2010

MarceloOstriaTrigo Marcelo Ostria Trigo

Esperamos el nuevo año con esperanzas, algunas fundadas y otras no. Vienen mezcladas: las probables con las meras ilusiones.

2009 ha sido un año difícil para Bolivia, especialmente por la inseguridad jurídica, la falta de respeto a las libertades democráticas y los atropellos a los derechos humanos. Sin embargo, para algunos, Bolivia este año logrará la felicidad y la prosperidad en la Nación, con su peculiar socialismo aymara que no alcanza siquiera al de Heinz Dieterich. Para otros, el país está ya en el fondo del pozo, por lo que, en  2010, no quedará otra alternativa que comenzar a subir, a salir… Y hay quienes –quizás más realistas- que sienten que todavía bajamos y que pronto llegaremos al borde del averno.



En las recientes elecciones del 6 de diciembre pasado, el Movimiento al Socialismo (MAS) aspiraba no sólo a ganar, sino a alcanzar porcentajes normalmente imposibles –hubo casos de más votos que inscriptos– y lograr la magia de los dos tercios para  dominar los tres poderes del Estado. Con esa abultada mayoría, la menguada oposición, cada vez más dispersa y desorientada, sólo será un florero de adorno en la llamada Asamblea Legislativa Plurinacional.

La falta de contrapesos hace, desde antes de la inauguración de la administración del presidente reelecto, más ostensible la intolerancia. Se pretende “castigar” a los candidatos opositores, pese a su derrota electoral, con procesos judiciales, contando con jueces y fiscales sectarios. Pero esto no queda ahí: para el MAS fueron “imperdonables” sus derrotas en los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando y  arrecian las amenazas de revancha, como el avasallamiento de tierras y los anuncios de copar las cooperativas de servicios. Así, no parece que haya sido una simple bravata la advertencia de un diputado oficialista de que está llegando “la hora de ajustar cuentas” a los burgueses capitalistas y a los “enemigos” en los departamentos rebeldes.

Estos aprestos tienen también expresión en la conducta internacional del gobierno del MAS. Hay una constante prédica insultante contra los gobiernos que no han abrazado el populismo –Perú y Colombia son los más mencionados– con el retruécano de que el capitalismo está poniendo en peligro la existencia del planeta. Esta es, por supuesto, la línea del chavismo venezolano, teniendo como blanco principal a Estados Unidos, sólo que, en nuestro caso, la agresividad, la insolencia y las metidas de pata son más crudas, más rústicas.

En realidad hay iniciativas imposibles de justificar. En la cumbre de Copenhague, el presidente, ya reelecto, propuso se realice un referendo vinculante mundial para eliminar el capitalismo. Qué difícil resulta comentar el disparate redondo y completo. Por eso, el desvarío quedó solamente en el anecdotario de tonterías de la reunión. Otra: se pretende que sindicalistas bolivianos -¿serán los del Chapare cocalero?– aprendan inglés para asesorar a los africanos en la recuperación de sus recursos naturales. Claro, para algunos encumbrados, África puede lindar con California, Chile o Haití, les da lo mismo.

Cuando se mira más allá de nuestro horizonte, se advierten cambios. La ola populista ha comenzado a ser contenida. Sin embargo, el año que comienza, por lo menos para nuestro país, parece complicado, porque la democracia corre mayores peligros.

¡Cuanto mejor sería que nos equivoquemos!