El tiempo político

SUSANA Susana Seleme Antelo

Nada existe en el mundo conocido que no este sometido a los cambios que el tiempo conlleva en su constante movimiento y que rige todas las actividades humanas. En política, el tiempo es un factor que puede jugar en contra o a favor.

En la coyuntura actual, a menos de 4 meses para el 6 de diciembre, la oposición no se ha dado cuenta ni ha considerado que el tiempo es un factor político que ha jugado en su contra hasta hoy. Si los candidatos aun tienen tiempo -poco- para buscar sus compañeros de fórmulas, elaborar listas y presentar programas, la correlación de fuerzas y el tiempo le favorecen al candidato oficialista, Evo Morales, de manera ostensible.



Es candidato y a la vez presidente de la República, tiene todo el aparato gubernamental y estatal a su favor, dispone de recursos financieros que usa a su libre arbitrio sin dar cuenta a la ciudadanía, y despliega una propaganda política manipuladora, demagógica y falaz para ‘aplastar’ al adversario. Morales está en campaña desde que asumió la presidencia en enero de 2006 y el tiempo político ha sido un factor a su favor y ha ido en esa dirección. Sin embargo, es ‘vencible’ como todo humano y político. Ente otros factores, depende en mucho de sus adversarios.

Si la oposición sabe quien es el enemigo principal y qué es lo que se juega en la contienda electoral de diciembre -asumo que sabe ambas premisas- deberá arañarle tiempo político al tiempo transcurrido, que hasta ahora no lo ha hecho. La dispersión que presenta, más se debe a consideraciones personalísimas, ni ideológicas ni programáticas, pues los candidatos, todos conocidos, fluctúan desde el centro, algunos más a la derecha y algunos con mayor sensibilidad social hacia la izquierda, que, entre otras cosas, en eso estriba ser de izquierda.

Y no importa cuantos candidatos opositores haya, pues el 6 de diciembre sólo se confrontarán dos visiones de país: o la puesta en marcha de la constitución masista, con todas sus aberraciones democráticas, étnico-culturales, jurídicas, políticas, y sociales. O la restauración de la República de Bolivia, del Estado Social Democrático y de Derecho moderno, la estricta división de poderes, la salvaguarda de los Derechos Humanos de todos y cada uno de los habitantes iguales ante la ley, la pluralidad política, económica y de ideas, entre otros atributos.

Se pondrá a prueba la capacidad de la oposición de ponerle freno a los desmanes del proyecto político de poder autoritario, antidemocrático y premoderno de Evo Morales Ayma, amén de su reelección indefinida. O tendremos la oportunidad de reconocer y respetar las innumerables diversidades que configuran la nación boliviana, restañar las heridas inflingidas a su tejido social, a su futuro político autónomo moderno y a su desarrollo sustentable, carcomido hoy por el tráfico coca-cocaína y de personas. Las llevadas hasta Pando, en nombre de ‘asentamientos humanos’, son cocaleros del Chapare, otros no cocaleros y los seguros votantes que podrían darle dos senadores al MAS. Luego retornarán a sus catos. Así como dicen tener ‘suficiente musculatura’ para comprar armas y montar ‘sainetes’ terroristas, ya han demostrado que también la tienen para cometer más violaciones a la convivencia democrática.

Si el enemigo político principal es Morales Ayma, el objetivo de la oposición debiera ser no solo derrocarlo, sino proponerle a Bolivia algo distinto, que hasta ahora no vemos, para hacerle frente. Ojalá que el tiempo político le otorgue a la oposición el tiempo hasta ahora perdido para darle a Bolivia mejores días.