El año nuevo aymara

Alcides Parejas Moreno

alcidesp Cuando en 1965 tomé la decisión de estudiar historia recurrí a la biblioteca de la Universidad de Sevilla para buscar bibliografía disponible sobre historia de Bolivia. Aunque se suponía que era una biblioteca especializada, fue poco lo que encontré. Se trataba de la bibliografía clásica en la que estaban incluidas algunas obras de Arguedas, Vázquez Machicado, Finot, Abecia, Paz. Me quejé a uno de mis profesores. Sin darme ninguna explicación -porque tal vez no la había- me dejó algunos artículos de dos arquitectos que estaban trabajando sobre la historia del arte en el área andina. La lectura de los trabajos de José de Mesa y Teresa Gisbert me mostró el camino para aprender a mirar en el espejo y ver reflejada la imagen del boliviano creador de una cultura. Poco a poco, en la medida en la que me fui sumergiendo en la historia de América y en la de Bolivia en particular, fui dándome cuenta que la imagen reflejada es la de un mestizo que ha sido capaz de crear una rica cultura para perdurar en el tiempo. Esta imagen terminó de dibujarse cuando leí Todos los gatos son pardos del mexicano Carlos Fuentes. No se trata de una obra de historia ni de un ensayo sino de una obra de teatro en la que Fuentes relata con mucha fuerza y poesía el encuentro de Moctezuma, el emperador azteca, con Hernán Cortés, el conquistador español. Un tercer personaje es Marina, la Malinche, la mujer india que actuó junto a Cortés como intérprete y amante. En la escena final de la obra, Marina está en el centro del escenario dando a luz con grandes gritos -un hijo que tal vez fue producto de la violación. En medio del dolor del parto le dice a gritos al hijo que está naciendo: "Sal de una vez, hijo de la chingada, y besa esta tierra que no es ni mía ni de tu padre, sino tuya!". Para mi, un estudiante universitario, fue una luminosa revelación sobre el significado del mestizaje y siempre he usado este texto para explicarlo a mis alumnos de la universidad y de colegio.

Los más de cuarenta años de investigar sobre la historia de Bolivia, con una visión desde la llanura, como diría Ruber Carvalho, me han llevado al convencimiento de que América, y por tanto Bolivia, es un continente mestizo. El proceso histórico de la mesticidad -que se inicia con la invasión de la cultura europea a través de Castilla- ha convertido a Bolivia en un país diverso, pluricultural, que ha sido capaz -a pesar de nosotros, los propios bolivianos- de crear una unidad. Es más, afirmo categóricamente que la singularidad y la fuerza de Bolivia radica en esa diversidad que empezamos a vislumbrar a través de la historia del arte, pero que en estos últimos años -los primeros del siglo XXI- han empezado a desdibujarse.



Hace un par de días escuché las explicaciones de la ministra de culturas para declarar feriando nacional el 21 de junio, día del año nuevo aymara. Me recordó un poco las explicaciones que trató de dar cuando se embarcó en la absurda lucha para buscar la sede del Miss Universo, como un regalo para Santa Cruz. Dijo, entonces, que el ser sede de tan importante evento mundial era un anhelo que teníamos todos los bolivianos. Menos mal que lo seguiremos anhelando hasta la próxima campaña electoral. Con respecto al año nuevo aymara, la ministra lo justificó por tratarse de la cultura más importante del país y que se van a replicar a lo largo y ancho de nuestra geografía el ritual que se hace en Tiahuanaco, al que "asisten muchos turistas extranjeros y también, por qué no, nacionales". Es tan importante esta cultura para la señora ministra que en esta misma entrevista dijo que le van a tener que construir un "cuartito" en el sitio arqueológico de Tiahuanaco, pues va de visita casi todos los días! Después de escucharla llegué a la conclusión que el feriado será para que en todos los rincones del país ese día, a la misma hora, se siga el ritual tiahuanacota lo que no sólo nos servirá para saludar al "tata Inti" (palabras de la señora Yugar), sino también para favorecer el turismo.

El problema no está en tener un feriado más, sino en la motivación que ha llevado a su declaración. Aunque no estoy de acuerdo con la declaratoria de feriado nacional para conmemorar la creación del Estado Plurinacional, al fin de cuentas es algo que nos atañe a la colectividad boliviana, pues todos lo sufrimos. Pero el año nuevo aymara es un acontecimiento religioso o folclórico, que sólo interesa a una parte del país. No quisiera ser agorero, pero ¿no será este el inicio de una especie de "revolución cultural aymara" que nos llevará al Gran Ayllu Aymara?