Con el testamento bajo el brazo

Los entrenadores de fútbol saben que un mal paso les puede costar el cargo. En lo que va del año, tres clubes ya cambiaron de DT antes del inicio del torneo Apertura de la Liga. Los 12 que comandan los equipos no saben hasta dónde podrán llegar.

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El DT Manolo Núñez (primero de la izq.), sentado en el banquillo junto a sus colaboradores, mientras dirigía un partido de Aurora. Días después el español quedó fuera del equipo.



La Prensa

Aquella amenazadora frase de la dictadura de los 80 en el país lanzada por un militar, como advertencia contra los políticos que osaran oponerse al régimen, cae como anillo al dedo en estos tiempos en que el fútbol no admite errores, y si los hay, son los entrenadores los que lo pagan caro.

Ni siquiera ha comenzado en Bolivia la temporada oficial liguera, pero la trituradora de entrenadores ya se ha llevado a unos cuantos y promete que no serán los únicos.

Aurora le pasó factura a Manolo Núñez por una mala pretemporada; lo mismo hizo La Paz Fútbol Club, que en las primeras de cambio sacó a Ramiro Vargas; mientras que Real Potosí se apresuró en rescindir su contrato con Sergio Apaza después de la estrepitosa eliminación del lila de la Copa Libertadores de América, aunque en este caso el técnico ha tenido mejor suerte que sus colegas y ha encontrado rápido refugio en filas azulgranas.

Un entrenamiento mal jugado el sábado en Achumani provocó el enojo de los hinchas de The Strongest, que se la agarraron con Sandro Coelho y exigieron a gritos su cambio; menos mal la directiva, presidida por Sergio Asbún, de momento parece no atender esa petición de la fanaticada.

Lo sufrió también en carne propia el técnico de Bolívar mientras su equipo perdía en su debut en la Copa Libertadores de América ante el peruano Alianza Lima (1-3). “Fuera Escobar” retumbó en el estadio Hernando Siles, apenas unos días después de que la misma afición bolivarista celebrara la obtención del título de la Copa AeroSur, un certamen menor que la llenó de ilusión.

La dirigencia de la Academia no tardó en expresarle pleno respaldo a su DT, al que pretende tener al menos durante dos años comandando un proceso; sin embargo, es bien sabido que las ratificaciones en el fútbol boliviano no son precisamente un voto de confianza, y la experiencia indica que más bien son toda una amenaza, que se puede traducir en despido si la situación no mejora.

Por eso, Escobar ya dijo que tiene las maletas listas para alzar vuelo en cualquier momento, como las tienen seguramente sus otros 11 colegas, que el próximo fin de semana comenzarán a mostrar sus cartas en el torneo Apertura de la Liga, sin saber hasta dónde serán capaces de llegar.

Debutarán dos, los otros son viejos conocidos

Martín Lígori y Hugo Marcelo Herrera son las novedades en materia de entrenadores para la temporada liguera que comenzará el próximo fin de semana. El resto ya dirigió en la Liga, en varios casos a más de un club.

Guabirá, que fue ascendido bajo el mando de José Peña, optó por afrontar su regreso al profesionalismo con un ex jugador histórico de sus filas, y eligió a Lígori, que nunca antes dirigió en Primera División.

Real Potosí empezó la temporada bajo el mando de Sergio Apaza, pero la marcha de éste tras la magra participación en la Copa Libertadores de América provocó que los lilas miraran al exterior y trajeran a Herrera, un ex futbolista destacado como volante (campeón mundial con Vélez Sarfield en 1994) y que como técnico posee licencia A de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Entre lo poco que se sabe de él como entrenador, dirigió a Liga Alajuense de Puerto Rico.

Sergio Apaza, que ha regresado a filas azulgranas, se distingue por ser el técnico —entre los 12— que ha dirigido a más equipos en la Liga: aparte de La Paz FC estuvo al mando de San José, Wilstermann, Blooming y Real Potosí. Lo mismo pasa con Eduardo Villegas, hoy en Wilster y antes en Independiente Petrolero, San José, The Strongest y Universitario.

Villegas, con la U; Gustavo Quinteros, con Blooming y Bolívar; Víctor Hugo Andrada, al mando de Blooming, y Marcos Ferrufino, al frente de San José; además de Sergio Apaza, con Real Potosí, se precian de ser los entrenadores que obtuvieron algún título liguero.

El argentino Julio Zamora ha vuelto a Aurora, por el momento su único club en el país; lo mismo que le ocurre a Santiago Escobar, en Bolívar; y a Carlos Leeb, en Universitario.

Sandro Coelho, que está en The Strongest, dirigió antes a San José. Jesús Reynaldo, alguna vez interino en Bolívar, fue titular de Atlético Pompeya y ahora regresa a su tierra beniana para estar al frente de Real Mamoré.

El dato

Seis clubes apostaron por dar continuidad este año a los entrenadores que terminaron dirigiendo a sus equipos en la temporada 2009: Blooming, Bolívar, San José, The Strongest, Universitario y Wilstermann.

5 técnicos extranjeros dirigen a los equipos de la Liga en la actual temporada. Tres argentinos (Herrera, Zamora y Leeb), un colombiano (Escobar) y un brasileño (Coelho). Los siete restantes son bolivianos (Apaza, Villegas, Ferrufino, Reynaldo), además de tres naturalizados de origen argentino (Quinteros, Lígori y Andrada).

OPINIÓN

En el fútbol y particularmente en el boliviano hacen mucho las primeras impresiones. Tres partidos buenos de un equipo pueden servir para poner a un técnico entre las nubes, o la misma cantidad de cotejos malos pueden ocasionar que se lo meta tres metros bajo tierra.

El fútbol vive en una continua lucha y en una convulsión que impide que los entrenadores —y también los futbolistas— crezcan en un entorno estable. Con tanta duda es imposible, pero también se puede decir que la presión forma parte del fútbol y que si alguien quiere llegar lejos debe demostrar que puede soportarla.

Puede ser tan buen o mal entrenador, las cosan van mucho más allá. Año tras año se repiten los mismos síntomas. Los técnicos intentan dar un poco de vida al “muerto” pero lo que no pueden hacer es protagonizar milagros.

Echar al entrenador suele ser pan de cada día. Otra vez idea nueva, otra vez empezar de cero, otra pirueta más sin sentido ni objetivo. Sólo sirve para generar más confusión y seguir ahondando en una herida que es muy profunda y que cada día supura más.

Tal vez es el modo de justificar la ineficacia de los futbolistas que aparecen como inocentes, cuando son los auténticos responsables del mal juego de sus respectivos equipos.

Ramiro Siles Aparicio. [email protected]