Basta con detenerse en la plaza Eguino luego de las 22.00 para que las ofertas lleguen. “¿Quieres papa?”, rompe el silencio. Si uno sabe de qué se habla, el negocio sigue y el cliente puede pedir mercadería de mayor valor.
UN COMERCIO LIBRE • A la medianoche, por la plaza Juaristi Eguino, es común ver el intercambio de mercadería. No es muy difícil verificar que se trata de sobres de pasta base.
La Razón
Basta con estar parado medio minuto en una de las esquinas de la plaza Juaristi Eguino para ser abordado. “¿Quieres papa?, pregunta de frente el desconocido. Si uno lo mira con cara de sorpresa, de no entender qué está diciendo, se irá como vino. Pero si le sigue el juego, como suele ser común entre las 20.00 y las 03.00, pronto se hablará de precios.
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Papa es el nombre de la pasta base de cocaína. Y parece abundar especialmente en la esquina de las calles Pando y América, cerca de la plaza con nombre de una heroína de la Independencia.
La plaza es un redondel cercado por rejas, punto neurálgico para una zona eminentemente comercial en el oeste de La Paz. A su alrededor existen kioscos, tiendas y vendedores ambulantes que ofrecen variada mercadería hasta altas horas de la noche. Hay tanta gente a diario, que se hace difícil identificarla. Eso es, al parecer, lo que aprovechan los vendedores de papa.
Tener acceso al producto resulta, como verificó este medio luego de un seguimiento de al menos tres meses, demasiado sencillo. El vendedor se acerca, ofrece, se le dice que sí y el hombre ya está a punto de entregar el sobre con una dosis desde tres bolivianos. Por supuesto, difícil verificar qué le venden a uno por ese precio, pero también pueden llegar a costar 10, todo depende del cálculo que hace el vendedor de las posibilidades económicas del cliente.
“Vivo en la calle y vendo papa desde hace más de 10 años, no tengo a nadie y macheteo (trabajo) de lo que puedo. Eso sí, no me gusta chupar, sólo fumo papita”, dice un vendedor una vez que entra en confianza con el comprador. En realidad, ayuda que el hombre parece no estar muy en dominio de sus facultades. Es, lo que se dice, un drogodependiente y el negocio le sirve para asegurarse la dosis.
Hay dos modalidades de venta. Una es la directa, como la que atestiguó este medio. En la segunda, el vendedor establece el contacto y luego acude a un tercero para tener la mercadería.
A ese tercero se le conoce como el Men, el que provee el alcaloide a los intermediarios.
Si se observa el lugar por varios minutos, desde algún puesto de comida callejera, por ejemplo, sale a relucir el corretero de hombres y mujeres, algunos de ellos bastante jóvenes. Van y vienen, como la gente que se les acerca. Podrían pasar por librecambistas, pues así más o menos es su forma de operar, sólo que más sigilosa en el intercambio.
En la plaza también se pueden hacer pedidos de droga de mayor calidad a través de una llamada a un teléfono celular, deja saber un distribuidor si uno insiste en que el sobrecito es poca cosa, que se está buscando algo más fuerte.
Batidas de efectivos antidrogas que toman por sorpresa la Eguino hay, dice el hombre en respuesta a las preguntas. “Nos cargan”, da como toda explicación para describir las acciones de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN). “Tras ocho horas de arresto, nos sueltan. Somos drogodependientes consuetudinarios”. Si el riesgo es inminente, los locos (como se llaman entre ellos), arrojan los sobres a la calzada.
El miércoles 12 hubo batida del Plan Acero. Policías requisaron vehículos y pidieron documentos, así como obligaron a levantarse del lugar a jóvenes que bebían en grupo en la calle. Los locos se alejaron un rato, pero el jueves estaban allí de nuevo.
Distribuidor de droga: “Vivo en la calle y vendo papa desde hace más de 10 años, no tengo a nadie y macheteo (trabajo) de lo que puedo ”.
El microtráfico elude la ley
La Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) corroboró el hecho de que el microtráfico es un problema en la plaza Juaristi Eguino, pues su combate es difícil porque los comercializadores manejan pequeñas cantidades para hacerse pasar como consumidores.
“Los distribuidores de la Eguino manejan mínimas cantidades (de droga) para eludir la ley. (Cuando son llevados a la justicia) se hacen pasar como consumidores (que no es un delito) y son liberados”, afirmó una fuente de la fuerza antidrogas.
Ante esta situación, explicó que los operativos antidroga optan por atacar a los proveedores.
“Lo que hacemos es afectar más a los proveedores y distribuidores, porque éstos son los puntos neurálgicos para este sistema de distribución que funciona de manera ilegal”, afirmó.
Los microdistribuidores operan de distinta manera. Algunos operan sólo como nexos entre el cliente y el distribuidor, mientras que otros comercializan directamente la mercancía. La fuente antidrogas aseguró, no obstante que los operativos son continuos.