Ley Capital

elio_pedraza Elio Pedraza Vargas ×

Cuando el Poder Legislativo era independiente, el ilustre pensador indígena y Diputado por La Paz, Franz Tamayo cansado de la tiranía, acusa a los gobiernos de América Latina de ser los conculcadores de la democracia y propuso el tiranicidio como solución. “Quien mate al tirano debería recibir como homenaje una estatua en su honor”, dijo el poeta y político. (1)

Ahora, la palabra tirano se escucha por los cuatro puntos cardinales, lo dice el político de la oposición, el político que deja la sigla del tirano, lo dice el amigo, el hermano, lo dice el pueblo que piensa y lo dice incluso su militante, pero, lo dice en susurro para evitar ser escuchado y llevado a la guillotina con su verdugo camuflado de sector social (SS).



Así está nuestro país, en manos de un Gengis Kan o de quien se cree el Emperador de la Gran Patria, emulando en su caballo blanco al Emperador Napoleón Bonaparte. O tal vez pensando en compararse con la tiranía de un Stalin que pasea con sus hordas sociales y empuñan su machete ante el llamado de un Benito Mussolini y marchan sobre pueblos como los SS de Adolfo Hitler. Así escuchamos a sus Ministros hablar de la revolución del campo como si fueran un Mao Tsetung.

Este es nuestro país, en el que estamos viviendo, muchos con el Jesús en la boca y hoy por hoy permanentemente invocado, como para exorcizar a los demonios del altiplano que bajan con antorchas con lenguas llamaradas listas para hacer arder la estropeada producción del agro en el oriente, hábil y tenazmente defendida por los Guaraníes, que tanta falta nos hacen hoy.

Nada en Santa Cruz esta bien para quienes a nombre del pueblo pobre, marginado, humillado, discriminado, se proclaman los defensores de la verdad y la justicia. La única verdad absoluta había estado en la boca de los militantes y seguidores del tirano. Que triste vida, incluso la miopía de los intelectuales del partido de gobierno nos quieren hacer creer que uno mas uno son todos los números conocidos. Y continúan violando la Constitución Política del Estado.

Que miseria para mis oídos, que brutal despojo de humanismo esta en quien acarrea cientos de campesinos a tierras lejanas, con el único fin de conseguir ser reelegido u obtener los votos necesarios para un grupo desalmado, capaz de pasar por sobre las cabezas campesinas en la época de lluvia, total se salvará el proyectista aunque el proyecto muera.

Hay hombres valientes, pero están en el pueblo, en ese pueblo querendón de su terruño, por que somos regionalistas, ¿acaso es un delito?, no, no es un delito, es la rabia contenida ante tanto insulto, ante tanta soberbia, ante tanto desprecio, ante tanta mala leche de nuestros gobernantes de las alturas, pero no por sabios, sino por que la naturaleza les ofreció una montaña, para que puedan ser vistos y escuchados.

Y es ahí donde están nuestros impuestos, en el Poder Legislativo, para escuchar a una serie (talvez falsa) de padres de la patria, rasgarse las vestiduras y decir que la única justicia del país valida es la de La Paz, ahí están los del Poder Ejecutivo, vociferando como niño propietario de la única pelota con la que se juega el partido y acusan de prevaricato a los Ministros de la Suprema y a todo Juez cruceño, y son capaces de decidir el futuro de un fallo, y ahí están los jueces y fiscales todos poderosos, como sheriff del país, buscando la recompensa por haber capturado a los malhechores cambas.

Hoy el gobierno a levantado la espada, tal vez sea la de He Man, pero a pesar de tener la fiera que habla y es capaz de destruir ciudades, no debe olvidarse que puede la verdad brillar por que “es intolerable elevar a una persona, transformarla en superhombre de características sobrenaturales”, dijo Nikita Kruschev, por Stalin.

× Lic. En Ciencias de la Comunicación Social.

  1. Carlos Mesa Gisbert. Historia de Bolivia. Pag. 561. Quinta Edición Actualizada y Aumentada (La Paz 2003)