La increíble historia de Tavo Rico


Tavo Rico era un niño de esos del montón y sus propios familiares observaban con preocupación esa falta absoluta de alguna característica que pudiera hacer prever que podría destacarse en algo. Es más, su mirada torva y esquiva, además de sus permanentes berrinches y evidente fealdad ocasionaban que la mayoría de las personas lo rehuyeran.

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Cuando se caía no había quien quiera alzarlo y tenía que enjugar su llanto a solas. Así fue incubando la certeza de que el mundo estaba contra él y comenzó a desarrollar una marcada tendencia a cometer cuanta maldad estaba a su alcance. Destrozaba los juguetes de los niños y muy disimuladamente les daba feroces golpes con lo que tenía a la mano para luego poner la más inocente de las caras.



Con el paso del tiempo tuvo que ir a la escuela donde se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para sus profesores debido a su absoluta incapacidad para aprender nada y por su evidente inclinación hacia el chisme y la intriga.

Sin embargo fue en esta etapa de su vida cuando hizo un descubrimiento que marcaría toda su vida. Se percató que toda su falta de luces o de alguna característica que lo hiciera destacarse podía ser suplida con el recurso de la adulación. Es así que comenzó a acercarse a los más grandes y fuertes del curso obsequiándoles algún dinero y golosinas, que él, a su vez arrebataba a los más pequeños.

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En la compañía de grandulones abusivos comenzó a sentirse alguien. Era tomado en cuenta así sea para hacerles los mandados, cosa que hacía sin chistar. Sin embargo, ya había comenzado a imaginar el día en el que llegaría la hora de vengar todos los agravios. Algún día tendría que ser él quien diera las reglas del juego pero hasta ese momento tenía que actuar con mucho sigilo.

Se dio cuenta que ese su carácter sinuoso y revesero podría serle muy útil en el futuro por lo que de hecho descartó cualquier posibilidad de dedicarse a algo provechoso para ganarse la vida. Su juventud transcurrió en las pandillas en las que no mostró valentía o alguna aptitud particular. Cuando ocurría algún enfrentamiento con grupos rivales, él siempre estaba en la última fila y solo acudía presuroso para festejar cuando el resultado era la victoria o para restañar las heridas de sus protectores cuando eran derrotados. Se lo vio también irse al bando ganador sin problema alguno.

Solo siempre fue  cobarde y pusilánime pero se tornaba súbitamente valiente cuando estaba muy bien protegido y es entonces cuando se mostraba particularmente agresivo e implacable contra algún indefenso.

Esos fueron los primeros años de Tavo Rico en los que acumuló una gran experiencia en aspectos que no podrían ser considerados muy positivos. Este cúmulo de conocimientos lo fue aplicando en forma astuta y decidida y como el estudio no era su fuerte se dedicó a vivir de las necesidades de los demás.

Un buen día se dio cuenta que el defender la causa de un grupo de personas sin vivienda podía darle muy buenos réditos. Se dedicó por entero a ello; marcho semidesnudo por las calles y hasta aprendió unas cuantas frases en defensa de los desposeídos. Nunca consiguió viviendas para nadie, excepto para él y vio con satisfacción como sus bolsillos se hincharon con los aportes que pedía.

Astuto como era vio que sus aptitudes podían traerle más satisfacciones y ganancias por lo que decidió que era hora de incursionar en la política. Logró que se fijaran en él, los miembros de un partido llamado “Menos” en el que se habían juntado personajes de características similares a las suyas.

Fue un salto a la gloria. Fue elegido parlamentario y comenzó a disfrutar las mieles del poder. La gente lo saludaba en las calles y hasta comenzó a tener cierto éxito con las mujeres, llegando a reprocharse el tiempo que desperdició al no aprovechar esas sus innatas dotes de conquistador.

Nunca antes las muchachas lo habían invitado a sus fiestas pero ahora era el centro de la atención. Fue muy solicitado, sí, pero siempre acababan pidiéndole una peguita. Accedía los pedidos, pero siempre a cambio de algunos “favores”. Finalmente nadie da nada gratis en este mundo.

Mientras tanto, gracias a su falta de escrúpulos y su obsecuencia, iba ganando puntos en la voluntad del jefe de su partido que lo llamó “diablito” en público reconocimiento a sus habilidades para la intriga de las cuales no fueron víctimas solo los contrincantes políticos sino sus propios correligionarios.

Acumuló un gran poder y lo utilizaba sin rubor alguno. Creó una organización paralela con la cual llegó a controlar a la propia justicia, hizo del chantaje un instrumento permanente de acción política y se enriqueció de una forma en la que jamás hubiera soñado. De tanto en tanto recordaba sus años mozos y agredía a los transeúntes que le encaraban algún defecto, pero como ocurría en esos años, después de eso corría prestamente a refugiarse detrás de alguien que pudiera protegerlo.

Tenía un gran poder e influencia pero quería más. Sabía que en su partido no lo apreciaban mucho repitiendo lo que fue su impronta durante toda su vida pero sabía que tenía otras armas para sobreponerse a las envidias de propios y ajenos.

No fue candidato a la reelección, esta vez como asambleista, pero gracias a la adulación, su principal arma, consiguió hacerse nombrar Casiministro de Control de las Actividades no muy Recomendables y fue entonces que pensó que su hora había llegado. Hay que ajustar cuentas, se decía frotándose las manos y acentuando su torva y lombrosiana faz saborea su venganza. 

P.D. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.