El ministro "Sacha", el ex defensor de los DDHH, es el "símbolo" de la involución del MAS hacia el autoritarismo. El poder no necesita prensa libre.
Como ya es costumbre, los funcionarios del gobierno reaccionaron en forma destemplada ante la evaluación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) sobre la situación de la libertad de expresión en Bolivia y ante la falta de argumentos solo atinaron a calificar a este organismo como un “instrumento del imperialismo”. Sacha Llorenti, el ex “defensor de los derechos humanos” que ahora se ha vuelto conculcador de estos derechos, definitivamente no ha mostrado muchas luces a la hora de esgrimir argumentos y razones.
Afirma que el informe de la SIP no tiene valor pero se abstiene de dar sus razones y prefiere eludir las preguntas sobre los evidentes intentos del gobierno de poner cortapisas a la actividad periodística y a la propia libertad de expresión.
La SIP, en su informe elaborado e su reunión de Aruba, alertó sobre los intentos del gobierno de Evo Morales de “educar” a los periodistas y su convocatoria para que “luchen contra el imperialismo”, pero para Sacha, dentro de su muy peculiar criterio esto no constituye un intento de afectar el derecho de los periodistas de informar en forma libre y sin que el gobierno les imponga sus normas y condiciones.
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El oficialismo en forma recurrente apela a la muletilla de intentar restar autoridad moral a todos aquellos que lancen una crítica u observación contra las acciones del gobierno. Pareciera que pretenden tener el monopolio de la “autoridad moral” lo cual es, a las claras, es algo que resulta muy discutible, partiendo de la propia persona de Sacha Llorenti.
Las reiteradas agresiones del presidente Evo Morales contra los periodistas son muy conocidas y fueron perpetradas con pretextos variopintos pero todos ellos muy fútiles. Evo Morales – y los masistas hasta el más insignificante- se quieren arrogar el derecho de imponer a los periodistas que es lo que deben preguntar y como deben enfocar sus informaciones, lo cual resulta muy gracioso si se tiene en cuenta las limitaciones intelectuales y hasta éticas que varios de ellos no logran disimular.
El intento del presidente de “educar” a los periodistas significa, nada más y nada menos, que intentar domesticarlos para que informen solo lo que conviene al gobierno y lancen loas a su persona y lo reconozcan como el “guia espiritual” ya no solo de los indígenas sino también de los comunicadores.
En la muy particular interpretación de Evo Morales, los periodistas “mienten” cuando se niegan a deformar los hechos para acomodarlos a la conveniencia política del gobierno. “Mienten” también cuando denuncian los hechos de corrupción, los excesos de los funcionarios gubernamentales, los atropellos a las leyes y la violación de derechos de los opositores al régimen.
Por tanto lo que quiere es “educar” a los periodistas para que en las conferencias de prensa le respondan ¡venceremos! cuando el grite ¡patria o muerte! y eviten (como hacen los empleados de los medios estatales) tratar cualquier tema que pueda resultar urticante para el gobierno.
El intento de amordazar a los periodistas no es exclusivo de Evo Morales, es una característica de los gobiernos autoritarios, aquellos que en esta parte del Continente responden al chavismo "bolivariano"; para estos mandatarios una prensa libre e independiente es y será un escollo para sus políticas hegemónicas. Chávez acaba de consolidar otro atropello contra el periodista propietario de Globovisión en Venezuela, solo por opinar mal del tirano y hace pocas horas en la ciudad cautiva del evismo, El Alto, unos furibundos masistas amenazaron a un periodista con "sacarle la mierda" por atreverse a preguntar sobre el transfugio de sus candidatos.
Así están las cosas, pero el presidente Evo Morales no debiera olvidar que gracias a los medios de comunicación independientes él pudo descollar en la carrera sindical y gozó de la mas amplia cobertura jamás otorgada a otro dirigente sindical o político, y gracias a los medios y a los periodistas salió del anonimato y hoy está encumbrado en el poder.