembre de 1999, como así sucedió.

Tras la muerte de Torrijos, el poder quedó en manos de Noriega, quien se enemistó con los estadounidenses, que acabaron con su régimen al invadir Panamá en 1989.