La Conferencia Mundial de los Pueblos finalizó con más pena que gloria ya que como era previsible, terminó en un saludo a la bandera porque en primer lugar no fue vinculante y se trató tan solo de una iniciativa mediante la cual Evo Morales pretendió proyectar su imagen internacional, que a estas alturas, ya se ve bastante afectada por sus propios autogoles.
Ya es historia la imagen que ganó Evo al principio de su mandato. Es solo recuerdo aquella visión que se tenía de él como un dirigente indígena que surge de la nada y luego de sufrir mil y un peripecias, redimir a los pueblos originarios, secularmente explotados y excluidos. Esta imagen, como todo lo creado artificialmente y sobre bases endebles, acabó diluyéndose y el defensor de los indígenas ahora busca otra plataforma y pretende mostrarse ahora como el defensor de la “madre tierra” y por enésima vez postularse para el Nobel de la Paz.
No cabe duda de que el calentamiento global y sus problemas conexos no son cosa para tomarlas a broma y es seguro de que muchos invitados acudieron a la cita de Cochabamba de muy buena fe con la convicción de que este podría ser el foro adecuado para tomar decisiones respecto a un tema que requiere medidas serias y a breve plazo.
No obstante, llama la atención que haya sido el propio anfitrión el que haya hecho lo imposible por desdibujar a un encuentro que podía haber arrojado algunos resultados positivos, así solo hubiera sido reforzar la necesidad de asumir medidas urgentes para proteger el medio ambiente.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
“Defender a la madre tierra es más importante que defender los derechos humanos”, el consumo de alimentos transgénicos provocan trastornos en los hombres y causan calvicie, además de hacer una publicidad gratuita a una bebida gaseosa, son frases que claramente no sumaron y por el contrario restaron mérito al foro de Tiquipaya.
Se repitieron las mismas consignas: “el capitalismo es el causante del cambio climático” y se propuso sustituirlo por un modelo comunitario, que nadie tiene la menor idea en que consiste. Las frases huecas y demagógicas sustituyeron a las propuestas.
En esta ocasión, el presidente Evo Morales volvió a mostrar que actúa con una doble moral y que no es consecuente. Se quiere mostrar ante el mundo como un acérrimo defensor de la “madre tierra”, de la “pachamama”, pero quiso impedir que se trataran los problemas medioambientales que se dan en Bolivia y el oficialismo se dedicó a sabotear y desprestigiar el trabajo de los indigenistas del Conamaq en la Mesa 18.
Dice que los indígenas son los propietarios de la tierra y de los recursos naturales pero les niega ese derecho cuando una empresa venezolana como PDVSA quiere explotar hidrocarburos en el norte del departamento de La Paz o cuando están en juego intereses de una transnacional minera que se dice está vinculada con George Soros, cuyo empleado es el ex ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana que además sigue cumpliendo dudosas tareas políticas encomendadas por el despacho presidencial.
Y lo que ocurre con la coca y el narcotráfico en cuanto a la depredación salvaje de la naturaleza y la contaminación de ríos por lo desechos químicos de las narco-factorías que afectan a los campesinos no cocaleros que viven a pocos kilómetros de donde se realizó la «cumbre de los pueblos» y que sufren por sus cosechas destruidas y sus animalitos muertos; todo esto fue deliberadamente ocultado y por el contrario el gobierno se dedicó a regalar bolsitas con hojas de coca a los «gringos» y delegaciones (varias de ellas traídas con viáticos y pasajes pagados por el gobierno) asistentes al encuentro.
Por tanto no podemos menos que decir que el interés de Evo Morales por el medio ambiente es muy relativo y claramente oportunista.
Seguramente esto ha sido percibido aún por sus colegas más allegados de la región, quienes al parecer declinaron de ser cómplices de la farsa y a último momento no se aparecieron y dejaron a Evo como novia de pueblo, vestido y alborotado.
Como de costumbre solo el venezolano Hugo Chávez acudió presuroso para consolar a su discípulo afectado por la incomprensión con que son recibidos sus esfuerzos en favor de la madre tierra.