Han demostrado gran habilidad para la política pero se aplazaron en economía; la informalidad reina en el país y la improvisación es la "norma" en el gobierno.
Los trabajadores de industrias bolivianas en una protesta contra los comerciantes de ropa usada y el contrabando.
El gobierno ha demostrado una gran capacidad de gestión política, que hubiera sido preferible la hubiera utilizado para lograr un país unido en torno a un objetivo estratégico. Esa innegable capacidad, lamentablemente, la utilizaron para desarticular a la oposición y tornarse en hegemónicos. La utilizaron también para desmontar de manera meticulosa todo el andamiaje institucional, particularmente en el sistema jurídico con lo que el país, se encuentra prácticamente inerme en las manos de Evo Morales.
Sin embargo el masismo se aplazó en las gestión económica y hasta ahora no dan pie con bola en el diseño de una estrategia, no de desarrollo, ya que eso sería demasiado pedirles, sino, simplemente de generación de recursos ya que la acumulación proveniente de pasadas gestiones y que se han traducido en el importante incremento de las reservas internacionales, tocará fondo en cualquier momento.
Es que no existe ni siquiera el atisbo de un modelo económico y el “Estado Plurinacional” en realidad está funcionando por inercia, de manera que el hecho de que la viceministra Patricia Ballivián anuncie que en el Chapare ya está funcionando una planta láctea y que se han iniciado los estudios para instalar una fábrica de telas, es una aspirina para un cáncer.
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No está de más recordar que en el Chapare ya funcionaba una planta láctea, la Milka , y que fue objeto de un permanente sabotaje por parte de los cocaleros para quienes la única produccción que vale es la verde hoja para la cocaína. De igual forma no se puede pasar por alto que la industrias de textiles, maderas, cueros y otras están languideciendo por el cierre de mercados y la falta de políticas adecuadas de incentivo. Parece que la única “industria” que cuenta con incentivos es la del narcotráfico y eso se comprueba por la proliferación de modernos laboratorios de refinación de droga. Ya no se trata de minúsculas pozas de maceración perdidas en lo más recóndito de la selva, ahora el narcotráfico ha traído "tecnología de punta" para producir toneladas de cocaína.
Sin embargo, Evo Morales, con la expresión triunfante de quien está descubriendo la fórmula del agua tibia, anuncia que los ingresos provenientes de la venta del gas serán utilizados para promover el desarrollo industrial. No deja de llamar la atención es que hayan debido pasar más de cuatro años para que el presidente se percate de que es eso lo que hacen precisamente los gobiernos que tienen un visión de futuro.
Esos gobiernos, entre los que no se cuentan el de Hugo Chávez, saben que un modelo de desarrollo exitoso puede consistir en invertir los ingresos producto de los recursos no renovables en actividades industriales sostenibles y generadoras de empleos. Sin embargo, Morales en sus primeros cuatro años desaprovecho la coyuntura interna e internacional excepcional y rifó los recursos repartiendo cheques sin control a sus amigos alcaldes y bonos al por mayor sin base sustentable.
Por otra parte sería interesante hacer un repaso de cuantos contratos y adendas ya fueron firmados tanto con Brasil como con Argentina relacionados con la cuestión energética. Si se hubieran cumplido los acuerdos que Evo firmó con Néstor Kirchner y con Lula, a estas alturas Bolivia debiera ser una potencia petroquímica y realmente debiera estar cumpliendo su función de abastecedor de energía en el Cono Sur.
Sin embargo ocurre que existen acuerdos que son firmados al influjo de requerimientos políticos inmediatos y cuyo cumplimiento no está ni en la mente ni en las posibilidades de los firmantes. Esos acuerdos debían ser firmados porque Morales necesitaba de manera urgente un respaldo para la llamada “nacionalización” de los hidrocarburos, hoy virtualmente fracasada.
Esta vez fue la jacarandosa Cristina Kirchner quien tuvo que acudir en ayuda de Evo para firmar una adenda que en los hechos demuestra que la capacidad de producción nacional de gas natural ha caído dramáticamente en los últimos cuatro años y que las posibilidades de atender la demanda de Argentina y Brasil, así como la interna, disminuyen cada vez más.
La realidad es que durante los vilipendiados gobiernos neoliberales y de "derecha" Bolivia fue autosuficiente en recursos energéticos; ahora el gran logro del gobierno "izquierdista" del MAS es que de país exportador de hidrocarburos en solo cuatro años pasa a ser importador.