Inadmisibles atropellos del Gobierno


Tras permanecer más de 24 horas detenido en la sede del Gobierno, el infortunado ciudadano recuperó su libertad “pura y simple” porque la Fiscalía no disponía de ninguna prueba…

laPrensa Editorial La Prensa

Los graves e inadmisibles atropellos a los derechos humanos se han vuelto una constante en el Gobierno del “cambio” que encabeza Evo Morales Ayma y que, con sus mecanismos operativos puestos en funcionamiento a cualquier hora del día o de la noche o en cualquier parte del país, sigue persiguiendo, deteniendo y ultrajando a ciudadanos bolivianos como en las oscuras épocas de las peores dictaduras que soportó el país. Es lo que acaba de ocurrir con un humilde mototaxista y ex policía que fue llevado semidesnudo y enmanillado desde Pando al “campo de concentración” en que se ha convertido la ciudad de La Paz, bajo la acusación de haber intervenido en la denominada “matanza de Porvenir” en septiembre del año pasado, un luctuoso suceso cuyas investigaciones todavía no cierran y lejos están de encaminarse hacia su real y completo esclarecimiento para deslindar responsabilidades y autorías intelectuales y materiales.



En aquella acción “tipo comando” intervino una unidad especial de la Policía y el medio de transporte utilizado fue, como otras veces, una nave de la Fuerza Aérea Boliviana, que respondiendo sumisa a las voces de los mandantes de turno provee sin chistar sus aviones para que las tropelías se consumen.

Unas grabaciones realizadas a bordo del aparato filtraron el interrogatorio al que fue sometido el detenido, al que luego las cámaras de televisión mostraron bajando desprovisto de abrigo en la siempre gélida atmósfera del aeropuerto de El Alto. Tan gélida como la sangre que no les llega a la cara a los inefables “defensores” de los derechos humanos en Bolivia que optan por un silencio muy semejante a la complicidad con el abuso.

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Tras permanecer durante más de 24 horas detenido en la sede del Gobierno, el infortunado ciudadano recuperó su libertad “pura y simple” porque la Fiscalía no disponía de ninguna prueba ni denuncia en su contra. En el momento de su detención, se le encontró un cortaplumas con el que dizque podía haber atentado contra la preciosa vida del Presidente del “Estado Plurinacional”. Menos mal que la solidaridad de los residentes pandinos en nuestra ciudad mitigó en parte el duro trance vivido por su paisano, quien no disponía de recursos para retornar a Pando junto a los suyos.

El caso pone en evidencia, una vez más, los serios problemas que afronta la justicia boliviana y el hecho de que los derechos humanos en nuestro país constituyen una abstracción por el empecinamiento del Ejecutivo de concentrar los poderes en la sede de sus funciones. No obstante, también se ha puesto en evidencia que, en la administración de la justicia, la fuerza nunca sustituirá a la razón y que un gobierno que pisotea las reglas de la convivencia civilizada y los derechos constitucionales de sus gobernados no se puede llamar democrático.