Bolivia ¿potencia nuclear y militar?

Llama la atención la ligereza en la que el embajador de Rusia Leonid Golubev, ha ofrecido al gobierno de Evo Morales instalar una planta nuclear, remarcando que con fines pacíficos; proporcionar misiles y hasta convertir a Bolivia en una base para el lanzamiento de satélites.

imageEvo en un acto de entrega de equipos militares. Las FFAA ciertamente requieren de apoyo para su modernización.

Lo hizo con la misma facilidad y cordialidad con la que ofrecería un vaso de buen vodka con el tradicional “nazdarovia”. Posiblemente muchos se hayan quedado perplejos ante la desmesura del ofrecimiento. No es cosa de todos los días que alguien ofrezca, así por así, una planta nuclear.



No está demás recordar que los únicos países en América del Sur que han instalado plantas nucleares en su territorio para generar energía eléctrica son Brasil y Argentina. Venezuela también ha manifestado su interés de hacerlo pero como era de esperar han surgido comprensibles susceptibilidades tratándose de Chávez, que ha hecho de la confrontación y la provocación el eje de su política. 

En el tema de los misiles es indudable que hay mucha tela que cortar ya que existen varias versiones. Estos artefactos pueden ser lanzados de forma manual, como los que fueron desactivados en el gobierno de Eduardo Rodríguez y no pueden ser considerados como artefactos de destrucción masiva.

Pero también los hay otros, mucho más sofisticados y de mayor alcance, miles de kilómetros y que para su operación requieren de instalaciones especiales. Si se hubiera tratado de los primeros no valdría la pena hacer mayor problema, ya que la totalidad de los ejércitos de la región poseen este tipo de artefactos. Las mismas FARC colombianas tienen también en su arsenal a este tipo de misiles.

Sin embargo cuando se trata de artefactos de largo alcance, la cosa cambia. Los entretelones de la reunión que sostuvieron en Caracas, Evo Morales y el Primer Ministro ruso Wladimir Putin, bajo los auspicios de Hugo Chávez, no han sido conocidos y solo se ha hablado de créditos para la compra de armamento, entre ellos helicópteros y otros no especificados.

Los mensajes que manda de manera recurrente Hugo Chávez no son precisamente pacifistas y por ello existe cierta inquietud sobre la posibilidad de que el tiranuelo de Caracas decida en algún momento traducir en hechos sus beligerantes y agresivos discursos. Si a esto sumamos las evidentes inclinaciones mesiánicas de Evo Morales tendremos un cóctel cuyo contenido no es muy tranquilizador que digamos.

El pedido de Evo Morales para que Rusia “vuelva con fuerza” a Latinoamérica puede prestarse a varias interpretaciones. Una de ellas, la más inquietante, es que esté dispuesto a convertir a Bolivia en un enclave para la expansión de los intereses de la industria bélica rusa, lo cual, de manera comprensible, no sería muy del agrado de los países de la región.

Como presidente Evo Morales tiene la obligación de buscar cooperación internacional para proyectos que ayuden al desarrollo del país pero en todos los casos, y en este en particular, debe hacer conocer cuales son los verdaderos contenidos y alcances de los acuerdos con Rusia, no solo en lo que se refiere a adquisiciones de armamento, sino también en lo político, que es un componente inseparable de este tipo de operaciones. No es conveniente que Bolivia envíe señales equivocadas a la región y se convierta en un factor de incertidumbre o un foco de irradiación de una innecesaria e indeseable carrera armamentista.