Ante una década perdida

Paul Krugman

PAUL KRUGMAN Pese a que un coro de voces afirma lo contrario, no somos Grecia. Sin embargo, cada vez nos parecemos más a Japón.

Durante los últimos meses, gran parte de los comentarios sobre la economía se centraron en un tema: que los políticos hacen demasiado. Los gobiernos deben dejar de gastar, nos dicen. Grecia se usa como ejemplo admonitorio, y cada pequeña subida de la tasa de interés sobre los bonos estadounidenses es considerada como señal de que los mercados se están volviendo contra Estados Unidos por su déficit.



Mientras tanto, hay continuas advertencias de que la inflación está a la vuelta de la esquina, y de que la Reserva Federal debe poner fin a sus esfuerzos destinados a apuntalar la economía e iniciar su "estrategia de retirada", endureciendo el crédito gracias a la venta de valores y al aumento de las tasas de interés.

Pero la verdad es que los políticos no hacen demasiado: hacen demasiado poco. Los datos recientes no sugieren que Estados Unidos se encamine hacia un colapso de confianza de los inversores, al estilo de Grecia. En cambio, indican que posiblemente nos encaminamos hacia una década pérdida al estilo de Japón, atrapado en un período prolongado de alto desempleo y crecimiento lento.

Hablemos primero de las tasas de interés. El año pasado, en varias ocasiones nos dijeron, después de un modesto aumento de las tasas, que los vigilantes de los bonos estaban aquí, que mejor que Estados Unidos bajara su déficit de inmediato porque si no? Pero las tasas de interés volvieron a bajar rápidamente.

Me gustaría poder decir que la disminución de la tasa de interés refleja una oleada de optimismo respecto de las finanzas federales de Estados Unidos. Pero lo que representan es una oleada de pesimismo sobre las perspectivas de la recuperación económica, un pesimismo que ha ahuyentado a los inversores de cualquier cosa que parezca riesgosa y los ha empujado hacia la seguridad que parece prometer la deuda estadounidense.

¿Cuál es el motivo de este nuevo pesimismo? En parte es un reflejo de los problemas de Europa, que en realidad tienen menos que ver con las deudas gubernamentales de lo que se dice; el verdadero problema es que, con la creación del euro, los líderes europeos impusieron una moneda única a economías que no estaban preparadas para eso.

Pero también hay señales de advertencia en Estados Unidos, la más reciente de las cuales fue el informe del miércoles sobre los precios al consumidor, que revelaron que la inflación había caído por debajo del 1%, el punto más bajo en 44 años.

En realidad, no resulta sorprendente: se espera que la inflación caiga ante el desempleo masivo y la capacidad de producción excesiva. Pero no obstante es verdaderamente una mala noticia. La baja inflación, o peor aún, la deflación, tiende a perpetuar la depresión económica, porque alienta a la gente a guardar el dinero, y eso hace que la economía siga deprimida, lo que produce más deflación.

Este círculo vicioso no es hipotético: pregúntenle a los japoneses, que se metieron en una trampa deflacionaria en la década de 1990 y, pese a ocasionales episodios de crecimiento, todavía no han podido salir de ella. Y eso mismo podría ocurrir aquí.

De manera que los que deberíamos preguntarnos en este momento no es si estamos por convertirnos en Grecia, sino qué estamos haciendo para evitar convertirnos en japoneses. Y la respuesta es: nada.

The New York Times