Militares, la nueva «base social» del masismo

Los 15 proyectos relacionados con las Fuerzas Armadas entregados por el ministro de Defensa, Walker San Miguel y que serán presentados para su aprobación a la Asamblea Legislativa Plurinacional, contienen elementos francamente alarmantes y que nos acercan a ese modelo de Estado totalitario encarnado en la figura del líder.

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El vicepresidente García Linera recibió el miércoles 13 de enero 15 anteproyectos de ley para la modernización de las FFAA y para garantizar la Seguridad y Defensa Nacional.(foto Abi)



El mismo concepto inicial sobre el que han sido formulados los proyectos resultan engañosos. Aparentemente es bueno promover la participación de las Fuerzas Armadas en todos los capítulos de la vida nacional, particularmente los productivos pero si se realiza una lectura más atenta es precisamente este concepto el que encierra un gran peligro para la institucionalidad democrática.

Acudiendo a la historia. En América Latina la propia debilidad institucional ha ocasionado el recurrente surgimiento de proyectos populistas, algunos surgidos de las propias urnas y que luego devinieron en autoritarios abandonando sus fuentes primigenias de poder y legitimidad para asentarse principalmente en una Fuerzas Armadas reducidas al nivel de una comparsa partidista.

Existen muchos ejemplos (Venezuela es uno de ellos) que matizan este aserto. Un caso típico es también el peronista que contando con una indiscutible y sólida base popular tenía sin embargo una marcada tendencia totalitaria por lo que acabó tornándose en represivo fortaleciendo los aparatos de seguridad del Estado, que en buenas cuentas no son más que organismos de seguridad del régimen imperante.

Mala cosa es que se confunda la seguridad del Estado con la seguridad de un régimen. El primer concepto está referido a la creación de condiciones que posibiliten que una sociedad desarrolle sus actividades sin amenazas externas o internas. Está relacionado principalmente con la preservación de la institucionalidad.

El segundo se relaciona con la preservación de un régimen o de un caudillo, que por lo general han perdido legitimidad y por tanto deben acudir a la represión para garantizar su estabilidad y su continuidad.

El que se pretenda crear un organismo de seguridad o de Inteligencia, como se denomina eufemísticamente a los servicios de represión, que dependa directamente del presidente, en este caso del Estado Plurinacional, se sujeta al segundo concepto.

Evidentemente el segundo criterio está adquiriendo preeminencia en el gobierno de Evo. Se sabe que el apoyo popular es veleidoso más aún cuando las condiciones para sustentar una política prebendal y asistencialista se hacen cada vez más inciertas y por tanto, con ese fino olfato político que de manera innegable tienen los masistas, están preparando las condiciones para cambiar los criterios de sustentación del régimen.

Para esto se pretende replicar el modelo chavista que está reemplazando como base de sustento, el respaldo popular por el del apoyo de una Fuerzas Armadas cuyo respaldo es ganado, o mejor dicho comprado, mediante la sistemática otorgación de prebendas.

Está política reviste una gran peligrosidad no solo para la institucionalidad democrática sino para el propio régimen masista que al parecer no se percata de que está creando las condiciones para que las Fuerzas Armadas quieran recuperar el rol de “institución tutelar de la patria” que se arrogaron durante las dictaduras militares.

El régimen democrático tiene como base fundamental la asignación de roles específicos y no hegemónicos a cada institución. La instrumentalización que pretende hacer el MAS de las Fuerzas Armadas puede tener consecuencias funestas en el futuro. Se trata de un peligro del que deben estar advertidos los propios oficiales que están siendo relegados por la obsecuencia y sometimiento político del actual Alto Mando a los caprichos del gobernante de turno.