La corrupción vive y manda

Hay corrupción en la Aduana y el propio presidente Evo Morales tuvo que reconocerlo. Es más, admitió que una de las fuentes de la corrupción era el “loteamiento” que habían hecho de la entidad las llamadas “organizaciones sociales”, esos grupos funcionales a su partido que le resultan tan entrañables pero que ya están comenzando a darle severos dolores de cabeza.

image De los tres candidatos para La Paz, se salva hasta el momento solo Elisabeth Salguero que postula a la Alcaldía paceña, Felix Patzi (centro) ¿renunció? por ebrio, pero es un «angelito» comparado con Patana (izq) que ha hecho de la Aduana su feudo.

Hay corrupción en la Aduana pero quizás la pregunta adecuada sería ¿dónde no la hay en el actual gobierno?



Evo Morales hizo de la lucha contra la corrupción una de sus banderas pero lamentablemente esta bandera fue muy rápidamente arriada por cuanto el prebendalismo político fue precisamente el mecanismo mediante el cual el MAS debía pagar la lealtad de las organizaciones que lo respaldaron.

El gobierno muestra el encarcelamiento de Santos Ramírez como la expresión suprema de su voluntad de luchar contra la corrupción pero resulta inevitable recordar la forma en que Evo Morales defendió a su estrecho colaborador en un primer momento. Recién luego, ante la contundencia de las evidencias y con un muerto de por medio, tuvo que reconocer que su íntimo y estrecho colaborador había incurrido en actividades non sanctas y viabilizó su encarcelamiento no sin antes tomar las debidas precauciones para evitar que el escándalo en YPFB salpicara a las más altas esferas de su gobierno.

Hasta ahora el caso Catler Uniservice-YPFB se encuentra en el limbo, sus entretelones se hacen cada vez más oscuros y se afianza la certeza de que Santos Ramírez es en realidad la cortina con la que se quiere tapar los verdaderos alcances de otros casos de corrupción que ha mostrado la verdadera faz del actual gobierno.

No está demás recordar la vehemente defensa que hizo Evo Morales de Jorge Alvarado y Manuel Morales Olivera quienes fueron acusados también de cometer actos irregulares cuando estaban a cargo de YPFB. Llegó a decir que los hechos denunciados fueron “inventados” por la oposición.

Todos sabían que de la Aduana Nacional salían los recursos para financiar las actividades de los “ponchos rojos”, las recurrentes “vigilias” ante el Congreso y las movilizaciones sociales de la Conalcam en favor del gobierno. Estos gastos tuvieron que ser disfrazados de alguna forma en los balances de la entidad y eso es lo que está “descubriendo” la nueva presidenta de la Aduana, que ojalá siga contando con el respaldo de Evo hasta el esclarecimiento total de los hechos.

Dirigentes de las “organizaciones sociales” entre ellos Edgar Patana (candidato a alcalde de El Alto), Fidel Surco (senador) y Leonilda Zurita (jefa de las Bartolinas) tienen cupos asignados para “acomodar” a sus allegados en puestos clave, además de que permanentemente ejercieron un descarado tráfico de influencias.

Parte de este sórdido entramado fueron los ex presidentes de la Aduana, Marcia Morales Olivera, hija de Manuel Morales Dávila; César López, que cayó en desgracia por denunciar las andanzas de su padrino Juan “Camión” Quintana y finalmente, el general Wilfredo Vargas.

En suma, la enfermedad ha sido detectada e identificada. Se llama “corrupción” y se encuentra en sus fases más agresivas y contagiosas. De la lucha contra la corrupción hasta ahora tenemos solo discursos cuando no fervientes defensas de los corruptos.

Han pasado cuatro años de un primer gobierno de Evo Morales y se ha iniciado el segundo. A estas alturas resulta hasta grotesco seguir describiendo a la corrupción como un “resabio” de la etapa neoliberal, como pretende hacer la ministra Nardi Suxo. En realidad la corrupción no ha disminuido sino que se ha acrecentado en el nuevo Estado Plurinacional.

Si es que el gobierno quiere realmente recuperar la credibilidad en este campo no debe limitarse a diagnosticar la enfermedad, que, además, es evidente, sino aplicar los medicamentos necesarios y, por sobre todo, poner tras las rejas a los responsables de la corrupción, además no debiera tener de candidatos a gente cuestionada como Patana y otros.

Evo debe comprender que la medicina puede ser muy dolorosa para su partido y sus organizaciones afines pero debe aplicarla porque de lo contrario estará demostrando que dice una cosa pero hace otra. Ha llegado la hora de que le pruebe al país que su lucha contra la corrupción no será solo contra opositores sino principalmente contra su gente hoy empoderada y atrincherada en los poderes públicos y las llamadas «organizaciones sociales».