No todos hacen la vista gorda como Lula


El candidato presidencial brasileño, José Serra, dio el campanazo de alerta: Bolivia corre el peligro de convertirse en un país interdicto dentro de la comunidad internacional. La denuncia que hizo Serra no es para tomarla a la ligera o intentar restarle importancia indicando tan solo que se trata de una acusación “política”.

image Agentes de la Policía Federal de Rondonia (Brasil) decomisan bolsas de cocaína encontrada en una aeronave boliviana en junio de 2009 (Foto El Deber)

Que el candidato brasileño con buenas posibilidades de llegar a la presidencia, afirme que el gobierno de Evo es cómplice de la situación que permite que un 90 % de la cocaína elaborada en Bolivia ingrese a su país, son palabras mayores y al parecer la cancillería boliviana no ha encontrado muchos argumentos para rebatirlo.



Hasta ahora Lula, por afinidad política con el gobierno de Morales, ha mantenido un sugestivo silencio respecto al tema del narcotráfico pero existen señales muy claras de que en el futuro las cosas cambiarán y de manera muy drástica. El encantamiento que produjo Evo proyectando su imagen de “indio discriminado” que saliendo de la «más lacerante pobreza se levantó para redimir a los suyos», se está diluyendo por la fuerza de los hechos y es evidente que en el futuro los gobiernos de la región no serán tan permisivos con él.

No se trata solo de una cuestión de imagen. Lo evidente es que en los poco más de cuatro años de gobierno del MAS el narcotráfico se han incrementado en forma ostensible y eso lo podemos constatar dando una simple ojeada a los periódicos.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

El volumen de incautaciones se ha incrementado en progresión geométrica, porque existe mayor producción de cocaína, también han aumentado los cultivos de la hoja de coca en diversas regiones del país, se han instalado modernos laboratorios de refinación de la droga y campean a su gusto narcotraficantes colombianos, peruanos, mexicanos y hasta serbios que al parecer han encontrado condiciones propicias en Bolivia para hacer negocios con las mafias locales.

Existen “territorios libres” para la fabricación de cocaína y esto no es una afirmación antojadiza; lo han reconocido los propios encargados de la lucha contra el narcotráfico. Es conocido también que las brigadas policiales y militares de erradicación de los cultivos de coca deben pedir permiso a los cocaleros para ingresar a erradicar y solo pueden hacerlo en las zonas señaladas por los dirigentes del sector. Y esto ocurre en algunas comunidades campesinas y territorios indígenas y particularmente en el Chapare, convertido en una especie de “territorio libre”, debido a que finalmente sus representantes están en función de gobierno. El máximo dirigente de las “seis federaciones del trópico cochabambino es también, nada más y nada menos, que presidente de Bolivia.

El narcotráfico como era de suponer está generando otros problemas colaterales como la violencia y la corrupción. Los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes ya han entrado en escena.

Estos son aspectos que no pueden escapar al análisis de un observador por poco avisado que sea y menos aún de un candidato a la presidencia que tiene la obligación de conocer todos los aspectos que afectan a su país.

Si tomamos en cuenta el par de antecedentes mencionados podríamos concluir que el término de “complicidad” que utilizó el candidato brasileño Serra para describir la actitud del gobierno de Evo Morales respecto del narcotráfico no es exagerado sino que responde, lamentablemente, a la situación que hoy sufre Bolivia.