Ni intelectual ni galán


El vicepresidente no deja pasar la oportunidad de mostrar su supuesta erudición y sus aptitudes de conquistador. Sin embargo, cada vez con mayor fuerza surge la certeza de que su “intelectualidad” y sus dotes de galán no son más que una construcción artificiosa, similar a la de “indígena”, “originario” o “defensor de la madre tierra” creada para Evo Morales.

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En una de sus últimas actuaciones, Álvaro García Linera se proclamó “fiel seguidor de Maquiavelo”. Decimos “actuación” y no “disertación” por cuanto como ocurrió en infinidad de presentaciones pasadas, el vicepresidente matizó con coquetos gestos y delicados ademanes para acomodarse la cabellera, las mismas palabras huecas de sus discursos acostumbrados.



En ocasiones esas palabras se tornan amenazantes e intenta dar un cierto contenido teórico a sus amenazas. En esta ocasión acudió a Maquiavelo y recogió un concepto tomado muy a la ligera de su obra “El Principe”, considerada la principal del escritor florentino.

Parafraseando a Maquiavelo, dijo que el “Príncipe”, es decir el gobernante debe ser amado y temido y si debe escoger entre ambas debe elegir ser temido. La cita es correcta. Sin embargo García, dentro de su presunta intelectualidad se olvida que los sistemas de gobierno responden a situaciones históricamente determinadas.

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Esto significa que por ejemplo, el prototipo de gobernante en la Roma imperial no fue el mismo que el de la Grecia clásica, del mismo modo que el modelo de gobernante de la Florencia renacentista no puede ser el mismo que el de la época moderna, a menos que se considere que seguimos en una historia en la que prevalece la voluntad omnímoda del gobernante sobre las leyes e instituciones, lo cual parece ser el ideal que buscan Evo y su compañero Álvaro.

Maquiavelo escribió su obra analizando una circunstancia histórica muy concreta, una etapa en la que el manejo de la espada y la habilidad para la intriga, además de la falta de escrúpulos podían ser determinantes no solo para que el gobernante tenga éxito en su gestión, sino también para que preserve su propia vida.

Si bien algunas personas siguen tomando como ejemplo a Maquiavelo cuando se refieren al arte de gobernar no cabe la menor duda de que una buena parte de sus conceptos resultan a estas alturas, francamente anacrónicos y no deja de llamar la atención que Alvaro García cite a una persona que si bien es un referente en la historia del pensamiento político, sus conceptos difícilmente pueden adecuarse a la época en que vivimos.

¿Existirá algún gobernante democrático que pretenda ser amado y temido? Es más ¿existirá algún gobernante democrático que prefiera ser temido a ser amado? ¿Es que todo debe reducirse a la actitud del gobernante? Ciertamente al amanerado vicepresidente, o se le aflojó un tornillo o esta mostrando su hilacha de radical e intolerante.

El vice, si toma en serio la valoración como “intelectual” que hace de sí mismo, deberá ser algo más riguroso cuando hace apreciaciones de este tipo; no se trata de tomar citas y frases a la ligera para repetirlas hasta el cansancio como ocurrió con el tan mentado “empate catastrófico” atribuida a Gramsci.

Es comprensible que con unas cuantas frases hechas, palabras rebuscadas y conceptos tomados de una lectura superficial, haya logrado impresionar a sus correligionarios masistas y al propio presidente Evo Morales, para quien unas palabras de “Condorito” deben parecer un portento de racionalidad, pero deberá darse cuenta también que no todos están chupándose el dedo ni se dejan encandilar por sus poses de «intelectual».

Si como dice leyó 5 mil libros, debiera releerlos y, en lo posible tratar de entenderlos y como intelectual que se precia de ser, sacar conceptos trascendentes, no solo frases para impresionar a una audiencia de por si impresionable.

“Dime de que te jactas y te diré de que careces” dice esa sabiduría que es tan popular como verdadera y no requiere ser sacada de textos eruditos.

Por tanto si Alvaro se jacta de ser un gran intelectual y gusta mostrarse como un «eterno novio» e irresistible conquistador de reinas de belleza con una sospechosa insistencia, es fácil ver de qué carece.