Lo que está por suceder en relación con el uso de las aguas del río Silala, será la prueba de lo que podemos hacer en relación con nuestro retorno al Pacífico. Los autores tendrán la responsabilidad no sólo de este asunto, sino de la totalidad de problemas pendientes entre los protagonistas de la guerra del 79.
Como un destino inevitable, desde 1879, la mayor parte de los acontecimientos que suceden entre Bolivia y Chile son perjudiciales a nuestro país. No fue suficiente el enclaustramiento a que fuimos sometidos, las riquezas que existen en la frontera son aprovechadas, mayormente, por el país vecino, en la balanza de pagos la relación, en el mejor de los casos, es de uno a cinco. En los organismos internacionales, aun en los de integración, los chilenos, casi siempre, están en los niveles de dirección promoviendo sus intereses particulares. Y ahora está a punto de consumarse uno de los hechos más vergonzosos en lo que respecta a la propiedad y uso de las aguas del río Silala.
En toda relación bi o multilateral, lo que les sucede a los países miembros, depende de lo que hacen los demás pero, fundamentalmente, de lo que hace cada uno, obviamente, en función de sus principios y objetivos. Las relaciones asimétricas entre Bolivia y Chile, derivan del comportamiento invariable de aquel país que no ha cambiado ni cambiará nunca en los resultados de la contienda abusiva de 1879. Según representantes connotados de Chile, este país puede ofrecer y quizá otorgar algunas concesiones a Bolivia, pero nunca cambiará su posición en relación con la salida soberana de Bolivia al Pacífico.
La falla boliviana, quizá desde el principio, es que no puede lograr una concepción y, consiguientemente, un proyecto histórico de validez nacional, de largo alcance. Desde la fundación de la República, el encuevamiento en los Andes impidió elaborar una conciencia colectiva, considerando la importancia del mar para el desarrollo. El aprovechamiento de las aguas del río Silala está dentro del mismo modo de actuar de ambos países. No hemos comprendido la importancia del agua, lo que incide, en forma decisiva, en las ideas y los actos de los encargados de atender este asunto.
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Más allá de lo que cuantitativamente representa este flujo del recurso más valioso que hay en la naturaleza, de lo que se trata, es de plantear y defender una posición clara y sostenible frente a Chile. Lo que hagamos en esta materia, no sólo que reflejará lo que podemos hacer en lo demás, mostrará a los chilenos y al mundo la firmeza de nuestras convicciones en relación con el mar y con una solución equitativa de lo que queda por hacer en relación con la guerra del 79. Tal conflicto, no está definitivamente resuelto.
En todo este acontecer, algo que preocupa con mayor intensidad es el comportamiento del resto del país, es decir, de todos nosotros ante la información difundida por la prensa, acerca de un posible acuerdo entre los países protagonistas de esta problemática derivada del enclaustramiento boliviano. Las entidades cívicas especializadas parece que no hubiesen percibido lo que está sucediendo, los políticos están ciegamente ocupados en sus campañas electoralistas, las universidades como siempre están tratando de aplicar ideas revolucionarias del siglo anterior y los empresarios privados no ven más allá de sus intereses concretos. En otro país, la indignación hubiera sido terminante, obligando a los autores del hecho antinacional a rectificar su conducta.