Anamar y su nueva camiseta

Quien lo diría. Ni siquiera comenzó la gestión legislativa y ya Ana María Romero, la senadora que emergió de una apuesta del presidente Evo Morales se ha hecho portavoz de la tendencias más confrontacionales del MAS y está aprendiendo velozmente las tácticas y argumentos que han caracterizado la trayectoria del partido en función de gobierno.

image Ana Maria Romero, en la campaña masista recien pasada (centro portando la bandera paceña)

A doña Anamar le gustó mucho la idea de ser presidenta del Senado y, a pesar de todo cuanto pueda decir, está dispuesta a dar dura pelea para que Evo cumpla la promesa que le hizo al incorporarla a la lista de candidatos masistas.



Que tanto la Cámara de Senadores como de Diputados estén controladas por paceños, es decir por la propia Anamar y por Héctor Arce no llega a convencer a los parlamentarios del interior del país, incluidos los propios masistas.

Sin embargo, Anamar sale al paso de los argumentos contrarios indicando que esta situación se debería al respaldo del 80 por ciento que obtuvo en La Paz el MAS. En su criterio esto sería más que suficiente para que dos paceños estén a cargo de la presidencia de ambas Cámaras.

A primera vista se puede ver que este razonamiento tiene dos aristas muy peligrosas. La primera: Anamar simplemente transmite una lógica típicamente masista. Quienes los respaldan recibirán todas los beneficios (y los cargos) y quienes no deberán resignarse a ser relegados.

La segunda y tal vez la más preocupante. Anamar ha expresado el más secante criterio centralista. Considera que las decisiones deben ser tomadas en La Paz porque es la región que mayor apoyo ha expresado al MAS. Queda en evidencia lo que pueden esperar los departamentos que no apoyaron a Evo Morales.

Algunas ingenuos que consideraron que Anamar podía ser la persona que atenúe las expresiones más verticales y radicales dentro del MAS deben estar muy desencantados. Es claro que no las atenuará sino que se ha hecho carne de ellas.

Las credenciales que ha mostrado Anamar durante toda su trayectoria, resultan muy discutibles, si se deja de lado su participación en la resistencia contra el golpe de Alberto Natusch.

Hay algunos que reivindican su trayectoria como periodista pero lamentablemente se vio desdibujada cuando comenzó a tener ambiciones políticas luego de ser elegida Defensora del Pueblo por los “partidos tradicionales”. Supuso que se había ganado la exclusividad para el cargo y cuando se la quiso reemplazar, comenzó a participar en la conspiración que meses después culminó con el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. Muchos opinan que su participación fue decisiva para el éxito de la conspiración contra un gobierno que más allá de sus luces y sus sombras fue legalmente constituido por la vía democrática del voto.

La señora Romero de Campero con su inocultable ambición, sus actitudes centralistas y de rápido apego a los postulados radicales del masismo, antes de comenzar, está perdiendo la imagen que se quiso crear de ella como representante de una corriente moderada y más abierta a la concertación que pudiera amainar los resquemores de la clase media.

Se sabe como comienzan los actos de sometimiento político pero no como terminan. Lo que esta claro es que la alicaída democracia no encontrara una buena defensora en la «nueva» Anamar.