No es Estado…

cayetano-5 Entre paréntesis…. Cayetano Llobet T.

Primera condición para entender las cosas: todos los discursos rimbombantes, todas las olímpicas apariciones del Presidente  -incluyendo sus olímpicas metidas de pata-, toda la solemnidad de supuesto marxismo trasnochado del Vicepresidente, todas las martingalas del rodillo parlamentario obediente a las instrucciones de Palacio, son prendas de una vestimenta de utilería para adornar el copamiento de todo lo que se pueda en el conjunto de las instituciones. Meterse al bolsillo todos los cargos posibles no es construcción de Estado.

Y es que en una sociedad desagregada no es posible construir Estado. La nuestra es un ejemplo de desagregación. No es una casualidad que la suma de conflictos que se presenta represente un cuadro de intereses diversos que nada tienen en común y que tienen que encontrar “soluciones” que siempre son para una parte, jamás para el todo. Por eso nunca se cumplen políticas: se aplican parches. Tampoco es una casualidad que en una elección como la última, vuelvan a surgir los mismos liderazgos regionales que, como ya demostraron hace dos años, no tienen la posibilidad de integrarse. La visión nacional brilla por su ausencia.



No es raro encontrarse con situaciones como la de Caranavi que demanda la atención de mismísimo Presidente y que terminan en el ofrecimiento de otra procesadora de cítricos, ¡tremenda decisión de Estado!  Y tampoco es raro que un grupo de policías tenga que replegarse de un pueblo a otro, porque unas comunidades se han declarado en rebeldía, han asesinado a cuatro policías y, para que no exista ningún equívoco, han declarado su región como “zona roja”, decretando el libre tránsito de contrabando y prohibiendo el ingreso de más policías y desde luego de periodistas.  ¿Cuál Estado?

Es que no puede haber Estado allí donde hasta las propias instituciones del Estado actúan como sindicato. Me remito a los hechos: el Ministerio de Defensa afirma que la Alcaldía de La Paz no cumplió compromisos respecto a lugares que eran de “propiedad privada” de las Fuerzas Armadas.  Independientemente de que alguno de mis muy ilustrados amigos jurisconsultos tenga  la bondad de aclararme ese concepto de propiedad privada de una institución pública, ¿cómo procede el Ministerio de Defensa?  Desde luego, no acude a una instancia legal para el reclamo y exigencia de cumplimiento del acuerdo. Hace lo que hubiera hecho cualquier sindicato en conflicto: ¡manda a uno de sus grupos de choque a bloquear la obra municipal!  Entiendo perfectamente  -tampoco soy tan idiota-  la intención gubernamental de sabotear políticamente a Juan del Granado. Entiendo la rabia gubernamental contra su ex aliado y ex compadre, pero la imagen de soldados enviados a bloquear una obra pública porque no se había cumplido con la construcción de unas aulas militares y “la casa del comandante”, no sólo es patética: es la descripción más maravillosa de la ausencia absoluta de Estado.

Desde luego, no es Evo el culpable de esa ausencia. Es una enfermedad nacional sin vacuna posible. Lo que pasa ahora es que  le han hecho creer que él es el Estado, lo que no resulta muy difícil de meter en la cabeza de un caudillo. Es perfectamente normal e históricamente reiterada la confusión que se produce en esos personajes: cuando se contemplan al espejo, ven Estado. El problema es que, con mucha frecuencia,  aparecen los actores de la sociedad desagregada  -esta vez unos ayllus- y les rompen el espejo…